“Ídolos con pies de barro”: el impacto del caso Alberto Fernández y los desafíos ante Milei, según una experta en género
Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género, analizó la situación de las mujeres en la Argentina y las políticas del Gobierno
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“¿Cómo hacemos para que el feminismo, la igualdad y la sociedad que queremos construir le preocupe a alguien más que a los que trabajamos sustantivamente en esos temas, para que eso sea parte de una conversación más amplia?”, se pregunta Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), que se dedica a investigar políticas públicas y proponer cambios. Con la idea de hablar en otros espacios e interactuar con audiencias distintas, se instaló en la reciente edición de arteBA el stand “Otras historias posibles II” para integrar la perspectiva de género y el arte.
El encuentro resultó una oportunidad para actualizar debates y plantear preocupaciones en un contexto de recorte presupuestario y redefiniciones culturales drásticas. “Hay discursos públicos de gran agresividad y de poca sustancia que no están basados en argumentos ni evidencia, y nos parece que ese es un espacio de disputa que hay que seguir dando”, describe Gherardi, al enmarcar la problemática en un movimiento global y agrega: “¿Cómo hacemos para que eso le haga ruido a una sociedad que viene con muchos reclamos y con muchas preocupaciones muy legítimas? Llevemos esa narrativa a otros espacios, hoy es uno de los principales desafíos”.
–Se logró en un momento. La legalización del aborto era una conversación que se había instalado.
–En algún sentido era parte de un mainstream de ese momento, se volvió parte de una conversación habilitada por el espacio cívico y eso es lo que hoy está en discusión, ese ambiente cambió de una manera tan radical. Hay una minoría intensa, que siempre las hay en los extremos, que hoy toma mayor volumen y que de alguna manera está tiñendo la conversación pública. Yo no creo que la mayoría haya cambiado de opinión. Creo que esa minoría intensa, que hoy con la fuerza de agresiones ocupa más espacio y toma más volumen, acalla otras voces que no consienten esa violencia, pero que se paralizan frente a ella. Creo que hay que volver a darle volumen y espacio a una conversación más racional.
–¿Cómo?
–A través del arte, por ejemplo, en la fuerza de los argumentos, de la conversación uno a uno: recuperemos los espacios de conversación analógicos.
–¿Qué están observando en el monitoreo que llevan adelante sobre el estado de las políticas públicas?
–Estamos concentrando el monitoreo en las condiciones de vida y de bienestar de niñas, adolescentes, mujeres y personas de la diversidad en general. Hay dos grandes temas que definen tu espacio de autonomía. En primer lugar, el control sobre tu cuerpo: los derechos sexuales reproductivos, el acceso a la anticoncepción y la disponibilidad eventualmente de información y de acceso a la interrupción legal y segura del embarazo. El retiro que hizo el Estado nacional en la cogestión de la política pública tiene un impacto fuerte que todavía no termina de visualizarse en la entrega, disponibilidad de métodos anticonceptivos y de información, y de acceso a la interrupción legal y segura del embarazo a lo largo del territorio. Las provincias vienen tomando parte de su corresponsabilidad, pero de manera muy dispar, entonces lo que vamos a encontrar ahora es probablemente un agrandamiento de las brechas de desigualdad.
–¿Sucede lo mismo con las políticas para las mujeres en situación de violencia?
–Los lugares de acompañamiento a nivel municipal y provincial se van desarmando por falta de presupuesto. ¿Dónde van a ir las mujeres en situación de violencia a pedir asistencia? Si la Nación no solo se declaró prescindente de cualquier intento por acompañar a mujeres en situación de violencia, sino que además levanta el discurso diciendo que ese tipo de violencia específica no existe, la violencia es igual para todas las personas. Si la violencia es igual para todas las personas y no hacés una política dirigida a ciertas personas en particular que la viven de determinada manera, que sufren más en las casas, a manos de personas más cercanas, a esas mujeres las dejás abandonadas. Cuando mirás las estadísticas de muertes violentas, claro que hay más muertes violentas de varones a manos de varones. Las mujeres en términos absolutos no son las más asesinadas, pero son las asesinadas por las personas conocidas en sus casas. Entonces la política de seguridad ciudadana de poner policías en las calles no las protege e ignorar que eso sucede las desampara. Frente a ese desamparo estamos viendo que las mujeres dejan de pedir ayuda, entonces también es problemático.
–¿Eso ya está sucediendo?
–La investigación que hicimos muestra que las mujeres dejan de acercarse a los espacios de atención con los que contaban porque ya no tienen ninguna política pública para ofrecerles. Las entrevistadas coincidieron en que la interrupción de hecho del programa Acompañar [redujeron la asistencia económica equivalente a un salario mínimo, vital y móvil de seis a tres meses] es una de las mayores preocupaciones. La consecuencia, según declaran todas las entrevistadas, es la dificultad de sostener el acompañamiento y el consecuente regreso de la víctima con el agresor. Si no tiene ese mínimo acompañamiento económico del Estado, se siente un poco más desamparada para salir a buscar ayuda y pensar que puede salir de ahí y se resigna. Tal vez engrose las cifras del femicidio, tal vez no y viva los próximos 30 años en dolor y desamparo, realmente eso es muy triste.
–¿Y a nivel presupuestario?
–El análisis de la ejecución del presupuesto de dichas partidas al primer semestre de 2024, realizado por ACIJ y ELA, da cuenta de una caída estrepitosa: entre enero y junio de 2024 se ejecutó un 80% menos en términos reales que en los mismos meses del año anterior. Aunque las asignaciones presupuestarias fueron prorrogadas nominalmente al igual que el resto del presupuesto, la baja es mucho más marcada que en el presupuesto total, observándose caídas superiores al 40% en todos los programas anteriormente pertenecientes al ministerio [de Mujeres, hoy eliminado].
