Hierro Quina, la historia del aperitivo de 1887 que prometía “curar todos los males”
De origen italiano, hecho a base de citrato de hierro y quina, fue introducido en la Argentina por José Peretti en 1893; todavía se sigue fabricando
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“El Hierro Quina Bisleri es mi tónico preferido, a él debo mi salud y mi fuerza”, sugería la publicidad de esta bebida nacida en Italia, en 1887, y que alcanzó gran popularidad en nuestro país. Se podía ver a un luchador musculoso, tomando una copa del aperitivo. “Hierro Quina Bisleri, la fuerza viva que todo lo avasalla”, refería otra, en este caso con un hombre que escarmentaba a otro, en forma correctiva, tirándolo al piso.
Nacido como un tónico para “deportistas y reconstituyente de la sangre”, a base de citrato de hierro y quina e introducido en la Argentina por José Peretti en 1893, prometía curar todos los males. Todavía se sigue fabricando. “Es el aperitivo más complejo elaborado artesanalmente por más de 200 años”, afirman Juan Faggiolini, Director de Marketing & E-Commerce de Cepas Argentinas, quienes tienen a cargo no solo la producción de Hierro Quina, sino de tres marcas emblemáticas: Hesperidina, Amargo Obrero y Pineral, llamados “Aperitivos Argentinos”.
De gran aceptación nacional, formó parte de una lista de aperitivos que nacieron como medicinas y que los médicos recetaban para tratar distintas dolencias. Fueron creados por boticarios, a la manera de los alquimistas, experimentando con diferentes hierbas y sustancias. Muchos de ellos se comenzaron a vender en las farmacias, antes que en bares. Un ejemplo: la Hesperidina, creada por Melville Bagley en la Farmacia La Estrella, en la esquina de Alsina y Defensa, aún abierta.
La historia de Hierro Quina comienza en Milán. Felice Bisleri (1851-1921) fue un famoso empresario italiano nacido en Verolanuova, inventor y químico que “luego de largos estudios” dio con la fórmula en 1887, trabajando en base a la de Ferro Quina Birré, se conocían dos ingredientes: chinchona (quina) y sales de hierro, pero también se sugería que tenía “infusión de sustancias vegetales”, sin especificar cuáles. El misterio formaba parte de estos tónicos. Fue todo un personaje. Obtuvo la medalla de plata de valor militar por su lucha en la batalla de Bezzecca.
Su empresa también hizo el agua mineral Nocera Umbra y el Esanofele, una medicina a base de quina, hierro y arsénico, que fue muy eficaz para combatir la malaria. En los comienzos de la pandemia de coronavirus se nombró a la cloroquina (compuesto sintético creado en 1920 que mejora las virtudes de la quina) como una posible cura contra el virus. La Ferroquina Bisleri, así se la conoció en sus primeros años, se la publicitó como un tónico para deportistas para “restaurar la sangre”.
“Hierro y quina, dosificados científicamente, para lograr el triple estímulo que el corazón, el cerebro y la red nerviosa requieren; esto es el Ferro Quina Bisleri”. Así lo describía un artículo de Caras y Caretas de 1915. Ganó fama mundial e iba a llegar a la Argentina de la mano del primo de Felice Bisleri, quien cruzó el océano Atlántico con la fórmula en su equipaje.
En 1893, ya en Buenos Aires, José Peretti introduce la Hierro Quina Peretti, en sociedad con César Pestagalli, aunque por muchas décadas el apellido Bisleri estuvo fuertemente asociado a este brebaje, y su primo relegó el suyo. Apoyado con una fuerte campaña publicitaria en los principales medios nacionales, el aperitivo —avalado por reconocidos médicos y figuras del deporte de la época— tuvo una gran aceptación. Desde ese entonces nunca dejó de fabricarse.
Debido al éxito de la Hierro Quina Peretti, el Gobierno de Italia “por hacer conocer e introducir los productos italianos en esta Gran República” le concedió a Peretti en 1914 el título Cavaliere dell’ordine al mérito del Lavoro. “Es incalculable la cantidad de Ferro Quina que desde más de 40 años la casa Peretti ha importado. Millones de cajones…”, cita el artículo de Caras y Caretas. El mercado no parecía tener techo para alimentar a los consumidores.
Tradición heredada
“Son marcas que están en nuestro ADN, y que pasaron de generación en generación —afirma Faggiolini—. Es una tradición heredada, uno de los principales valores que las iguala son su corazón inmigrante: recetas centenarias, creadas por artesanos botanistas llegados de Europa”.
“Marcaron una época: muchos de estos aperitivos son el resultado inesperado en la búsqueda de pociones medicinales para mejorar la salud”, agrega. Todas ellas impusieron una moda: la ceremonia de tomar un aperitivo, que durante muchos años se emparentó con ayudar a tener una mejor calidad de vida.
Las fondas y bares fueron los puntos de encuentro en la ciudad, en el campo, las pulperías. A fines del siglo XIX y a comienzos del XX el gaucho adoptó estos tónicos; su correlato fue el obrero en la vida urbana. Ambos lograron consolidar el consumo de estas bebidas que aún se encuentran vigentes.
