El Pasaje General Paz fue construido en 1925 y originalmente era una vía pública; está sobre la calle Ciudad de la Paz, entre Maure y Olleros
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En pleno Colegiales, entre bares y locales de moda, existe un pasaje español casi olvidado. Hasta hace poco ni siquiera figuraba en los mapas, pero atraviesa una manzana entera de Buenos Aires. Para la gente es inevitable asomar la nariz entre las rejas de su entrada: hay algo misterioso que los atrapa de una callecita de otra época digna de película, rodeada de anécdotas y misterios.
Encima del portón principal se observa un arco de medio punto con la inscripción del nombre: Pasaje General Paz. Se ubica en Ciudad de la Paz, entre Maure y Olleros, y está rodeado por dos locales, un restaurante y un sushi, que son parte del circuito gourmet de una zona que crece. Las rejas esconden una vía peatonal privada muy pintoresca a lo largo de un complejo habitacional singular, con dos bloques, uno a cada lado del pasaje. El conjunto tiene dos entradas. La más vistosa es la de Ciudad de la Paz 561. Hay otra por Zapata 552.
LA NACION logró recorrer el sitio, que permanece cerrado al público gracias a tres vecinas que son propietarias desde hace décadas. Son las más antiguas de un lugar donde se mezclan los adultos mayores con estudiantes, artistas, publicistas, músicos, psiquiatras, actrices. “Amo el pasaje donde nací. Mi familia llegó acá en 1941, y el departamento donde vivo ahora era de mi abuela. Su nombre aún figura en el indicador de la entrada, es María Felisa Silva Barrios de Vega”, dice con orgullo Analía Vélez de Villa, mientras señala uno de los dos carteles indicadores al costado de la entrada con el listado y el número de departamento de los primeros habitantes, cuyos datos remiten a principios del siglo XX, cuando se fundó.
Las vecinas coinciden en que al principio se construyó el sector que tiene entrada por Ciudad de la Paz y que luego la construcción se prolongó hacia la calle Zapata.
Un pasaje fastuoso
Para muchos el General Paz no es una callecita porteña más. La califican de “encantador” o “fastuoso”, tal como lo llama Eduardo Luis Baldachan, autor del libro Los ignorados pasajes de Buenos Aires. Dice que “desde la entrada llaman la atención los jardines colgantes y los balcones que unen a las dos alas a la manera de puentes”. También los pilares de mayólicas amarillas con plantas y los bancos adosados a las paredes recubiertos de mayólicas al mejor estilo español.
Además de estos elementos conservados por los vecinos, al atravesarlo de punta a punta uno se da cuenta de que hay mucha luz y mucho verde. Todas las puertas y ventanas de las unidades dan al patio central o a los pasillos abalconados. Sorprende el hecho de que reine un silencio absoluto, es un oasis de tranquilidad a pocas cuadras de las avenidas comerciales Cabildo y Federico Lacroze.
Fue construido en 1925 y originalmente era una vía pública. Cerró sus puertas en la década del 70, aseguran las vecinas reunidas para tomar el té en la casa de una de ellas, Delia Gómez Binaghi. Fue diseñado por el ingeniero y arquitecto Pedro Vinent, que era también el dueño del terreno. La obra fue llevada a cabo por la empresa Gustavo Taddía. Nacieron como departamentos de renta hasta que la ley de Propiedad Horizontal de 1948 permitió la adquisición de las 57 unidades funcionales que aún se conservan. Vélez de Villa recuerda que su mamá compró la vivienda que alquilaban, gracias a un crédito del Banco Hipotecario.
“Nos mudamos acá al día siguiente del terremoto de San Juan del 1944, yo tenía 12 años. El nombre de mi madre perdura en indicador, es Carmen B. de Gómez”, agrega Delia Gómez Binaghi, quien abre las puertas de su casa al resto de las vecinas para recordar junto a LA NACION anécdotas de otros tiempos. Dice que uno de los momentos más lindos era cuando “en las noches de verano mis padres sacaban la reposera afuera y se sentaban en el balcón a tomar fresco”.
En la década del 40 los dueños de toda la edificación fueron los Devoto, agrega. Respecto de esos primeros tiempos, la anfitriona aclara: “La Ley de Propiedad Horizontal facilitó convertir a los inquilinos en propietarios, puesto que los arrendatarios tuvieron no solo prioridad, sino el beneficio de comprarlos por el importe con el cual estaban tasados: esto los hizo mucho más accesibles. Solo las unidades sin previo alquiler podían salir directamente a la venta”.
Según el encargado, Humberto del Jesús Luna, en estos momentos hay tres unidades en venta, con precios que van desde los 240.000 dólares en adelante. La mayor parte tiene alrededor de 80 metros cuadrados, pero hay propietarios que lograron unir dos unidades funcionales y ampliarse.
