Incendios en Corrientes: en enero y febrero se quemó seis veces más superficie que en los cinco veranos anteriores sumados
Surge de un análisis de LN Data y Dymaxion Labs a partir de imágenes satelitales
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El fuego en Corrientes avanzó sobre una vasta cantidad de ecosistemas naturales y destruyó todo a su paso. No solo dejó pérdidas materiales millonarias en la provincia, que se estiman en 82.000 millones de pesos, sino que también provocó la muerte de un centenar de ejemplares de especies animales que habitan la zona.
A poco más de tres meses de los dramáticos incendios que afectaron cerca del 12% del territorio provincial, LA NACION Data se alió a Dymaxion Labs –una empresa de tecnología de análisis de imágenes geoespaciales– para conocer la magnitud efectiva de la superficie alcanzada por las llamas.
Durante enero y febrero de 2022 se quemaron 959.063 hectáreas en Corrientes, según las estimaciones de Dymaxion Labs. Este número coincide aproximadamente con el relevamiento realizado por el INTA-Corrientes, que en marzo concluyó que la totalidad quemada superaba al millón de hectáreas. A través del uso de imágenes satelitales tomadas por Sentinel-2 y NASA Firms, se logró identificar las áreas que ardieron durante enero y febrero de 2022, y se las cotejó contra los cinco años anteriores. Si se tiene en cuenta la sumatoria de las hectáreas afectadas en el mismo período entre 2017 y 2021, en los incendios de este año se quemó seis veces más territorio.
Los departamentos correntinos más golpeados por los incendios que tuvieron lugar en los dos primeros meses del año fueron: Ituzaingó, con 191.187 hectáreas quemadas; Santo Tomé, con 131.914 hectáreas; San Miguel, con 103.245, y Mercedes, con 81.374.
Sin embargo, si se tiene en cuenta la relación de áreas quemadas respecto de la superficie departamental, los resultados son distintos. En San Miguel ardió el 34% de la superficie local; le siguen San Luis del Palmar (20,67%), Ituzaingó (19,81%), Berón de Astrada (19,56%) y General Paz (19,47%).
Los incendios en 2022 fueron los que más se aproximaron a los centros urbanos. De acuerdo con la medición de distancias mínimas entre los focos activos y los cascos urbanos de los distintos municipios, en 2022 llegaron a una media de 1484 metros de distancia. En tanto, para los años anteriores esta cifra representó entre los 4415 y los 13.544 metros en promedio. Este dato podría explicarse tanto por la voracidad de las llamas, así como por el crecimiento paulatino de las zonas urbanas.
Según el relevamiento, en San Antonio de Itatí el fuego llegó hasta el centro urbano. Le siguen los municipios de Herlitzka, Goya, Corrientes y San Antonio, con distancias de apenas 61, 108, 153 y 257 metros, respectivamente.
Los motivos
Según Talia Zamboni, coordinadora del Proyecto Iberá en la Fundación Rewilding Argentina, no hay un solo motivo que explique la magnitud y velocidad de los incendios, sino que se deben a una combinación de factores: un largo período de sequías, sumado a la crisis hídrica que atraviesa la provincia; un verano de altas temperaturas y las prácticas agropecuarias que utilizan al fuego como regenerador de grandes extensiones de campo.
“Entre otras causas, la acumulación de dos años aproximadamente de sequías generó que la carga vegetal se secara. Eso acumuló mucha biomasa seca, es decir, combustible, e incluso los cursos de agua que suelen estar inundados –como zonas de malezales o esteros inundados, bañados y lagunas– se han secado en su totalidad. Entonces esos lugares tampoco sirvieron como barrera ante el fuego”, señala Zamboni.
Luis Martínez, un joven ambientalista correntino, coincidió con el diagnóstico y añadió que también “hubo imprudencia por parte de la sociedad, ya que provocaba incendios de manera intencional”.
Además, reclamó que aún se siguen esperando relevamientos técnicos de las zonas afectadas: “Esto es superimportante, ya que ayudará a conocer qué vegetación fue perjudicada y así poder reforestarla. Hoy no podemos hacer ningún tipo de intervención porque no tenemos un relevamiento y tampoco podemos ir a plantar cualquier vegetación en una zona donde esa vegetación no existía”.
“Por eso venimos exigiendo a los diferentes organismos que pongan a disposición todos los recursos necesarios para que podamos restaurar y recuperar las zonas dañadas. Se perdió vegetación de árboles nativos y recuperarlos llevará muchísimos años”, concluyó Martínez.
En los días posteriores a los incendios, la Administración de Parques Nacionales (APN), junto a la Dirección Nacional de Biodiversidad del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el IBS-Conicet y el Cecoal-Conicet, inició un estudio sobre el territorio quemado. Mediante el trabajo interdisciplinario de biólogos, veterinarios y especialistas en imágenes se buscó relevar y conocer el nivel de afectación del fuego a la flora y la fauna local correntina. Consultados por LA NACION, desde la APN aseguraron que los datos correspondientes al Proyecto Transectas Iberá se encuentran en etapa de análisis.
Tecnología aplicada
Para estimar la superficie de áreas quemadas en los incendios de Corrientes, el equipo de Dymaxion Labs usó imágenes del satélite Sentinel-2 de la Agencia Espacial Europea (ESA), que tiene una resolución espacial –tamaño de píxel– de 20 metros. A su vez, recurrió al uso de herramientas de código abierto para el procesamiento de imágenes satelitales para procesar esas imágenes e identificar las áreas quemadas basándose en en el Índice de Área Quemada.
Este índice, también conocido como NBR por sus siglas en inglés, estima la diferencia normalizada de la energía reflejada por las superficies en el rango del infrarrojo cercano y el infrarrojo de onda corta (NIR y SWIR, respectivamente, por sus siglas en inglés). Además, aplicaron máscaras de agua y nubes para evitar falsos positivos.
“La cobertura global de las imágenes satelitales junto con el poder predictivo de la inteligencia artificial permite analizar de manera eficiente grandes extensiones territoriales en poco tiempo y a bajo costo, colaborando de esta manera con la generación de alertas de posibles incendios, su monitoreo en el tiempo y el cuidado del ambiente”, explicó Federico Bayle, cofundador y CEO de DymaxionLabs.