La Hierro Quina se publicitaba como un reconstituyente de la sangre. “Aperitivo higiénico, es golosina y medicina”. Se aconsejaba tomarlo en cualquier momento del día, antes de las comidas, solo, con agua mineral, con cola o soda. Cada litro tenía —según su fórmula original— 5 gramos de hierro disuelto “asimilable al cuerpo humano”. El eslogan que se usó fue: “¿Querés salud?: tomá el Hierro Quina Bisleri”. Las palabras acompañaban a la figura de un león rugiendo.
El gran felino se convirtió en un símbolo del aperitivo. Había una razón: el ícono refiere a la histórica fábula de Fedro, quien en forma moralizante relata la alianza que el león pretende tener con tres animales de menor porte para dedicarse a la caza, y así tener más chances de obtener una mejor presa. Cuando la obtiene, el león la dividió en cuatro porciones. “Yo tomo la primera porque me llamo León, la segunda porque soy más fuerte, la tercera porque me corresponde, y quien se atreva a tomar la cuarta, la pasará muy mal”. El aperitivo y su impronta vigorosa tomaron la imagen de ese león para representar la fortaleza de su poderosa fórmula.
La quina (Cinchona officinalis), árbol nacional del Perú, fue muy usada en muchas recetas médicas que luego derivaron en aperitivos o bebidas espirituosas, como el Jerez Quina o el aperitivo “Kalisay” que fue el único en el país hecho con vino blanco y quina, y se publicitaba como un aperitivo familiar, tanto así que sugerían su consumo en los niños. En general, la quina fue asociada con el efecto reconstituyente para la salud. La creación de Bisleri le dio un papel relevante. Es una especie de árbol originario de América del Sur que se encuentra en la Amazonia. Su corteza, que es denominada quina o quinaquina, posee amplias cualidades medicinales, al igual que otras especies del género Cinchona, también puede denominarse chinchona.
Durante la primera mitad del siglo XX, los aperitivos eran avalados por médicos en publicidades que marcaron un estilo. Así, la “Hierro Quina” fue uno de los productos que más usó esta estrategia de venta. “Me es grato certificar que he experimentado el Hierro Quina, considerándolo como un buen elixir tónico y estimulante, pudiendo tratarse con él las enfermedades que traen pérdida de fuerza notable para su restauración”, reza un médico en una de estas publicidades.
En otra pieza publicitaria dos soldados se hallan en acción de desconcentrar la tropa, están cansados. Uno lo inquiere: “Ta bueno, y luego dirán que somos unos tilingos”. Su compañero le contesta, con pesadumbre: “Peor no podíamos haberlo pasado, si al menos nos hubieran dado Hierro Quina!”
Famosos devotos
Hierro Quina Peretti tuvo devotos que le valieron fama de bebida que daba coraje. El aviador Alberto Mascias despegó el 18 de junio de 1913 del entonces aeródromo de El Palomar piloteando un monoplano Bleriot XI, logrando un récord nacional: llegó a 4500 metros de altura. El mito cuenta que durante el vuelo tomó Hierro Quina. Una publicidad de esos años lo muestra junto a su nave con un cinturón alrededor del cual cuelgan botellas del tónico.
“Tengo la satisfacción de manifestarle que he usado su específico “Hierro Quina” en diferentes casos de cloroanemia y debilidad muscular por excesos juveniles o trabajos excesivos, habiendo obtenido en todos el más completo resultado pues tiene la ventaja, además de reunir los dos más poderosos tónicos hasta hoy conocidos, de ser perfectamente asimilable y tolerado por los estómagos más débiles y delicados”, argumentaba el Dr. Manuel Cisneros en una publicidad.
El artículo de Caras y Caretas referido a “Hierro Quina Bisleri” concluye que con todos estas certificaciones médicas el aperitivo “cumple honestamente sus deberes para con sus favorecedores, la progresista razón social vela por la salud pública, satisfaciendo el gusto de los hombres catadores de aperitivos, misión que la honra sobremanera”.
El invento de Felice Bisleri y la idea de traerlo a la Argentina que tuvo su primo José Peretti resurgió junto al renacimiento de la ceremonia del aperitivo de los últimos años. El regreso a los aperitivos olvidados es tendencia. “Todo lo vintage volvió a resurgir”, afirma Diego Zelaya, bartender embajador de los “Aperitivos Argentinos”.
Los datos del repunte de estas bebidas antiguas son categóricos. En 2020 se produjeron un total de 985.500 litros de Hierro Quina, Pineral, Hesperidina y Amargo Obrero, y en 2021, la cifra ascendió a 1.156.500 litros.
¿Cómo es el perfil actual de un consumidor de un aperitivo hecho en 1887? “El de una persona que espera una bebida que lo sorprenda, el que ve lo que otros no sienten, el que prueba Hierro Quina se enamora automáticamente por su complejidad y lo distinto al paladar universal”, agrega Zelaya.
Amargo y con aroma ferroso, aconseja tomarlo con cola, abundante hielo y una rodaja de limón. Como decía una publicidad: “Cupido lo adivina, lo que a usted le hace falta es Hierro Quina”.
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