Humor social. Por qué los ciudadanos llegan a las urnas con negatividad emocional, temor al “cambio loco” y estrés
El largo calendario electoral que incluyó varias fechas de comiciones locales, la inflación y los problemas cotidianos parecen marcar el ritmo de estas horas
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“La verdad -dispara Karina, que tiene 51 años, es ingeniera informática y pide reserva de su apellido- estoy recaliente. Llena de incertidumbre, enojo y fastidio. Lo único que tengo claro es que no quiero que sigan gobernando los que están ahora en el poder. Y si hasta hace poco me inclinaba por un voto bronca, por un cambio abrupto y alocado como el que encarna Milei, en la última semana y después de algunos dichos de la gente que lo rodea se me vino abajo todo otra vez. Nuestros políticos son un asco, deshonestos, corruptos, agresivos o misóginos. Es muy triste”, dice con una mezcla de decepción, desánimo y fastidio.
¿Cuál es el humor social que se respira por estas horas? ¿Con qué sentimientos llegan los ciudadanos a las urnas? ¿Hubo acaso una desconexión, o desenganche de la participación electoral, consecuencia de una campaña tan extensa? “No veo que la desafección o la falta de participación, que es una característica común a todos los procesos electorales de América Latina, sea el caso de la Argentina en este momento. Lo que predomina es una negatividad emocional, que por un lado tiene un componente activo, como la ira -señala Damián Fernández Pedemonte, director de la Escuela de Posgrados en Comunicación de la Universidad Austral-. Sin embargo, esa ira también puede tener un componente de esperanza, sobre todo en el núcleo duro que apoya a Milei, con esta idea central de que después de lo peor viene lo bueno, y que como hay un ciclo que se cae a pedazos llegará entonces la salvación”.
Por otro lado, Fernández Pedemonte suma el concepto de “negatividad pasiva”, que podría caracterizarse como frustración. Es la frustración, dice el experto, de los que descreen que tanto una posible continuidad del candidato que representa al gobierno actual como el de la fuerza partidaria de Cambiemos representen un cambio verdadero. “Ahí sí es posible que la negatividad pasiva pueda verse acompañada por un proceso de desvinculación -agrega Pedemonte- Y además se suma el estrés, que se percibe en la calle sobre todo por la situación económica, la corrida del dólar, la incertidumbre a futuro; en las conversaciones cotidianas de la gente y en las intervenciones que hacen en las redes sociales”.
¿Temor al “cambio loco”?
José Luis Carella tiene 53 años, es periodista y padre de dos hijos. Confiesa que no recuerda un año donde haya tenido tanto trabajo y haya ganado tan poca plata. También considera que después de muchos años vislumbra una posibilidad, una pequeña luz representada en una tercera vía de romper con la hegemonía de las dos coaliciones que han gobernado durante los últimos quince años en la Argentina.
“Crecí en democracia. Ir a votar es algo muy importante para mí, un deber que tomo con mucha responsabilidad. Me gusta participar, nunca falté a una votación y veo en esta campaña una posibilidad para cambiar definitivamente las cosas. Veo que la gente está desgastada, como yo, como la mayoría, que sufrimos los avatares económicos y estamos estresados porque el dinero cada vez vale menos. Los salarios, además, siempre están por debajo de la inflación -considera Carella-. Sin embargo, noto emociones encontradas. Hay gente que ni tiene interés en votar, otros que están muy desanimados. Personas que se muestran muy animadas porque avizoran un cambio y los que tienen temor por ese volantazo, que califican como un cambio loco, como un salto al vacío”.
Ese “cambio loco”, que según Pedemonte viene acompañado de mucha conflictividad social, el planeado cierre de la Secretaría de Derechos Humanos que propone el candidato de La Libertad Avanza y de la discusión de algunos consensos democráticos aceptados pacíficamente hasta ahora, es lo que impulsó a Cristina, una arquitecta de 78 años que también pide reserva de su apellido, a volver a las urnas después de mucho tiempo. “Hacía muchos años que no votaba, que no sentía la necesidad ni la obligación de participar de una elección presidencial, hasta ahora. Estaba totalmente ajena a la escena política, pero en este caso siento que es importante que vuelva a ejercer mi derecho a elegir, a expresarme. Me siento responsable de cómo puede seguir esta historia, es tan fuerte el cimbronazo a nivel nacional como a nivel planetario -considera Cristina, en referencia al conflicto en Medio Oriente-. Y si la política, los gobiernos y las instituciones siguen siendo el medio, entiendo que debo involucrarme”. Luego, insiste: “Es con plena conciencia que tenemos que involucrarnos”.
