Identidad de género: la Corte rechazó que la Iglesia rectifique las actas de bautismo y confirmación de una mujer trans
Por unanimidad, los jueces fallaron en que la legislación civil y canónica regulan materias diferentes; el reclamo lo había hecho la funcionaria nacional, Alba Rueda, al Arzobispado de Salta
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Luego de un pedido de rectificación de los registros de su bautismo y confirmación al Arzobispado de Salta, Alba Rueda, representante especial sobre Orientación Sexual e Identidad de la Cancillería, y militante por los derechos de las personas trans, recibió ayer un revés judicial por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN). Su objetivo era que la institución católica modifique sus actas para adecuarlas a su nuevo nombre e identidad de género.
La sentencia, firmada por los ministros Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti, citó los artículos 14 y 19 de la Constitución Nacional, vinculados a la libertad de culto y de conciencia, y determinó por unanimidad que todo lo relativo al registro de sacramentos constituye materia eclesiástica sobre la que el Estado no puede interferir.
La sentencia del máximo tribunal de justicia del país detalló entre sus fundamentos que “no es posible imponer a una autoridad religiosa como la Iglesia Católica la procedencia y el modo en que debe registrar o modificar el registro de un sacramento, pues ello conllevaría a una inadmisible intromisión del Estado en el ejercicio de un culto y, por ello, una violación de la libertad religiosa garantizada por la Constitución Nacional”.
Y agregó: “No puede desconocerse que la legislación civil y la legislación canónica regulan materias diferentes ya que el ámbito civil resulta distinto e independiente al religioso”.
Si bien el Arzobispado de Salta, representado por el abogado Juan Navarro Floria, consideró inadmisible la sustitución de sus actas en el marco del derecho canónico, señaló la pertinencia de Rueda de modificar su nombre en el fuero civil y accedió a hacer una adenda en sus registros según consta en la legislación civil vigente respecto de la identidad de género experimentados de la funcionaria.
En diálogo con LA NACIÓN, Rueda consideró que esta anotación marginal es insuficiente por no respetar su identidad de género autopercibida, no resguardar adecuadamente la confidencialidad del cambio de sexo, y por vulnerar su dignidad personal y su derecho a la identidad.
“Yo soy funcionaria de este gobierno porque efectivamente creo en que nosotros, les argentines (sic), podemos generar cambios culturales, políticos, y lo venimos haciendo desde la aprobación del matrimonio igualitario, con la ley de identidad de género, con la ley de cupo [laboral] trans en la que he trabajado mucho para su implementación. Esta sentencia me obliga a seguir exigiendo justicia en las instancias internacionales denunciando a mi país, algo que jamás pensé que iba a tener que hacer, porque no reconocen nuestras luchas históricas”, detalló.
LA NACIÓN trató de obtener el testimonio de las autoridades del Arzobispado de Salta, pero hasta el cierre de la nota no obtuvo respuesta.
Instancias
“Este fallo reafirma la discriminación de la Iglesia Católica sobre las personas LGBTIQ+ en la Argentina”, destacó la funcionaria. “A partir de la ley de identidad de género, pedí la modificación de todos los documentos en los que aparecía mi nombre anterior. Yo tenía este pendiente porque era el único trámite que no había hecho: la rectificación de mi nombre y sexo dentro de la Iglesia Católica. Lo inicié en 2018 y la respuesta que me dio el Arzobispado de Salta fue brutal: desconoció la función jurídica de la ley, una situación agresiva y violenta, tan discriminatoria, que me llevó a iniciar esta demanda que terminó en la Corte”, recordó
Rueda, a través del patrocinio legal de Jorge Alejandro Mamani, interpuso una acción de habeas data contra el Arzobispado de Salta y, luego de que la Sala C de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil confirmara la sentencia de primera instancia que rechazó la demanda, el caso llegó a la Corte en 2019.
La funcionaria enfatizó a LA NACIÓN su deseo de seguir siendo parte de la Iglesia Católica como persona trans. “Muchos creemos que la Iglesia y la ley de identidad de género pueden convivir. Así lo expresó el papa Francisco en un documental, en el que indica que la Iglesia no le puede cerrar las puertas a nadie”. Se trata de Amén, emitido por Star+, en el que el Pontífice responde las preguntas de un grupo de 10 jóvenes de entre 20 y 25 años, procedentes de diversos países y con vivencias distintas. En ese espacio, consultado por los sacerdotes que maltratan a personas LGBT+, Francisco no dudó en tacharlos de “infiltrados”.
Su recorrido
En marzo pasado, Rueda fue galardonada en el Día Internacional de la Mujer, junto con representantes de Afganistán, Polonia y Ucrania, entre otros países, con el International Women of Courage Award, un premio que Estados Unidos le entrega a referentes de todo el mundo en reconocimiento por su labor. El Departamento de Estado concede este galardón desde hace 16 años, y ha reconocido ya a más de 180 mujeres de 80 países. Rueda es la segunda argentina premiada: la primera fue Susana Trimarco, quien lucha contra la trata.
Antes de asumir su cargo actual en Cancillería, fue subsecretaría de Políticas de Diversidad del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad nacional y se convirtió en la primera mujer trans del país en ocupar una subsecretaría de Estado.
Con Alba Rueda, primera subsecretaria trans de nuestro país. Ella integra el equipo del @MinGenerosAr, que ya está trabajando por una Argentina igualitaria.
— Santiago Cafiero (@SantiagoCafiero) January 9, 2020
La creación del Ministerio es un punto de partida para el reconocimiento de más derechos. pic.twitter.com/QVDUbz5dKu
Rueda nació en Salta y llegó a Buenos Aires en la década del 90 con toda su familia. Se sumó a la militancia trans en 2003 y fue una de las activistas que abrieron espacios en los Encuentros Nacionales de Mujeres, en contra de la segregación de travestis y trans de los espacios feministas y de los movimientos de mujeres.
En 2006, Alba ingresó a trabajar en el Inadi y consiguió que su identidad autopercibida le sea reconocida en el recibo de sueldo. En 2010 y 2011 participó de la presentación de amparos colectivos ante la Justicia, para que se le reconociera su identidad. Así logró su DNI con cambio de nombre y sexo.
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