Hisopados en Ezeiza. El exbioquímico de Labpax dice que le usaron la firma y la matrícula en los tests
Jorge Chizzolini aún figura como director técnico de la empresa, pero su contrató finalizó el 31 de marzo; el profesional denuncia que utilizaron su nombre en los resultados
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El escándalo sobre los hisopados en Ezeiza ya dejó de mirarse sólo como un artilugio societario para hacer un negocio millonario y esconder los verdaderos dueños de la empresa para empezar a mostrar ribetes de escándalo sanitario. Jorge Chizzolini, bioquímico, cuya firma se lee impresa en miles de resultados que se entregaban a los viajeros dice que le usaron el nombre y la matrícula cuando ya no tenía ninguna relación con la empresa.
“No soy más personal del laboratorio”, dijo en diálogo con LA NACION. Contó que el 31 de marzo fue el último día de trabajo en LabPax, la empresa a cargo de los testeos obligatorios para Covid-19 en el aeropuerto de Ezeiza. Aun así, el laboratorio siguió utilizando la firma digital y la matrícula de Jorge Chizzolini como aval de los negativos y los positivos que recibieron los viajeros a cambio de $2500.
De hecho, hoy, en el sitio online de Labpax todavía figuraba el nombre del bioquímico hasta la última captura del caché de Google a las 13.07. Por la tarde, la página borró todos los datos del profesional a quien presentaba como “bioquímico, disciplina académica Investigación y Desarrollo-Salud (hematología), Universidad de Buenos Aires”.
“Mi contrato terminó en último día de marzo, el 31, y desde ese momento estoy desvinculado completamente de la empresa”, dijo en diálogo telefónico desde Bariloche, donde dicta una capacitación de la Asociación Argentina de Técnicos y Auxiliares en Laboratorio de Análisis Clínicos (Aatalac). Justamente, el curso es sobre uso de la tecnología de amplificación isotérmica que usan los kits de detección del material genético del virus de Covid-19, como el Neokit que desarrolló el año pasado un equipo del Instituto César Milstein-Conicet con el laboratorio Cassará.
Chizzolini coordinó el trabajo de la Unidad Móvil de la Aatalac con el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires en la detección de casos de Covid-19 con el kit diagnóstico en la Región Sanitaria VIII, que abarca desde General Lavalle hasta más allá de Necochea y hasta Tandil y Ayacucho hacia el interior bonaerense.
La convocatoria para trabajar en Labpax llegó por su amistad con un personaje cercano a la empresa, Jorge Fabrello, dueño de Bio-Fab, uno de los que serían dueños de Labpax junto con los dueños de Sanity Care, y tras el lanzamiento en Mar del Plata de una versión del test con resultado en una hora. Aquel acto fue el 21 de diciembre pasado y participó el gobernador Axel Kicillof y el ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, Roberto Salvarezza.
“Me convocaron por mi conocimiento y experiencia en el uso del kit diagnóstico que habíamos estado implementando con el móvil de Aatalac en la provincia. Tuve un contrato por tres meses, desde enero, para poner en función la amplificación isotérmica en el laboratorio en Ezeiza”, contó a LA NACION. “Esa unidad móvil funciona solo con el Ministerio de Salud (bonaerense) para el plan Detectar. La asociación no tiene relación con LabPax.”
Entre enero y hasta el 31 de marzo, Chizzolini estaba contratado para trabajar de lunes a viernes. Los fines de semana, la supervisión quedaba a cargo de otro colega, Rodolfo Principi, responsable de los estudios de serología del Banco de Sangre del Hospital Vicente López y Planes, en General Rodríguez, de acuerdo con la información que proporciona el laboratorio. Este medio intentó contactar a Principi, sin respuesta hasta el momento.
La principal preocupación de Chizzolini, tras la investigación que hoy publicó LA NACION, es el uso de su firma digitalizada y su matrícula profesional que estuvo haciendo Labpax para respaldar los resultados de sus tests a los viajeros. “Mientras estuve puse a punto el uso del Neokit de investigadores del Instituto Milstein, que es una variación de la prueba de PCR. Lo que sucedió más allá de eso y de esos meses, no puedo informar”, respondió al preguntarle sobre el uso de los tests rápidos de antígenos de la firma Abbott y la sorpresa con la que viajeros relataron a este medio en los últimos días sobre la rapidez en la entrega de los resultados.
“Hay países como Holanda que aceptaba solo el test de antígeno, así que tuvimos que hacer en algunos casos ese test. Pero la generalidad era el uso del Neokit”, agregó el profesional. “El kit más rápido es el Panbio, de Abbott, con un resultado en 20 minutos. Con el Neokit de Cassará, el resultado está en dos horas. Desconozco que se pueda hacer un test en un minuto. Tengo muchos años de experiencia e ignoro que exista un test tan rápido”, dijo.
Su trabajo consistía en ir supervisar a diario, durante la semana, las tareas del personal técnico en la carpa de Labpax. Eso le demandaba entre cuatro y seis horas en el lugar. Los fines de semana estaba su codirector técnico.
Una vez finalizado el contrato con LabPax, que era de tres meses, decidió no renovarlo. “Me desvinculé porque el proyecto no era de mi interés. Muchos años fui docente y estoy capacitando gente en el uso del Neokit y me siento más cómodo que con las tareas en Ezeiza”, aclaró.
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