Indio Solari en Olavarría: sin controles ni presencia policial en un recital de más de 300.000 personas
Los accesos al predio La Colmena estaban liberados; caos vehicular a la salida de la ciudad
OLAVARRÍA.- Más que el ticket en mano, el santo y seña en las cabinas de control de accesos, sobre todo cuando ya oscurecía, era no empujar. “Tranquilos y pasan”, se escuchaba entre los asistentes al recital. Mientras tanto, la enormidad del espacio verde La Colmena se diluía ante la literal marea humana que se instalaba frente al escenario donde se presentarían el Indio Solari y Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.
Muchos espectadores que participaron y disfrutaron del show exhibían ayer las entradas intactas, con el correspondiente talón troquelado que se corta y queda como constancia para la organización. “Le voy a hacer un cuadrito”, dijo a LA NACION la santafesina Paula Benítez, que junto a su esposo compartieron el décimo recital consecutivo del ídolo que lleva tatuado en el hombro izquierdo. La había comprado anteayer a las 20.30, una hora antes de que sonara Barbazul, el primer tema del recital.
A la par de los que desembolsaron 800 pesos por boleto, avanzaban los que saben sacar ventaja. A empujones a veces, sobre el límite del horario de inicio del show -como efectiva estrategia- siempre se las ingenian para estar adentro sin meter la mano en el bolsillo. “Nos mandamos, tranquis y de una”, decían los rosarinos que hoy esperaban por un colectivo gratuito que los devolviera a su provincia.
La falencias en los controles no quedaron acotadas a la organización privada del recital; también al gobierno municipal, que aceptó recibir este show cuando las nuevas autoridades del Hipódromo de Tandil se negaron a volver a alquilar sus instalaciones como lo hicieron el año pasado.
El tránsito, un caos
El tránsito en general y los espacios elegidos para estacionamiento en particular, sobre todo para el millar (o más) de ómnibus que llegaron a Olavarría desde el viernes, no encontraron límites. Así fue que hubo transporte pesado aparcado en avenidas principales y cientos de unidades de mayor o menor tamaño a un lado y otro de la ruta 226, en el tramo de acceso a la ciudad.
El ingreso estuvo trabado pero al fin fluido. Los problemas mayores se dieron a la salida. Durante la madrugada hasta las primeras horas de la mañana de hoy, un tramo parecía extraído del cuento Autopista del Sur de Julio Cortázar. Autos trabados, camiones inmóviles, colectivos cruzados. Entre la oscuridad y el frío, conductores y acompañantes durmieron en sus butacas hasta que, con luz de día y algo de buena voluntad, se resolvió el atascamiento.
Fue el mal momento que siguió a la salida del show. Para ingresar a La Colmena, el ritual de cánticos más alguna bengala de color hizo llevadero ese avance lento, al ritmo del que empuja desde atrás. Adentro, codo a codo pero sin margen para extenderlos demasiado. La salida, en cambio, dio miedo. Papás llevaban sobre los hombros a niños que lloraban en la oscuridad. Hubo mujeres que se descompensaron. Y ese avance hacia la salida dejó de ser a paso de hombre y fue a paso de bebé. Casi en puntas de pie y, peor aún, sobre barro. Ni un chaleco verde de control y guía a la vista.
La presencia policial fue casi nula. Es cierto que Solari y su organización tienen una historia de malas experiencias con la fuerza provincial. En la periferia solo hubo unos pocos patrulleros y alejados del grueso de los espectadores que ingresaban o salían del show. Los efectivos recién asomaron ayer, ante los incidentes en terminal y comercios.
Al caos vehicular no se le encontró solución. No hubo en la zona ni un solo gesto oficial de intento de orden. Se salió a la ruta cuando -y como- se pudo. Se circuló en medio de miles de personas que a pie, en penumbras, hacían dedo por la banquina o la propia calzada. Tambaleantes, como personajes de series de zombies, se cruzaban sobre autos o se tiraban sobre los capots para pedir que los llevaran a su localidad.
Las autoridades locales consideraron ayer que el escenario los desbordó con la cantidad de arribos de visitantes y en especial el parque automotor, incrementado con más de 40.000 o 50.000 unidades en pocos días. La salida recién se agilizó ayer, después del mediodía. Unos cuando descansaron, otros porque pudieron retirar su vehículo del casco céntrico y el resto cuando logró espacio para maniobrar y salir del lugar de estacionamiento, todos avanzaron por la ruta. Barreras de peaje en alto y marcha cada vez más rápida. Para que Olavarría y su gente vuelvan a la normalidad después de una experiencia difícil de olvidar.
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