Helenita: un volcán de la solidaridad
El fundador de red solidaria explica por qué el caso de la beba trasplantada en Estados unidos demuestra el crecimiento en nuestro país de la ayuda al prójimo
Cuando hago estas anotaciones, el país, nuestro país, está a punto de hacer una locura: una cantidad impensada de gente se dispone a bailar una coreografía a la misma hora en todas las provincias. Podrán hacerlo en distintos puntos de reunión, al aire libre o en sus casas frente a una computadora. Lo que verdaderamente importa es que se entreguen a esa pequeña danza en el mismo momento, todos juntos, como una muestra de lo que somos capaces de hacer los argentinos cuando nos unimos detrás de un objetivo.
No nos sucede tantas veces.
Es, también, un modo de celebrar.
Y vaya si tenemos motivos para celebrar. La capacidad de ayuda de los argentinos en la última década se ha multiplicado por diez. Creció la confianza, se multiplicó la tecnología con el estallido de las redes sociales.
Helena Galván –Helenita para todos nosotros – nació con una afección genética y degenerativa conocida como "osteopetrosis". Es una enfermedad de los huesos extrañísima, por lo cual hay pocos expertos y están en el exterior. La osteopetrosis vuelve cada vez más densos los huesos y altera el normal funcionamiento de la médula ósea hasta provocar una falla sistémica. La chiquita corría el riesgo de que hubiera lesiones en el nervio óptico y la audición.
En nuestro país la solidaridad funciona: cuando se necesita un trasplante o cuanto sucede una catástrofe, los argentinos siempre ponen el hombro
Había que juntar 1 millón de pesos. Se logró en apenas doce días, con el aporte de una enorme cantidad de voluntarios. La familia pudo viajar a los Estados Unidos para que se realizara la intervención en el hospital Amplatz, en Minnesota. Esa operación no fue del todo exitosa: los médicos informaron a la familia que no había "prendido" y que había que hacer una segunda intervención. Cuando escribo estas líneas, Helenita acaba de ser sometida a una segunda intervención quirúrgica que se costeó con dinero obtenido en una segunda búsqueda de fondos mediante una cadena solidaria. En una semana se juntaron 700 mil dólares.
Suele decirse que las intervenciones quirúrgicas de tamaña excepcionalidad son muy caras, alocadamente onerosas. Sin embargo, son baratas si se trata de nuestros hijos. Quizás una de las claves de la solidaridad volcánica que ayudó a operar dos veces a Helenita es que todos sentimos que era nuestra hija, que era la hija de la comunidad.
Puede sucederle a cualquiera de nosotros: súbitamente el destino cambia las cosas y estamos parados frente a un drama inesperado. Necesitamos de los demás. O mejor: los demás nos necesitan.
Lo sorprendente en nuestro país es que la solidaridad funciona: cuando se necesita un trasplante o cuanto sucede una catástrofe, los argentinos siempre ponen el hombro. Quizás ese gesto que diariamente se multiplica nos ayude a soñar. Se trata de un crecimiento sin pausa de la cultura de la solidaridad. Soñemos, entonces.
Celebremos bailando.
Con alegría.
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