Todos nos conocemos, todos nos saludamos
El segundo y tercer piso se observan pequeños puentes que conectan ambos cuerpos pero que antes se ensanchan, sinuosos, para dar lugar a balcones llenos de plantas. Son únicos en la ciudad. Ambas edificaciones constan en total de cuatro plantas a las que se puede acceder por ascensores y escaleras. El lote tiene 25 metros de frente.
Un plus es que los cuerpos tienen terrazas enfrentadas que se salvaron de la construcción de torres a su alrededor. Analía Vélez de Villa muestra fotos de su madre posando con ropa deportiva en lo alto de la construcción. “Cuando yo era chica al barrio le decíamos Belgrano, pero hoy para la gente es Colegiales. Todo estaba regulado acá. El encargado era la autoridad y le hacíamos caso. Durante la hora de la siesta no podíamos ni asomarnos a jugar”.
Cuenta que hoy en día, por la ventana uno ve pasar solo a los vecinos cuando entran o salen de su casa. “Es fácil conocernos. Nos saludamos y muchos socializamos y establecemos vínculos”, dice.
Una arquitectura ecléctica
Las baldosas en damero, los macetones con plantas y flores, y los bancos adosados a las paredes, le dan aspecto andaluz al complejo. Sin embargo, es una construcción ecléctica, con elementos de diversas arquitecturas y variados materiales.
Antes de llamarse General Paz, la vía peatonal era conocida como Pasaje Isabel Sánchez Vinent, en homenaje a la esposa del ingeniero. Con ese nombre aparece en el plano de la ciudad de Buenos Aires. No obstante esto, a medida que trascurría el tiempo empezaron a llamarlo como una de sus calles de acceso, que en ese entonces era General Paz. Desde 1941, cuando se inauguró la avenida de circunvalación General Paz, la calle de Colegiales pasó a llamarse Ciudad de la Paz.
Vinent realizó el Pabellón de Fiestas, Correos y Telégrafos, hoy conocido como Pabellón Central de la Exposición del Centenario, el Banco Popular Argentino que estaba ubicado en la actual calle Tte. Gral. Juan Domingo Perón 940 (ex Cangallo). Además construyó numerosas residencias con sus asociados, los ingenieros Esteban Jáuregui y Emilio Maupas; por ejemplo, las ubicadas en Callao 868, Guido 1726, Uruguay 39, entre muchas otras. También levantó en Córdoba el Hotel San Martín y en Rosario el edificio ubicado en la calle Córdoba esquina Italia. Además, junto a los arquitectos Eduardo Lanús y Coni Molina proyectó las casas del Barrio Inglés de Caballito.
Según Inés Doro, de 80 años, su abuelo fue el primer miembro de la familia en vivir en el pasaje: “Somos fundadores. Por ese entonces contábamos con cinco unidades”.
“Mis padres eran vecinos, se conocieron acá gracias al encargado que los presentó. Hoy la quinta generación de mi familia vive en el pasaje”, dice la mujer. Y aclara: “Esto nunca fue un conventillo, por el contrario, lo habitaban los Olazábal, o las chicas de Aráoz de Lamadrid, descendientes del prócer que actuó a las órdenes de Manuel Belgrano. Mi madre tomaba el té con ellas”.
Todas anécdotas de otras épocas que se respiran a cada instante al caminar entre las plantas, subir escaleras, o trepar hasta la terraza.
Un barrio que combina lo antiguo con lo moderno
Colegiales, junto a Núñez, Belgrano pertenece a la Comuna 13. Al caminar entre sus calles es posible descubrir un sitio es tan singular como el General Paz que desde hace años atrapa a publicistas y a directores de cine que alquilan la locación para filmar. Ahí vivieron el músico Andrés Calamaro, y actrices como Julieta Cardinali. Los artistas Marta Borel e Isabel You tienen ahí sus talleres ya que lleno de propuestas renovadas, el barrio residencial de Colegiales crece y se impone como circuito de moda. Con bares, restaurantes, centros culturales y tiendas de decoración, ofrece lo mejor del lifestyle sin abandonar su tradicional espíritu de barrio.
Vala la pena recorrer Plaza Mafalda, Plaza Zapiola, el Mercado de las Pulgas y la calle Federico Lacroze con tiendas boutique, cafeterías y restaurantes y también la animada avenida Elcano, que refleja la vida del barrio. Colegiales combina lo antiguo de sus callecitas escondidas con lo moderno de la mano de los más jóvenes que no se privan de espiar desde la calle el pasaje General Paz, preguntarse quién será el privilegiado que lo habita, y tomarse un par de selfies.
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