Inédito: adoptaron a dos adolescentes y se convirtieron en padres y abuelos al mismo tiempo
Un matrimonio de Santiago del Estero recibió en guarda con fines de adopción a dos hermanas de 16 y 14 años, junto con las dos hijitas de la mayor
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SANTIAGO DEL ESTERO.– Luisa Paz sabe de luchas. Referente nacional del movimiento trans, junto a su pareja de hace 35 años y esposo desde 2014, José Coria, consiguieron ahora la guarda con fines de adopción de dos hermanas adolescentes, Gilda y Feliza, de 16 y 14 años. Con un dato no menor: Gilda es madre de dos niñas de 4 y 2 años. Así, en un mismo acto, los adoptantes se convirtieron en padres y abuelos al mismo tiempo.
El caso marca un hito en la historia de la adopción en la Argentina y tiene como protagonistas a muchas personas que trabajaron para que se hiciera posible, con un papel principal de la jueza de Familia de Tercera Nominación, Carolina Anauate, quien otorgó esta tenencia que, posiblemente, cuando se cumplan los plazos pertinentes terminará en adopción plena. Otra pata fundamental es la abogada santiagueña Carolina Agüero, encargada del Registro Único de Adopción (RUA).
La casa en la que vivían dos personas ahora alberga a seis, un sueño que Luisa y José tenían hace décadas, pero que solo ahora lograron materializar. Antes, allá por 2000, habían pasado por la experiencia de cobijar a una pequeña niña, hija de “una compañera trans, que durante tres años convivió con nosotros porque su mamá se drogaba mucho”, cuenta Paz, quien es además la delegada local del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi).
Recuerda esa experiencia con nostalgia y tristeza. “Nos la sacaron de un día para el otro, fue muy traumático, nos habíamos encariñado mucho. Desde ese momento empezamos a soñar con agrandar la familia”, relata. Las charlas de pareja sobre la posibilidad concreta de adoptar se hicieron más frecuentes.
La reforma del Código Civil fue clave para que esta entonces pareja y hoy matrimonio empezara a plantearse seriamente la posibilidad de adoptar, ya que hasta ese momento, según relata Paz a LA NACION, “era soñar, imaginarnos cosas, momentos en familia, decirme José que si es varón lo iba a llevar a la cancha y yo decirle que si era nena sería feminista”.
Luisa confiesa que la decisión de adoptar siempre apuntaba “a una sola personita, sin importar el género”. Lo que plantearon al llenar el perfil que presentaron ante el RUA al momento de empezar con los talleres obligatorios fue que el niño o la niña no tuviera ninguna discapacidad motriz, ya que viven en una planta alta. También, que no fuera bebé porque, por el trabajo de ella, “no podría haberle dedicado el tiempo necesario”, admite.
Encuentro clave
Ese inicio del trámite y los talleres sucedieron antes de la pandemia. La Justicia dio el visto bueno a la carpeta que presentaron y los declaró aptos para la adopción. Todo se aceleró cuando Luisa fue convocada por la titular del Hogar de Adolescentes, donde viven chicas de 13 a 18 años, para dar una serie de charlas sobre diversidad al personal y a las residentes.
Emocionada, Luisa cuenta que fue Gilda quien le abrió la puerta del hogar y que la primera persona que abrazó allí fue a su hija menor. Los recuerdos de ese día se disparan. La encargada del hogar le contó en ese primer encuentro, a grandes rasgos, las historias de las adolescentes que en ese momento vivían ahí, pero la de Gilda “me atravesó profundamente, su sufrimiento, y eso me interpeló”, describe.
“Cuando terminó de contarme la historia de Gilda, me pregunté de qué me sirven tantas chapas, coordinadora de esto, presidenta de lo otro, si no podía hacer nada por estas niñas”, dice, conmovida. Entonces comenzó el trabajo de todo el equipo de asistentes sociales y psicólogos para lo que se denomina proceso de vinculación con las dos hermanas y las hijitas de la mayor. Hasta que, tras una larga espera, finalmente las cuatro llegaron la semana pasada a la casa da Paz y Coria.
“No podría decirles hoy qué se siente al convertirse en madre y abuela al mismo tiempo. Es todo muy reciente y tampoco hay un manual que explique cómo es ser madre, padre y abuelo o abuela”, aclara. Hoy, la casa está llena de voces, llantos, gritos, risas, alegría y amor, principalmente amor, ese que Luisa y José les brindan a sus hijas y nietas, de quienes esperan poder ser adoptantes plenos en un futuro.
Paz deja un mensaje para aquellos que dudan o no se animan a adoptar a adolescentes: “Necesitan imperiosamente abrazos, contención. Muchos piensan que por tener esas edades van a reproducir las mismas características, negativas, de sus papas biológicos y no es así, para nada”.
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