Hepatitis C: la cruzada de una ONG para distribuir 2000 tratamientos contra la enfermedad invisible
Durante 16 años convivió con un virus sin saberlo. Como en la gran mayoría de los casos, Rubén Cantelmi (59) se enteró de que tenía hepatitis C a través de un análisis casual. Hizo varios tratamientos con inyectables y, finalmente, consiguió curarse después de 18 años y al cabo del quinto intento, con drogas que producían muchas complicaciones.
Hoy, las cosas son muy distintas: existen nuevos fármacos capaces de curar la enfermedad en el 95% de los casos y tan solo en 8 o 12 semanas. Son drogas prácticamente sin efectos adversos, por vía oral y las cubre el sistema de salud.
Sin embargo, son muchas las personas con hepatitis C que no se tratan ni se curan y se exponen a una infección crónica que puede terminar en cirrosis, cáncer de hígado o la muerte. Por eso la ONG Buena Vida (de la que Cantelmi es presidente) inició una campaña para entregar gratuitamente a pacientes con hepatitis C los 2000 tratamientos con drogas de última generación que compró el Ministerio de Salud de la Nación.
"Estos medicamentos incluyen a los más modernos o ‘pangenotípicos’, es decir, que pueden curar cualquier genotipo o ‘subtipo’ del virus e inclusive los casos de estadio avanzado de daño hepático. Están garantizadas las condiciones de acceso al diagnóstico y al tratamiento, así que no hay tiempo que perder en esta batalla hacia la erradicación del virus", indica Ezequiel Mauro, médico hepatólogo, coordinador del Programa Nacional de Hepatitis Virales del Ministerio de Salud de la Nación.
Acción directa
"Tengo más de 30 años de ejercicio de la hepatología, y conozco esta enfermedad desde que no tenía nombre: la llamábamos hepatitis no A no B –dice el doctor Omar Galdame presidente de la Sociedad Argentina de Hepatología (SAHE)-–. El virus de la hepatitis C se identificó recién en 1989, y este año, fueron distinguidos con el premio Nobel los doctores Alter, Rice y Houghton, sus descubridores".
Los antivirales de acción directa comenzaron a llegar al país en 2015 y, a diferencia del interferón –el tratamiento más usado hasta ese entonces– que ayudaba al sistema inmune a defenderse del virus (acción indirecta) y permitía la cura de la enfermedad entre el 30% y el 60% de los casos, estos nuevos fármacos le dan de lleno a todas las variantes del virus de la hepatitis C y terminan con él.
Es un medicamento caro (cada tratamiento cuesta un millón y medio de pesos), pero a los pacientes del sistema público los cubre el Estado y a los de obras sociales y prepagas también deben ser cubiertos, aunque a menudo, indica Cantelmi, estas instituciones se las ingenian para evadir la cobertura. "Y a veces el paciente, ya cansado, termina no reclamando. Nosotros, en la asociación, los ayudamos a que accedan a la medicación, que exijan la cobertura", afirma.
Si surgen obstáculos para identificar a profesionales de la salud o en el acceso a estudios de control o a la medicación, Buena Vida brinda asesoramiento gratuito a través del 0800-220-0288 de lunes a viernes de 10 a 18. Además, la ONG –que está formada por 12 voluntarios, todos curados de hepatitis C– cuenta con representaciones regionales en la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, San Juan y Santiago del Estero.
"Con este gran avance de los tratamientos, la hepatitis C dejó de ser la primera causa de cirrosis, trasplante hepático o cáncer de hígado –dice Galdame- . Hasta 2017 el Ministerio de Salud de la Nación le daba prioridad a los pacientes más avanzados porque no había disponibilidad de fármacos. Pero desde 2018 el acceso a los tratamientos aun en estadíos iniciales es para todos. En pacientes con estadíos leves el índice de curación es del 98%, y en aquellos con estadíos más avanzados, incluso cirrosis, de más del 90 por ciento. La Organización Mundial de la Salud proyecta erradicar la infección en el 2030. Quizás en nuestro país pueda ser en 2050".
En el mundo, la hepatitis C afecta a 71 millones de personas y causa la muerte de 400.000 cada año, según la OMS.
Riesgos y avances
El virus de la hepatitis C se contagia a través de la sangre, así que cirugías, transfusiones y todo tratamiento médico que suponga exposición a ese líquido vital o a materiales contaminados siempre aumenta el riesgo cuando no se siguen las reglas de esterilización. Las relaciones sexuales no protegidas donde pueda haber contacto con sangre y el consumo de drogas intravenosas son otras vías de exposición al virus, pero aun conductas aparentemente mucho menos riesgosas, como usar la misma afeitadora o el cepillo de dientes, son puertas abiertas para contraer la infección. Los piercing y tatuajes son prácticas que aumentan el riesgo.
"Por eso recomendamos que al realizarse tatuajes lleven la tinta además de las agujas, porque aunque se cambien las agujas el virus puede estar en la tinta y eso pasar de una persona a otra", dice Cantelmi.
"La gran mayoría de los pacientes con hepatitis C la tienen en forma crónica y sin síntomas –añade Galdame–. Por eso, pueden pasar 20 años con la infección y no saberlo. La enfermedad tiene cuatro estadíos según el grado de fibrosis del hígado: leve, moderado y severo y el más avanzado, la cirrosis, al que llegará entre el 20 y 30% de quienes se contagien. En esos casos el hígado se endurece, se forma líquido en el abdomen (ascitis), várices en el esófago, y también encefalopatía, lo que causa daño cognitivo. Una complicación frecuente es el cáncer hepático".
Galdame añade que actualmente el problema no está en la eficacia de los tratamientos, sino en los pacientes no diagnosticados ni tratados. "En la Argentina tienen esta infección entre 300.000 y 350.000 personas –afirma el presidente de la SAHE–. De estos, la mitad no lo sabe y no accede al tratamiento."
Para identificar a las personas infectadas y ofrecerles tratamiento solo hace falta un análisis de sangre de rutina, al que deberían acceder al menos una vez en la vida. "Lo ideal sería que los médicos de atención primaria pidan este análisis –dice Galdame-. Y si no es posible testear a toda la población, otra estrategia es un programa de microeliminación: buscar pacientes en mayor riesgo".
Una vez curados, ¿el hígado queda como nuevo? "Depende de cada caso. Yo quedé con un grado de fibrosis leve –contesta Cantelmi- pero hay otros pacientes que pueden revertir su daño hepático. Tener hepatitis C no es un diagnóstico esperado o buscado, la mayoría se entera por casualidad. El impacto que genera es fuerte: las personas buscan información en internet y se encuentran con que es una enfermedad que puede ser grave, y eso asusta más. Causa mucho trauma, pero lo importante es que quede claro que hoy en día se puede curar. En 8 a 12 semanas, con una pastilla y sin efectos adversos".