Inés Berton, la inspirada
Entre el yoga, la meditación y la arquería, esta tea blender viajera, curiosa, sensible y creativa se rodea de afectos para disfrutar de la vida
En su casa de San Isidro se respiran aires orientales y un jardín lleno de rosas da fe de la pasión de Inés por las plantas. Su vida es todo menos rutinaria: puede estar dictando un taller, catando tés o ideando un proyecto nuevo a pedido de alguna de las muchas marcas que solicitan su paladar único, su olfato experto y su creatividad característica. “No trabajo tanto como la gente cree”, afirma la reina del té. Los viernes, por ejemplo, son siempre para disfrutar: hace yoga, recorre jardines y almuerza con amigas. El secreto, asegura, es rodearse muy bien y saber armar equipos. Así, delega sin problema y deja que, en su empresa, cada uno haga lo que sabe hacer. Además del yoga, Inés practica arquería y meditación. Le fascina la música, es fanática del jazz –gusto que adquirió viviendo en Nueva York– y el ballet.
Viajar es una de las pasiones que puede combinar con la búsqueda de estímulos. “Vivo de mi inspiración, es mi capital principal”, explica la creadora de Tealosophy sobre su “estado esponja” como forma de vida. Una vez al año viaja por el mundo recorriendo jardines para descubrir nuevos aromas, paisajes y sabores que luego se traducirán en un blend. El próximo destino es Inglaterra.
A su familia la ve los fines de semana en la quinta de sus padres, donde se dedica por completo a sus queridísimos sobrinos (ya son nueve). Y la amistad es otro de sus pilares. Con su grupo adorado de amigos organizan asados, visitas a museos o exposiciones, noches de teatro y salidas a ver bandas en vivo. Al buscar y disfrutar de la belleza en las cosas cotidianas, a Inés le fascina recibirlos en su casa. Esta excelente anfitriona organiza picnics en su jardín las tardes de verano con manteles y candelabros, donde despliega sus dotes como bartender (el gin tonic y el negroni son sus especialidades), y veladas de fondue alrededor de la chimenea en temporada invernal. Siempre hay algún amigo músico que se pone a tocar y el living de su casa se transforma en una pista de baile. “Cada uno trae lo que sabe hacer, alguno una guitarra, otro se esmera en poner una linda mesa, y así”, explica con total naturalidad sobre las fabulosas puestas en escenas que logran sin esfuerzo. Un curso de cocina saludable la está ayudando a amigarse con el único ambiente de la casa que todavía no domina por completo. Coraje no le falta. “Me gusta rodearme de afectos, pero también es fundamental saber editar. No tengo un millón de amigos porque es imposible. A los que tengo, los atesoro, los cuido, los valoro”, afirma.
Y si bien los programas sociales son frecuentes, tampoco es muy trasnochadora, pues despertarse temprano y regar el jardín es una de sus actividades predilectas. “Adoro quedarme en mi casa, me gusta la energía que hay acá”, cuenta desde su sillón preferido, el escenario perfecto para leer sin parar y donde devora un libro tras otro. Con música de fondo, una taza de té y un ramo de flores, su mente vuela y su mano acompaña: le encanta escribir, dibujar y hacer collages en sus sketch books (diarios de viaje ilustrados e intervenidos con fotos). Esta amante de la fotografía se deja llevar por cómo la luz natural inunda su casa para elegir un rincón y hacerlo bello a cada minuto.
Ping Pong
¿Un juego de mesa preferido? Soy fanática del backgammon. Tengo un súper tablero en casa, otro para viajar, otro para la playa, ¡y me creo imbatible! Si hay algo a lo que no me ganan, es al tutti-frutti y al backgammon. Me considero experta.
¿Un hábito bueno? Creo que tengo bastantes hábitos buenos. Meditar y sonreír, por ejemplo. Es increíble lo que pasa cuando camino por la calle consciente de que estoy sonriendo. Qué lindo es ir por la vida regalando sonrisas.
¿Un hábito malo? Uno tremendo es que espero hasta el final (pero hasta el final, final, eh) para cargar nafta.
¿Algo que te gustaría aprender a hacer? Siempre soñé con aprender a tocar la guitarra. ¡Pero no estaría pasando! (Ríe). Toco un poco la armónica nada más.
¿Un sueño cumplido? Poder compartir lo que me apasiona con tanta gente.
¿Un recuerdo lindo de tu infancia? Muchísimos, por suerte. Me acuerdo de ir a un campo lindísimo en Bolívar, donde estaba siempre muy rodeada de naturaleza. Recuerdo los perfumes de mi casa, como el olor a tostadas, ¡algo tan fácil y tan rico! Nada me hace sentir tan en casa como eso.
¿Con quién compartirías una taza de té? Con Frida Kahlo, era una MUJER con mayúsculas. “Pies para qué los quiero si tengo alas para volar...” Admiro su filosofía de vida y su tenacidad. Con ella, ¡hasta soy capaz de compartir una chocolatada!
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