“Hoy era mi primer día de trabajo y ya estoy llegando tarde”: los testimonios de los pasajeros tras el 21° paro de subtes en el año
La nueva medida de fuerza duró hasta las 9, y afectó a todas las líneas incluyendo el Premetro
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Raúl Acosta, de 27 años, es albañil y esta mañana hacía 20 minutos que estaba en la explanada del Centro de Transborde de Constitución. Las puertas permanecían cerradas y nadie ofrecía explicaciones. Mientras caminaba de un lado al otro, pensaba cómo hacer para llegar a las 7 a Flores, donde había conseguido entrar a trabajar en la construcción de un edificio. A su alrededor, las filas para tomar colectivos hacían rulos interminables alrededor del Metrobus. Como él, decenas de usuarios se enteraron en el momento de que ninguna línea del subte iba a funcionar desde las 6 y hasta las 9, un paro previsto e informado a raíz del conflicto gremial que impulsan los Metrodelegados.
“Hoy era mi primer día de trabajo y ya estoy llegando tarde”, se lamentaba este hombre oriundo del barrio Ardigó de Villa Argentina, localidad del partido de Florencio Varela, que se conecta con la Ciudad a través del Tren Roca. “Quedé como encargado del revoque, el levantamiento de paredes y la conexión eléctrica. Ahora no tengo idea de las consecuencias que esto me va a traer; estoy esperando a un compañero para ver si hacemos a medias un taxi o algo porque como están los bondis vamos a esperar parados tres horas. Esto me afecta a mi economía y también me saca las ganas de ir a laburar”, confiesa.
Kevin y Axel son trabajadores de las obras de refacción de la Estación de Retiro, donde se desempeñan en la renovación de vías y soldado de los pilares desde mitades de 2022. En su caso, llegaron desde Tristán Suárez tras tomar un colectivo a Ezeiza y desde ahí tomar el tren hasta Constitución. Como Rodrigo, no tenían idea de la medida de fuerza, pero a diferencia suya, sus superiores estaban en camino para levantarlos y llevarlos a trabajar. “Esto te cambia el día para mal”, contaban, mientras de fondo una serie de carteles electrónicos indicaban “servicio interrumpido por medida de fuerza gremial”.
Hoy no funcionaron ninguna de las seis líneas del subte ni el Premetro hasta las 9 de la mañana, en plena hora pico. La medida se da en el marco de la continuidad del plan de lucha de la Asociación Gremial de los Trabajadores del Subte y Premetro, el sindicato con mayor peso entre los empleados del sector, en demanda de una mesa de diálogo con el Gobierno porteño y la empresa concesionaria Emova para discutir la reducción de la semana laboral debido a la presencia en las formaciones de asbesto, un material potencialmente cancerígeno. Este jueves, ante la falta de acuerdo, paralizaron las seis líneas del subte ni el Premetro desde las 6 hasta las 9 de la mañana, en plena hora pico. Con este, suman 21 paros en los últimos cuatro meses.
“Casi la mitad del día está perdido”
Para Carolina, una señora que supera los 70 años y viajó desde Wilde en la línea de colectivo 98, no está la idea de tomar postura sobre el conflicto detrás del problema, pero aseguró que para ella “casi la mitad del día está perdido”. Es empleada doméstica y necesitaba cruzar casi toda la Ciudad para llegar a Belgrano, una odisea para las 6.10, momento en la que se topó con el paro del subte en su llegada a Constitución, el principal centro de transbordo porteño (junto con el de Retiro), y de cuyos servicios dependen más de un millón de personas que se trasladan a diario a través del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Muchos de los usuarios admiten que desconocen los motivos detrás de la medida de fuerza de los Metrodelegados, por no evitan mostrar su antipatía al respecto. Es que además de remarcar las consecuencias negativas que producen en sus propios trabajos, puntualizan en la frecuencia con la que ocurren los paros (y su falta de conocimiento previo). En esa lógica no solo se enmarcan pasajeros, también comerciantes y vendedores ambulantes.
Así le ocurre a Milagros, que ofrece chipá en la zona del subte. “Hoy no circula poca gente por donde tengo el puesto, entonces vendo la mitad que en un día normal”, dijo y agregó que “como la gente está viendo cómo resolver su día laboral cuando hay paro, no tiene tiempo de comprar”.
21 paros en el año
Los trabajos de modernización anunciados por el Gobierno se mezclan con las tareas de eliminación del asbesto o amianto en formaciones e instalaciones y los metrodelegados disponen del funcionamiento de ese servicio público porque denuncian que está en riesgo la salud de los empleados y usuarios por la presencia de ese material en toda la red. Pero, ¿es seguro el subte? La respuesta depende para quién y qué evaluación ambiental se está haciendo para poder afirmarlo, según pudo relevar LA NACIÓN.
“El asbesto está en toda la red porque está en algunas formaciones, pero está también en la infraestructura”, sentenció Francisco Ledesma, secretario de Salud y Medio Ambiente del Trabajo de los metrodelegados. “El subte no es riesgoso. Nosotros hemos arrancado un proceso de desasbetizado que no supone ningún riesgo para los trabajadores y usuarios”, dijo, en tanto, Manuela López Menéndez, secretaria de Transporte y Obras Públicas porteña. Para la Ciudad, el reclamo que hay detrás es otro: menos horas de trabajo por el mismo salario. En el medio, quedan los usuarios.
Tras las tareas de retiro del asbesto en las formaciones de las líneas A, D y H y reiteradas mediciones de la calidad del aire, el gobierno de la ciudad afirma que trabajar, viajar o vivir cerca del subte no es riesgoso. Lo cierto es que en la línea B, las pruebas en las flotas Mitsubishi volvieron a dar positivo y se volvió a intervenir. En el Premetro, se completó el trabajo previsto en el Plan de Desasbestizado porteño, según se reiteró, y siguen las tareas en las flotas CAF 6000 de la línea B, Fiat de la E y Nagoya 5000 de la C, que no está en operaciones actualmente.
En tanto, desde la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y el Premetro (Agtsyp), reclaman “desasbestización integral de la red, cambio de la flotas contaminadas y vigilancia médica para todos los trabajadores” y piden trabajar cinco días a la semana en lugar de seis disminuyendo de 36 a 30 la jornada laboral para reducir el riesgo de exposición al asbesto “en un ambiente confinado” como es el subterráneo. “No está sustentada la reducción, no hay un sustento técnico que demuestra que estando seis horas menos la situación es diferente”, contesta López Menéndez sobre este punto.