Los padres empezaron a movilizarse para lograr que sus hijos sean inmunizados y así salgan del aislamiento, que les genera un impacto emocional y cognitivo; no llegó al país la única dosis aprobada para menores, Pfizer
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Hace más de un año que Ramiro Merlo, de 15 años, no sale de su casa. El adolescente, que vive junto a su familia en Vicente López, padece fibrosis quística, una enfermedad pulmonar crónica considerada de alto riesgo para el Covid-19, razón por la que se mantiene recluido en su domicilio desde el inicio de la pandemia. En este lapso, detalla Carlos Merlo, su padre, el joven dejó de recibir una importante parte de sus tratamientos y terapias debido al peligro de contagio que implica para él asistir a un centro médico. Y pese a que en su municipio volvieron a empezar las clases presenciales, él continuará con la educación virtual hasta que tenga acceso a una vacuna contra el coronavirus.
Pero esto último, destaca su padre, es probable que no suceda en los próximos meses. Hasta el momento, no se prevé en el país la vacunación de niños, niñas o adolescentes con patologías de riesgo. Se debe a dos razones. En primer lugar, este grupo no está contemplado dentro del Plan Estratégico de Vacunación contra el Covid-19, que incluye solo a mayores de edad. En segundo lugar, la única vacuna aprobada para el uso de personas de entre 12 y 18 es la desarrollada por el laboratorio Pfizer, que no está disponible en la Argentina.
“Es muy injusto, tienen todo el derecho del mundo de ser vacunados. Ellos lo necesitan”, enfatiza Merlo, que en la última semana fundó junto a padres de todo el país la iniciativa VacunaME, con el propósito de exigir la inoculación de los menores de 18 años con comorbilidades.
Además de presentar una acción de amparo ante la Justicia –el juez a cargo rechazó una medida cautelar, pero todavía no se expidió sobre la cuestión de fondo–, el grupo ha creado una petición a través de la plataforma digital Change.org que ya posee más de 75.000 firmas, donde piden que el Estado nacional ponga a disposición los medios necesarios para la adquisición de las dosis de Pfizer y priorice la vacunación de los menores con patologías de riesgo. “No nos importa si la vacuna es de Oriente u Occidente. No tenemos nada que ver con discusiones políticas. Lo único que nos interesa es que haya vacunas para nuestros hijos”, destaca Merlo.
Desde La Plata, Verónica Di Domenicantonio, miembro de VacunaMe, detalla la situación puntual de su hijo, que además de ser considerado de riesgo tiene contraindicado el uso de tapabocas, lo cual produce que deba aislarse aún más. Tomás tiene 16 años, y desde niño sufre estenosis pulmonar y una discapacidad cognitiva severa.
Para ella, el aislamiento al que se vieron obligados como familia generó grandes retrocesos en el desarrollo cognitivo de su hijo. “Lo conquistado se perdió. Cuando en marzo de 2020 se cortó todo, Tomi empezó a tener terapias virtuales, pero él no ve, entonces es muy complicado. Estos chicos demandan muchas horas de terapia para lograr pequeños avances y hay que mantenerlas en el tiempo para que no se pierda lo incorporado. Fueron casi 13 meses sin estas terapias. Uno ve los retrocesos y se angustia”, manifiesta. En los últimos meses, tres jóvenes con síndrome de Down que asistían al mismo centro educativo terapéutico (CET) que su hijo murieron por coronavirus.
“Uno ve los retrocesos y se angustia”
A los padres que forman parte de VacunaMe, según Di Domenicantonio, los une, además de un único reclamo, la impotencia. “En otros países están vacunando a gente de entre 12 y 18. ¿Por qué acá no?”, cuestiona.
Consultado por LA NACION, Fernando Galarraga, director ejecutivo de la Agencia Nacional de Discapacidad, afirmó: “Estamos trabajando para que, a medida que las autoridades sanitarias dispongan con la vacunación de esa franja, podamos avanzar con todos los grupos prioritarios. Se está acompañando la política sanitaria del Presidente”.
El funcionario explicó que los menores de edad con comorbilidades no forman parte del Plan Estratégico de Vacunación porque en este momento el país no cuenta con vacunas autorizadas para este grupo etario.
“En otros países, se usa la vacuna de Pfizer para esta franja, pero seguramente se están investigando todas las demás vacunas para uso de menores. Tenemos que esperar a que el Ministerio de Salud de la Nación resuelva qué vacunas se pueden aplicar para menores de 18. La ministra [Carla Vizzotti] dice que con Pfizer se sigue negociando”, afirma el funcionario. También subraya que la inmunización de menores con factores de riesgo es un tema que está en la agenda y es una de sus prioridades.
Mientras tanto, las consecuencias generadas por la demora en la vacunación de menores con factores de riesgo no solo incluyen retrasos en los tratamientos médicos y terapias, sino también efectos emocionales causados por el aislamiento y el temor. Así lo destaca Florencia Montovio, madre de Milagros, de 13 años, que tiene una displasia ósea y se encuentra inmunosuprimida debido a los medicamentos con los que debe ser tratada. “Se pierde actividades escolares y mucha de la parte social que aporta tanto a su estado emocional. Se nota un montón los daños que eso genera. Todo lo emocional ayuda muchísimo a generar”, suma Montovio, que vive junto a su familia en Salta y participa de la iniciativa VacunaMe.
Sobre este proyecto, afirma: “Está buenísimo hacer equipo y pedir para todos. La idea no es viajar afuera para vacunarse, sino construir para que todos los chicos argentinos con riesgo tengan esa posibilidad en el país”.
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