Todas las políticas implementadas hasta diciembre 2023 para asistir a mujeres en situación de violencia, para prevenir las violencias y/o para capacitar a los integrantes de los poderes del Estado para trabajar mejor en este tema, están siendo desmanteladas: el programa Acompañar, la Línea 144, el programa de apoyo urgente en situaciones de violencia extrema por razones de género, la implementación de la Ley Brisa de asistencia económica a hijos e hijas de víctimas de femicidios, la implementación de la Ley Micaela, son solo algunos de los ejemplos de políticas en los que verificamos una drástica disminución en su ejecución presupuestaria.
Las palabras del ministro Cúneo Libarona [durante la exposición en Diputados] tan violentas, altisonantes e ignorantes no solamente muestran su desprecio y desconocimiento impune sobre las leyes vigentes. Creo que también fue adrede para torcer la conversación, que se le respondiera por sus barbaridades y que él no tuviera que responder por los recortes y la falta de trabajo concreto que está haciendo en los temas de su responsabilidad.
–¿Es parte de la batalla cultural?
–Me parece que fue estratégico para que no se hable de lo que había que hablar. Él fue a la reunión de la Comisión de Mujeres y Diversidad; el martes y el lunes [anteriores] habían publicado el recorte del Programa Acompañar, entonces en lugar de permitir que lo confrontaran con los datos, pateó la pelota a cualquier lado con esa estrategia de agresión y de provocación. Lo hacen para su tribuna. Eligieron el feminismo y a las mujeres como blanco predilecto de su batalla cultural. Están desplegando también un menú de estrategias que están calcadas de los movimientos globales. Es un despliegue ideológico que están probando en la Argentina como antes fue en Estados Unidos, antes fue en Brasil y como sigue sucediendo en Perú, en Paraguay.
–¿Y cuál es la situación de la Argentina en comparación con la región?
–La Argentina tiene un problema adicional que es la pésima situación socioeconómica. Acá hay una situación agravada de descontento social superamplio, no sé si hubieran logrado ganar las elecciones si no hubiera existido el desastre económico del que venimos de las últimas dos décadas. Hoy el Gobierno cuenta con un nivel de adhesión que no es todo ideológico, también es por desgaste y por agotamiento de la política en general. Creo que eso distingue a la Argentina, porque a diferencia de la región de América Latina, tiene un movimiento social, un feminismo, pero también organizaciones sociales supersólidas, un periodismo de investigación todavía muy importante y periodistas todavía interesados. Tiene una producción académica y posibilidades de difundir y de generar conversación con formadores de opinión todavía muy relevantes, y creo que es una diferencia interesante respecto de otros países. Tenemos con qué armar esa resistencia y además tenemos buenos puentes y buenos diálogos. Eso en otros países ya no está, por eso es importante la reacción.
–Más allá de la discusión respecto del ministerio sí o no, ¿cuáles son las políticas públicas más efectivas para las mujeres en situación de violencia?
–La autonomía económica es muy importante, pero no alcanza. Hay mujeres en situaciones bastante privilegiadas que, sin embargo, son víctimas de femicidio o de violencia sostenidas a lo largo de toda su vida; hace falta también una autonomía política, emocional. Para salir de estructuras de dominación más subjetivas es importante el agenciamiento de las mujeres: eso requiere cambios educativos, en la formación. Por eso la batalla cultural nuestra también es muy importante: recuperar la autovaloración y la construcción de redes. Diría entonces que las políticas públicas más efectivas son las que favorecen la autonomía económica y también trabajar para mejorar el acceso a la justicia, sostener los avances en este último campo.
–¿Cuáles?
–Patrocinio jurídicos gratuitos, defensorías públicas especializadas, jueces y juezas con capacitación, formación y disposición a trabajar con perspectiva de género.
–En ese marco llegó la denuncia al expresidente Alberto Fernández, además de las lecturas políticas, ¿qué impacto creés que tuvo?
–Sirvió para mostrar otra vez la importancia de la respuesta eficaz y veloz. Pero eso es un trabajo constante, el Poder Judicial está desparramado por toda la Argentina, por todas las jurisdicciones. Creo que seguramente fue un impacto grande para las personas que veían en el expresidente un referente, también muestra la importancia de no crear ídolos con pies de barro y no regalarle la reivindicación de las agendas a nadie. La reivindicación de la agenda contra las violencias y feminista es de las mujeres, es de los feminismos y tiene muchos siglos de antigüedad, sin duda tiene mucho tiempo de construcción en la Argentina, muy fortalecida desde el regreso de la democracia. No es un partido político, no es de un referente; aunque todos ellos sean importantes para generar los cambios que necesitamos, que se hacen con y desde la política, las agendas son nuestras y no hay que creerle demasiado nunca nadie.
Sobre Natalia Gherardi
- Es abogada graduada en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y realizó un máster en derecho por London School of Economics and Political Science. Dicta clases en la Facultad de Derecho de la UBA, en la Universidad Nacional de Lanús (UNLA) y en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Ha realizado trabajos de consultoría para la Cepal, ONU Mujeres, OEA y la OIT. Integra el Grupo Coordinador de la Red de Acceso al Aborto Seguro Argentina (Redaas). Junto con un grupo de amigas y colegas en 2003 crearon el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), organización de la sociedad civil basada en la Argentina que lidera como directora ejecutiva desde 2007. Con un enfoque interdisciplinario, investigan sobre temas que consideran centrales para la agenda de la igualdad de género.
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