Identificaron al soldado 101 en Malvinas: un santiagueño que murió abrazado a una caja de municiones
La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación dio a conocer hoy a sus familiares que los restos del Soldado Ramón Luna, muerto en la guerra de Malvinas, corresponden al cuerpo identificado número 101 desde que comenzó la misión humanitaria el año pasado.
La identificación del soldado Luna tiene una historia muy particular, que hizo que su filiación sea muy difícil de dar y que se concretó gracias al empeñoso trabajo de la historiadora Alicia Panero.
La historia de Ramón Luna
"Cuatro soldados argentinos sólo conocidos por Dios incluyendo, al 1er Alférez Julio Ricardo Sánchez- 10.487.666". Así rezaba una de las tumbas en 1983, en el recientemente construido Cementerio de Darwin, tras el valioso trabajo realizado por el Coronel británico Geoffrey Cardozo.
Sin embargo, cuando en 2004 se restaura el cementerio, en esa misma tumba aparece una leyenda que señalaba, sobre una lápida de granito negro, que ahí descansaban los restos de: "Héctor Walter Aguirre- Mario Ramón Luna-Julio Ricardo Sánchez-Luis Guillermo Sevilla". El dato sorprendió, porque en ese año aún no se habían realizado las exhumaciones e identificaciones que comenzaron recién en 2017; con la misión humanitaria encargada por los gobiernos de Argentina y Gran Bretaña a la Cruz Roja Internacional (CRI) y al Equipo de Antropología Forense (EAF).
Este dato despertó la intriga dela historiadora y periodista Alicia Panero que comenzó una cruzada para lograr cerciorarse si esa leyenda se correspondía con la verdad. "Conseguí el Informe Cardozo y busqué los lugares donde había recogido estos cuerpos en 1983, donde los había sepultado y quienes fueron identificados. Esos nombres no figuraban. Descubrí así, que la tumba donde descansaba el Gendarme Sánchez, del Grupo Alacrán, quien murió el 30 de mayo en el Monte Kent, no podía incluir los nombres de tres soldados de la Fuerza Aérea, sobre todo porque estos habían caído dos días antes en la base aérea Cóndor de Ganso Verde. La distancia entre el Monte Kent y Ganso Verde es de aproximadamente 80 kilómetros, la historia no cerraba", cuenta Panero a LA NACION.
Panero relata cómo fue construyendo la verdad "años después me encontré con un informe de 2004 de la Fuerza Aérea enviado a Cancillería, donde señalaba que en la tumba donde descansaban los restos del Alférez Sánchez estaban también estos cuatros combatientes de la Fuerza Aérea", y agrega: "a partir de ahí sabíamos de dónde provino la confusión, ahora había que encontrar su identidad".
Panero denunció la existencia de datos erróneos en esas tumbas y fue allí donde, gracias al cruce de ADN realizado por el EAF, se pudo dar con la identidad de los soldados Aguirre, Sánchez y Sevilla. Pero faltaba Ramón Luna.
"Me dijeron que Luna no tenía familiares, de todos modos salí en su búsqueda a través de Facebook y Twitter. Obtuve un dato que me indicaba que una hermana del soldado Luna vivía en Pozo del Castaño, en Santiago del Estero. La contacté con todo el apoyo de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia, sobre todo el Dr. Rodolfo Carabajal, quien cumplió un rol imprescindible en su localización. Luego dimos con otros familiares, un hermano que es maestro rural y un medio hermano que vive en Buenos Aires. Ellos dieron las muestra de ADN y, finalmente pudimos dar con algo que parecía imposible ya que las circunstancias hicieron todo muy difícil: identificar al soldado Ramón Luna", cuenta emocionada.
Panero señala que la fuerza con la que llevó adelante su tarea se basa en su firme convicción que dice que "la muerte no puede robarte también la identidad".
La muerte del soldado Ramón Luna
El soldado Mario Ramón Luna fue uno de los 111 Soldados Conscriptos que viajaron a Malvinas el 23 de abril de 1982 desde el aeropuerto de Córdoba a bordo de un C-130 Hércules. Su sección se estableció en una escuela de Pradera de Ganso hasta que conformaron la Base Aérea Militar Cóndor en menos de dos días, sobre una base de una pista de 800 metros de longitud donde operarían posteriormente el sistema de armas del Pucará y los helicópteros de la FAA.
Santiagueño de pura cepa, tuvo la difícil tarea de cavar pozos de zorro en un suelo congelado que rodeaban el perímetro de la base donde, desde 1° de mayo, despegaron los Pucará con el que marcaron el bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina. A partir de ahí se acabaron los días calmos, producto del fuego de artillería enemiga que no dejaba de sorprender y los obligaba a trabajar también durante las noches frías y lluviosas.
Ramón Luna murió en combate 28 de mayo mientras intentaba acercar municiones a sus compañeros que resistían un ataque desde una trinchera: "Olvídense de la munición, yo me encargo", cuentan que dijo antes de caer abrazado a ellas, obstinado en cumplir con su deber.
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