Henao parecía una vecina más
Vecinos del edificio Ombú, situado en la calle Jaramillo 2010 del barrio de Núñez, amanecieron ayer con la sorpresa de que habían convivido hasta anteanoche con la viuda y el hijo del hombre conocido como el narcotraficante más grande del mundo.
Ni su acento colombiano ni sus cuatro perros caniche habían despertado curiosidad en los habitantes del edificio. Victoria Eugenia Henao Vallejos y su hijo Juan Pablo eran simples copropietarios.
Pero todo cambió para los habitantes del complejo desde que el juez federal Gabriel Cavallo libró la orden de detención contra la viuda y el hijo del zar colombiano de la droga.
Sorpresa, indignación y curiosidad se mezclaron entre los vecinos de los dos edificios de 21 pisos que en total suman 96 departamentos.
"Me enteré por la radio, nunca pensé que tuviéramos vecinos tan ilustres", dijo, de manera sarcástica, una mujer que salía del edificio en su auto.
"Era muy parca en el trato. No hacía sociales con los copropietarios y, en los ocho meses que vivió acá, nunca fue a las reuniones de consorcio", recordó, azorada, María Cristina Ramonino, otra vecina.
Los semipisos del edificio, según los propietarios, son de construcción estándar, carpintería y persianas metálicas y tienen alrededor de 130 metros cuadrados. Están valuados en unos 220 mil dólares.
El complejo cuenta con seguridad privada, pileta de natación, cancha de tenis y gimnasio. El 17º "N", que habitó Henao Vallejos, tiene vista al Río de la Plata y sus expensas mensuales son de 349 pesos.
La casa del country
La noticia de la detención también sorprendió a buena parte de los más de 1500 socios del Club de Campo Las Praderas.
Ese apacible barrio privado de Luján -250 hectáreas, 763 lotes- fue uno de los lugares que eligió Victoria Henao Vallejos para vivir durante algunos meses en la Argentina junto con su hijo Juan Pablo, según confirmaron ayer fuentes judiciales.
Muchos vecinos negaron haber siquiera conocido a la familia colombiana que vivió allí; otros, directamente, prefirieron no hablar y optaron por un perfil discreto. "No me gusta que el lugar donde yo vivo se vea envuelto en algo como esto", dijo una mujer que no quiso identificarse al salir ayer de la urbanización.
Sólo uno de los socios consultados recordó el paso de Vallejos y Escobar por Las Praderas, pero nunca supo quiénes eran.
"Vivieron aquí durante varios meses, pero se mudaron a Buenos Aires hace más de un año", aseguró un médico, que no quiso identificarse, mientras partía del lugar en un Peugeot 405.
La condición de anonimato fue unánime. Los empleados administrativos del club, los encargados de la seguridad y los vecinos consultados exigieron que no se consignaran sus nombres. Aun para decir que no sabían nada.
Las frases se repetían como en una letanía ante la consulta de La Nación : "Nunca hubo nadie con esas características", "no sé de qué me habla, pero no me comprometa".
Las Praderas se fundó el 10 de noviembre de 1977. Está rodeado de árboles y la mayoría de las casas tiene vista a las canchas de golf o de polo que hay en el predio.
Una de las versiones que se difundieron ayer daba cuenta de que la viuda de Escobar Gaviria había comprado una casa en Las Praderas, valuada en 350.000 dólares, en la que luego gastó otros 100.000 en refacciones.
La Nación no pudo corroborar en la administración del club si la familia tuvo o no allí un inmueble de su propiedad.
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