La economía, la preocupación dominante
Desde el Observatorio de Tendencias de Insight 21, de la Universidad Siglo 21, se realizó una nueva investigación que analizó los caminos posibles considerados por los argentinos para transformar la realidad actual, donde más de mil encuestados de las diferentes regiones del país respondieron sobre los temas prioritarios sobre los cuales debe centrarse esta transformación. Como explica Andrés Pallaro, director del Observatorio, la preocupación predominante en el país por cuestiones económicas tiende a eclipsar los desafíos inherentes al funcionamiento de la democracia. “La persistente polarización política, la inestabilidad económica crónica, los casos de corrupción que minan la confianza en las instituciones gubernamentales y la brecha entre la retórica y la implementación efectiva de políticas públicas son problemas que siguen latentes -apunta Pallaro-. A pesar de la preeminencia de las preocupaciones económicas, es fundamental reconocer que abordar estos desafíos democráticos es crucial para fortalecer la estabilidad política y el bienestar a largo plazo”.
Con ese malestar por la situación económica del país, que le provoca insomnio desde hace algunos meses, llega al cuarto oscuro María Cecilia Núñez, que tiene 48 años, es profesora de danza y está a cargo de sus dos hijos. “Siento como si estuviera en un circo, en medio de un show de trapecistas sin red. Mi sensación es de angustia con mezcla de bronca y resignación, como si estuviéramos condenados a caer al vacío”, escenifica Núñez.
Algo de eso ve últimamente la neuropsicóloga Cynthia Zaiatz en su consultorio todos los días, donde trabaja como jefa del departamento de Salud Mental del Sanatorio Modelo de Caseros. “La gente está muy cansada de escuchar decir a los políticos cosas que luego no cumplen. No llegar a fin de mes, ver que el dólar trepó a los $1000 y no saber qué puede pasar después de las elecciones genera, por un lado, mucha incertidumbre, y por el otro, mucha bronca. Mis pacientes llegan al consultorio alterados, personas que antes no se preocupaban tanto por los precios hoy no les importa tener que caminar el barrio entero para comprar más barato. La gente está enojada porque trabajó todo el año y dice que no se va a poder ir de vacaciones. Y eso genera depresión”.
Un interés casi “morboso”
Como analista político y consultor, Carlos De Angelis hace una diferencia entre lo que sucedió durante la primera mitad de año, luego las elecciones PASO y ahora. “Llegamos a este año con mucha distancia, mucha decepción y falta de involucramiento, porque me parece que la atención de la gente es finita, y cuando uno está tan preocupado por bancar la cotidiana, parece casi como un lujo o una frivolidad estar preocupado sobre la política. Y este discurso de los políticos es pre-Milei. Lo que sucedió con Milei es que supo atraer la atención de los ciudadanos con inteligencia, le da una vuelta de tuerca con el concepto de la casta, que es un término que viene de la izquierda española. Captura ese descontento con su figura, su forma de expresión. Habla de economía y la gente lo entiende”, dice De Angelis.
Con respecto al año electoral, De Angelis hace referencia al fenómeno de las “elecciones adelantadas” en las distintas provincias del país, lo que generó una falta de interés en el electorado con respecto a lo que sucedía en la Capital. “Esto también es un punto, porque en ese momento la gente decía: ‘Bueno, a ver qué pasa en mi provincia, a quién voto’. La atención estaba puesta ahí”. Luego, apunta el sociólogo, el interés se disipa hasta el 13 de agosto, fecha de las PASO. “La elección general sí generó interés. Algunos dicen que hay un interés casi morboso. Es como decir ‘bueno, ¿y ahora qué pasa? ¿rompemos todo? Porque además hay algo que hizo Milei -que no sé si lo favorece o no- es que nunca relajó su discurso ni sus medidas. Aunque algunos de los planes los fue postergando, nadie sabe a ciencia cierta cuándo sucederá todo eso que propone. Pero cuando vemos que se rompe relaciones con el Vaticano, el mundo detiene la respiración”, concluye el académico, que es profesor de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
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