Heroico rescate de una montañista francesa en la "montaña asesina"
Elisabeth Revol fue socorrida por una expedición polaca al bajar del Nanga Parbat
BILBAO.- La mediocridad se había instalado en las montañas más codiciadas del planeta, los llamados "14 ochomiles". El asunto no tenía tanto que ver con las carencias técnicas de los aspirantes a conquistar sus cimas, sino más bien con su falta de principios éticos. Sabiéndose débiles y no tan bien preparados como hubiera sido deseable, muchos himalayistas deseaban convencerse y habían convencido a muchos de que en altura nadie podía esperar un rescate.
Los mejores alpinistas llevan tiempo desmontando un argumento tan lamentable: si el verano pasado Alberto Iñurrategi, Mikel Zabalza y Juan Vallejo rescataron en el Gasherbrum II a un italiano abandonado a su suerte por una banda de cínicos, anteayer el kazajo Dennis Urubko y el polaco Adam Bielecki firmaron otra gesta mayúscula. Fue en el Nanga Parbat (llamada "la montaña asesina" es la novena entre las más altas del mundo y la segunda de las más altas de Paquistán en la cordillera del Himalaya), en pleno invierno, con temperaturas de 40 grados bajo cero.
Resultó mágico, por improbable, por atrevido, por desesperado. Apenas 40 horas entre la mañana del viernes pasado, cuando se recibió la alerta en el campo base del K 2 y las dos de la madrugada del sábado. Su gesto enorme salvó la vida de la francesa Elisabeth Revol, que permanece internada en el hospital de Islamabad con graves congelamientos en sus extremidades.
Podían haber alegado que estaban lejos, que el invierno en Paquistán es atroz, que ellos se lo habían buscado. Pero nadie como un gran alpinista para entender a otro, para distinguir entre un comportamiento suicida y el deseo puro de enfrentarse a un reto, a un sueño. Con todo, nada pudo hacerse por su compañero de cuerda, el polaco Tomek Mackiewicz, afectado por un edema y congelado en un punto a unos 7200 metros de altitud.
Tomek tenía una fijación: escalar el Nanga Parbat en invierno. No le importaba ser el segundo en hacerlo, pero deseaba hacerlo, incluso financiando su empresa mediante el crowdfunding. [Los primeros fueron, el 26 de febrero de 2016, el español Alex Txikon, el italiano Simone Moro y el paquistaní Alí Sadpara]. Este era su séptimo intento desde el invierno 2010-11, el tercero en compañía de la francesa Revol.
Al parecer, el miércoles pasado ambos alcanzaron la cima (dato que está a la espera de ser confirmado), pero el cansancio y el frío extremos tumbaron al polaco durante el descenso. Si llegó hasta la tienda de campaña fue gracias a su amiga. Allí, un principio de edema cerebral derrotó a Tomek. Tras pasar una noche a 7400 metros, ambos iniciaron un lento descenso.
Apenas perdieron 200 metros de altura. Mientras Tomek quedaba en la carpa, Revol decidió seguir bajando esperando algo más que un milagro: la expedición polaca que este invierno trata de conquistar el K 2, el último "ochomil"que no conoce ascensión invernal, deseaba acudir al rescate.
Anteayer, dos helicópteros del ejército de Paquistán recogieron a cuatro alpinistas polacos (los citados Urubko y Bielecki junto a Piotr Tomala y Jarek Bator) en el campo base del K 2 y los colocaron a los pies del Nanga Parbat, a 4850 metros. La idea era depositarlos a 6000 metros, pero ni el tiempo ni la pericia de los pilotos permitieron el salto.
Avanzar rápido
Quedaba escalar una ruta técnicamente compleja, con el muro Kinshofer y sus pendientes previas tiesas y heladas. Según la expedición polaca, Urubko y Bielecki escalaron nada más pisar el suelo, siguieron de noche, jugándosela al emplear a ratos cuerdas fijas instaladas en verano con la voluntad de avanzar lo más rápido posible. Ambos conocían la vía, estaban razonablemente aclimatados e invirtieron nueve horas hasta dar con Revol a una altitud de unos 6200 metros.
Cuesta explicar su proeza, el terrible compromiso adquirido, la pericia técnica y física desplegada no solamente para escalar, sino para conducir montaña abajo a la alpinista francesa, exhausta y con congelaciones en pies y manos. Ayudar a Revol significaba despedirse de Tomek: la anunciada llegada de una tormenta estos días dejaba el rescate en manos del helicóptero, que de momento no volará.
Los organizadores del rescate decidieron que debían dar por cerrado el mismo: "Se ha tomado la difícil decisión de desestimar el rescate de Tomasz Mackiewicz. Intentarlo supondría poner en grave riesgo la vida de los miembros del grupo de rescate. Es una decisión terrible y dolorosa. Estamos muy afectados. Todos nuestros pensamientos están con la familia de Tomek (casado y con tres hijos) y sus amigos. Estamos llorando", afirmaba ayer el vocero Ludovic Gambiasi.
© Ediciones El País S.L.
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