Humanidad y docencia
- 2 minutos de lectura'
Corría el año 1975. Cursaba el cuarto año del secundario en la Escuela Normal de Monteros, en Tucumán. Era una de las mejores alumnas desde primer año, pero con un problema: me aterraba una profesora con la que tenía dos asignaturas. Invariablemente, cuando decía mi apellido para pasar al frente, yo respondía: “no he estudiado profesora”.
El año siguiente mi relación con esa profesora había cambiado para mejor. Un día, me contó algo que en ese momento me impactó y con el tiempo lo atesoré. “La directora me citó a su oficina y me preguntó qué pasaba con vos que tenías malas notas conmigo. Le respondí que eras una alumna que no se dedicaba, muy vaga e irresponsable. Ella desplegó tu legajo y me preguntó: ‘¿A usted le parece que una alumna con promedio de 8 a 9 por año tiene esas características? Creo profesora, que esa niña merece que usted investigue cuál es el problema que tiene con usted porque son las únicas materias en las que está desaprobada, con calificaciones que arruinan su promedio de cuatro años’”. La profesora me dijo que de ahí en más se empeñó en ganar mi confianza.
Siempre admiré y valoré el trabajo de esa directora, que en una escuela de mil alumnos notó en mis calificaciones que había una situación que se podía superar.
Fue mi ejemplo a seguir cuando fui directora, y siempre aspiré con mi trabajo a llegar a esa simbiosis que debe ser ineludible: humanidad y docencia. Espero que así haya sido.
Otras noticias de Mujeres que te inspiran
Más leídas de Sociedad
Un plan a medias. El experimento que pobló el Cáucaso con animales de Sudamérica y acabó en un desastre ambiental
"El mejor jefe del país". La panadería austral que recibe hasta 5000 visitantes de todo el mundo cada fin de semana
En la Ciudad, mucho calor. Alerta por lluvias, vientos intensos y nevadas en ocho provincias
Naturales. Cinco bebidas que se preparan en casa y son ideales para dormir más rápido y mejor