Incendios en Córdoba: Los animales se quedan sin alimentos en un paisaje arrasado de ceniza y piedra
CÓRDOBA.- "Se quemó todo; no quedaron pastos, ni alambrado. Nada. Animales se quemaron algunos, la mayoría se salvó porque los alcanzamos a encerrar, pero no tienen nada para comer. Necesitamos forraje, alimento", cuenta Carlos Guzmán, desde su campo en Characato, al pie de la Pampa de Olaén, a 130 kilómetros de la ciudad de Córdoba. La zona es una de las más golpeadas por los incendios que este año azotan la provincia. Sus animales, como los de sus vecinos y los de todas las zonas afectadas por las llamas, sufren falta de alimento y estrés por el cambio ambiental.
Llevará años recuperar la fauna y la flora de las 190.000 hectáreas dañadas por el fuego hasta ahora, según estimaciones del Inta. A los animales autóctonos se les suman los de cría. En el norte de la provincia, zona castigada en los departamentos Punilla y Cruz del Eje, las producciones son familiares, con pequeñas superficies y pocos animales (no más de unos 300). Para esos pobladores el daño es significativo: no tienen capital para recomponer alambrados y tampoco para la compra del alimento. Diferentes grupos solidarios se armaron en toda la provincia para colaborar.
"Veterinarios contra el fuego" es un movimiento integrado por estudiantes y egresados de Veterinaria de la Universidad Católica de Córdoba (UCC) al que se sumaron profesionales externos. Nació con los incendios de 2013 y ahora se reconstituyó. "Si bien el objetivo inicial era atender a los animales lastimados y quemados, fuimos viendo que la necesidad de alimentos es crucial, así que trabajamos en los dos aspectos", dice Fernando Pedri, decano de la Facultad de Ciencias Agronómicas. Más de 100 voluntarios y 2800 donantes participan de la campaña.
Hasta el 15 de septiembre, último el relevamiento del grupo en las zonas en las que trabajaron consigna campañas con 81 familias productoras propietarias de 700 caballos, 2331 bovinos, 859 caprinos y ovinos, 160 cerdos y unas 50 colmenas afectadas de diferentes maneras por los incendios. Los profesionales se dividen por zonas y se movilizan a medida que los bomberos los autorizan; hacen recorridas y relevamientos; se arman botiquines y kits de alimentos y se reparten.
En su charla con LA NACION, Guzmán describe que después de que pasaron las llamas y abrió el corral, los animales andan desorientados y deambulan como perdidos, como si no conocieran el lugar. Compró algo de forraje, recibió otra parte en ayuda pero siguen necesitando más. "Todos por acá tenemos el mismo problema; encima, como siempre, los que tienen forraje aumentaron los precios", resume.
Después de los primeros incendios, e incluso con la experiencia de los de años anteriores, los vaqueanos y productores que tienen la posibilidad trasladan a sus animales a corrales más alejados, pero este año la velocidad de expansión del fuego complica la logística y, además, la superficie afectada es muy amplia.
Inés Ighina estudia en la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y con compañeros impulsó un grupo de ayuda a los afectados: "Buscamos reunir granos y fardos para repartir; es mucha la necesidad y se prolongará en el tiempo porque el pasto demorará en crecer. Además, la mayoría de las familias no pueden soltar a los animales porque los alambrados se quemaron y el riesgo es que se les escapen".
Explica que en la zona de Punilla la mayoría de los afectados son familias que crían animales para su consumo o para venta en determinadas fechas; todas explotaciones chicas, sin resto para las inversiones que hay que hacer en estos casos. El Gobierno provincial también asiste con alimentos a los afectados.
Paisaje transformado
Pedri agrega que este año la zona afectada por los incendios es muy extensa y la reconstrucción del ecosistema llevará "mucho tiempo". Respecto de la conducta de los animales, grafica que la situación es equiparable a la que viviría una persona "si vive en una ciudad y de la noche a la mañana voltean todos los edificios; cuando sale de su casa no reconoce nada. Los animales pasan el estrés de no tener más referencias, de estar en un paisaje transformado". Advierte, además, que estarán mal nutridos por un tiempo lo que los predispone a más problemas de salud.
María del Rosario Ahumada es la veterinaria responsable del zoológico semiabierto Tatú Carreta, ubicado en Casa Grande, sobre la ruta 38, en Punilla. Trabaja junto a la Policía Ambiental en la asistencia y curación de la fauna silvestre afectada por los incendios. Señala que aunque hay distintos escenarios, los problemas más frecuentes son los animales con algunas quemaduras y lastimaduras porque no alcanzaron a escapar y aquellos que se acercan a zonas peri rurales buscando refugio y comida.
"Es todo piedra y ceniza entonces buscan reparo –describe-. Manifiestan estrés, demoran más en conseguir comida y agua, debieron huir a nuevas zonas, no pueden cazar". Las especies más afectadas son reptiles, corzuelas, zorros, comadrejas, perdices y aves. Algunos pumas cachorros se encontraron deambulando.
El primer objetivo es siempre atenderlos en la zona en la que están y dejarlos libre; si están muy afectados van al Tatú Carreta hasta el alta; toda la tarea es en coordinación con la Policía Ambiental. Por ejemplo, aumentó mucho la cantidad de pájaros que se acercan a zonas habitadas en busca de comida.
El cómo será la recuperación se podrá proyectar después de que se mida el impacto real del fuego; Ahumada indica que dependerá de cuántas parejas reproductivas fueron afectadas, de qué eslabón de la especie fue más golpeado, pero insiste en que "el ecosistema que va a contener a la fauna está destruido; se quemaron bosques serranos enteros".
Promoción Ambiental de la Municipalidad de Córdoba lleva tres campañas de asistencia con veterinarios y biológos. "Atendimos fauna silvestre y animales de cría que quedaron atrapados por el fuego. Cuando la fauna silvestre se va a zonas habitadas también hay que tener precaución; los rescatamos -en especial a las aves- y van al centro de rescate del exzoológico", señala el director Enzo Cravero, que subraya que lo que se vive es una catástrofe ambiental. "Todos tenemos que cuidar la casa común" .
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