Incidentes por controles en La Salada
Montoya encabezó el operativo y alertó sobre evasiones impositivas de marcas de "primera línea"; arrojaron huevos a inspectores
La multitudinaria feria de La Salada recibió ayer un visitante que no pasó inadvertido. El titular de la Agencia de Recaudación de Buenos Aires (ARBA), Santiago Montoya, encabezó un amplio operativo de control fiscal sin precedente en el complejo comercial de Lomas de Zamora, considerado un imperio de la ilegalidad.
Unos 220 agentes de ARBA junto con personal policial ingresaron en el predio a primera hora de la mañana de ayer con el objetivo de detectar casos de evasión impositiva, aunque se encontraron con la resistencia de algunos puesteros, quienes los recibieron con insultos y huevazos.
Pese a los incidentes, igualmente los funcionarios provinciales decomisaron la mercadería de 33 vehículos y labraron actas a aquellos vendedores que no presentaron la documentación fiscal correspondiente.
"Es necesario seguir detectando irregularidades en lugares como éste, donde no se conoce la procedencia de la mercadería y se evaden los impuestos, lo que perjudica a todos aquellos ciudadanos que sí pagan", sostuvo Montoya en declaraciones a la prensa.
Según el funcionario de la agencia bonaerense, el operativo incluyó el armado de un anillo de entre 4 y 5 kilómetros alrededor del predio para impedir el traslado de mercadería que no contara con autorización fiscal.
Los incidentes se registraron cuando los puesteros de uno de los tres galpones principales de la feria, donde se encuentran los vendedores con mayor antigüedad, no dejaron ingresar a los agentes provinciales.
"Por qué nos tratan como delincuentes, si acá somos todos laburantes y pagamos los alquileres", se quejó un vendedor.
El principal reclamo de los feriantes era que los controles no cayeron sobre el sector más grande e informal del complejo: una hilera de puestos de unas 30 cuadras conocida como La Ribera, que creció descomunalmente en los últimos años.
Marcas originales
En medio del tumulto que generó su presencia, Montoya alertó sobre una situación que, según la opinión de los comerciantes, ya es moneda corriente en La Salada: "Estamos previniendo lo que creemos que va a pasar en los próximos meses, que es que muchas empresas de primera línea utilizarán estos puestos para vender sus productos eludiendo el pago de impuestos", dijo el funcionario provincial.
Desde la Asociación Argentina de Lucha contra la Piratería, que agrupa a las marcas líderes más falsificadas, se mostraron sorprendidos con la declaración de Montoya.
"Desde ya que no vamos a vender en La Salada. El mercado de nuestras empresas es totalmente formal y además estamos trabajando codo con codo con la AFIP para combatir el problema de la falsificación", dijo su representante legal, Sergio Vargas.
Al respecto, los feriantes deslizaron que no son pocas las marcas originales que "venden remanentes de sus producciones" en alguno de los 8000 puestos que componen la feria, ubicada junto al Riachuelo.
Otra práctica común, sostienen los comerciantes en La Salada, es que las marcas originales confeccionan indumentaria en talleres clandestinos. "El otro día un empresario de ropa infantil vino diciendo que vendíamos prendas truchas de su marca. Al final, resultó que él y el puestero de acá compraban en el mismo taller clandestino", sostuvo a LA NACION un hombre que conoce el funcionamiento del complejo desde hace más de 15 años.
"Emblema mundial"
La Salada es la feria ilegal más grande de América latina y fue calificada como el "emblema mundial del comercio y la producción de mercadería falsificada", según un informe de la Unión Europea (UE).
En el predio, que tiene unas 20 hectáreas, se puede conseguir cualquier tipo de mercadería falsificada, desde indumentaria hasta electrodomésticos, pasando por mascotas, música y películas o productos de limpieza. Por ejemplo, unas zapatillas que en un shopping valen 300 pesos se pagan falsificadas a sólo 50.
Según el informe de la UE, moviliza unos 400 millones de pesos por año y emplea a más de 6000 personas,
Si bien es el más grande, este predio, donde antiguamente funcionaban piletas públicas -de ahí que los distintos sectores lleven nombres de balnearios marplatenses-, no es el único centro de mercadería ilegal de la provincia de Buenos Aires.
Las diferencias con sus competidores radican en que a la feria de La Salada llegan tanto compradores minoristas como mayoristas. Cientos de "tours de compra" arriban cada fin de semana desde numerosas provincias argentinas e incluso desde países limítrofes.