Hospital Borda: visitas para asomarse a la historia de la psiquiatría
Camillas de hierro, chalecos de fuerza, aparatos para electroshock y objetos personales de pacientes internados hace más de un siglo se exhiben por primera vez al público en una conmovedora muestra sobre el patrimonio histórico del Hospital Borda. El novedoso circuito de visitas da cuenta de la historia de este neuropsiquiátrico de más de 150 años y de los sucesivos tratamientos en boga utilizados para la cura de enfermedades mentales. Junto a personal del establecimiento se recorren viejos pabellones, el nuevo museo, los talleres de la imprenta, sus jardines y los edificios catalogados, algunos declarados monumento histórico nacional.
El Hospital José Tiburcio Borda es prácticamente una ciudad oculta en el barrio de Barracas. Abarca 16 hectáreas ocupadas por 100.000 metros cubiertos de construcciones de diferentes épocas, rodeadas de calles con nombres, parques, murales y hasta con sus propios grafitis. Fue fundado en 1863 y es el centro de salud mental para hombres más importante del país, que hoy aloja entre 550 y 600 internados. Además, allí se brinda atención en forma ambulatoria, con unas 5500 prestaciones mensuales.
La idea de crear un nuevo Museo del Borda fue impulsada por uno de los profesionales del hospital, Carlos Dellacasa, quien junto a la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico porteña organiza dos visitas mensuales a los sitios históricos del neuropsiquiátrico, como parte del programa "Los barrios porteños abren sus puertas". Según el especialista, el interés en recuperar las historias de vida de quienes transitaron la institución, tanto de pacientes como del personal, se debe a que desafortunadamente "muchas veces fueron objeto de una destrucción sistemática, presas del olvido, la obsolescencia y el saqueo".
El recorrido atrae todo tipo de público, pero también a historiadores, psicoanalistas e investigadores. "En este proceso de transformación de la salud mental es una interesante iniciativa para que la gente reflexione respecto de qué es la locura", dijo la psicóloga Natalia Gómez, durante la visita guiada de la que participó LA NACION.
"Se defiende lo que se conoce y, en ese sentido, abrir las puertas del Borda es una buena oportunidad de recuperar su pasado", opinó María Rosa Gamondes, historiadora urbana. "Es la segunda vez que hago este recorrido. Hay mucho por aprender", agregó Alicia Rosalmebo, jubilada.
El punto de encuentro es en el hall del pabellón central, desde el cual se accede a una de las salas del servicio de internación, ahora sede del museo. Allí se aprecian instrumentales utilizados principalmente a principios del siglo XX: una cámara Gesell, aparatos de kinesiología, oftalmología y otorrinolaringología, etc. La presencia de estos elementos de clínica médica obedece a que el Borda era un pequeño hospital de múltiples especialidades para atender a los internos.
Entre los objetos más impactantes figuran las máquinas para provocar electroshock, los chalecos de fuerza y las camillas de hierro de sujeción. Los elementos de contención, por ese entonces, eran los únicos recursos para impedir que los pacientes se dañaran a sí mismos o a terceros. Se los aislaba, mientras que hoy el hospital dispone de otros dispositivos con recursos diferenciados que no necesariamente son la internación.
Paradigma
También se entra en contacto con elementos de los talleres de costura, zapatería, cepillería y labranza. "Entre 1890 y 1930, los internos participaban de actividades de mantenimiento del hospital, ya que muchos de ellos, la mayoría inmigrantes, habían ejercido oficios antes de su internación", explicó Dellacasa. Después de la Segunda Guerra Mundial, el Borda llegó a alojar más de 4000 pacientes y a partir de los 50 sufrió un fuerte cambio de paradigma con el ingreso de los psicofármacos y el desarrollo de los tratamientos psicoterapéuticos.
Luego de atravesar el parque, se erige el edificio Amable Jones, y más allá, el Laboratorio de la Clínica de Psiquiatría, que data de 1899. Fue construido para que el alemán Christofredo Jakob desarrollara allí sus investigaciones. Fue declarado monumento histórico nacional en 1999, pero está en estado de progresivo deterioro. Tan solo se repararon su morgue y un ala del edificio.
El Borda en su conjunto está protegido por la ley 3538/2010 de la ciudad de Buenos Aires, un proyecto impulsado por la entonces diputada Teresa de Anchorena. "Se catalogaron con nivel cautelar al pabellón Amable Jones, los consultorios ambulatorios, el hogar de noche, la terapia ocupacional, la imprenta y centro cultural, y el edificio Laboratorio de la Clínica de Psiquiatría", informó la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, cuya presidenta es hoy Anchorena. A su vez, frente a posibles intereses inmobiliarios, esta protección reconoce los valores arquitectónicos, urbanísticos, histórico-testimoniales y simbólicos que presenta el conjunto formado por los hospitales Borda, Moyano y Rawson, integrados con la Plaza España.
Sin embargo, varios edificios con valor patrimonial están abandonados. Entre ellos el que ocupa la imprenta, al fondo del predio, donde se conservan estructuras más antiguas. Fue construido entre 1904 y 1906 con estilo academicista italiano. A pesar de que sus techos con goteras y paredes rotas están a punto de colapsar, en la planta baja se exhiben obras del Centro Cultural Borda, mientras el primer piso conserva la antigua imprenta, una máquina que data de 1899 y funcionó hasta hace cinco años. "En este lugar se editaba el periódico Ecos de las Mercedes, destinado a eliminar los prejuicios frente a la locura. Fue editado e impreso íntegramente por los internos", explicó Fabio Ares, de la Dirección General de Patrimonio.
Cómo participar
Visitas: el tercero y el cuarto miércoles de cada mes
Inscripción: barrios_gopat@buenosaires.gob.ar María Rosa Gamondes
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