Héctor Ricardo García: uno de los grandes protagonistas del periodismo argentino
A los 86 años falleció hoy en esta capital Héctor Ricardo García, uno de los grandes protagonistas de la historia del periodismo y del mundo del espectáculo en la Argentina a lo largo de los últimos 60 años. Conoció a 19 presidentes, trató a infinidad de funcionarios y candidatos, fundó diarios y canales de televisión, condujo radios y complejos teatrales. Y logró transformar en éxitos (económicos y de público) la mayoría de sus emprendimientos. Pero ningún político, empresario o figura del espectáculo llegó en su consideración y estima personal tan alto como el Ratón Mickey. "¡Sostiene hace más de ochenta años un imperio!", decía al comienzo de su definitiva autobiografía, publicada por primera vez en 2012 y dedicada al ratón. Llegó a coleccionar más de 2000 objetos con la imagen del famoso personaje.
Tituló ese libro La culpa la tuve yo, título tan ocurrente y provocativo como el de su equivalente previo, Cien veces me quisieron matar. Ambos funcionan como la puerta de acceso a una vida agitada, rocambolesca, llena de hechos fuera de lo común, de los que seguramente guardó mucho más de todo lo que dijo y cuenta allí. A la vez era reacio a las entrevistas y muy celoso de su vida privada, aunque al mismo tiempo nunca quiso pasar inadvertido, porque sentía que así podía defenderse. Sus medios, siempre exitosos y en busca de la respuesta inmediata de un público masivo que por lo general encontraba, jugaban a veces al límite la explotación de los temas de interés popular de repercusión más directa: hechos deportivos, policiales y faranduleros presentados con títulos catástrofe y frases efectistas. Quedará en la historia tal vez como el self made man más consumado y exitoso de la historia de los medios en nuestro país. Mezcló intuición, talento, perspicacia, picardía, atrevimiento y creatividad con una decisión a toda prueba para cumplir todos sus sueños.
Empezó como fotógrafo, trabajó en varios medios y llegó a producir y a conducir programas de TV y obras teatrales. Pero su máximo sueño siempre fue moverse en todo ese mundo sin depender de nadie. "Mi sueño era trabajar para mí". Convertirse en editor, en propietario y dueño de medios. Tener siempre la última palabra. Así lo logró con sus marcas más famosas y perdurables: el diario Crónica, la revista Así, Teleonce, Teledós y Crónica TV. La suma de todas ellas le dieron un poder impresionante y la posibilidad de ganar fortunas. Y al mismo tiempo lo dejaron expuesto a situaciones de censura, persecución política, prohibiciones, clausuras, vetos y juicios en su contra. Su constante decisión de jugar fuerte, muchas veces sin medir las consecuencias, lo llevó a vivir varias situaciones límite.
Entre ellas, las más resonantes lo tuvieron, según sus propias palabras, como víctima de la extrema derecha y la extrema izquierda. Cumplió prisión por órdenes de los gobernantes militares que tomaron el poder en 1955 y en 1976, y también permaneció secuestrado unos días por parte de la organización guerrillera Ejército Revolucionario del Pueblo.
García nació en Buenos Aires el 18 de noviembre de 1932. Despuntó su vocación periodística desde la escuela, pasó por varios medios como reportero gráfico desde la adolescencia y creó su primer medio, la revista Así es Boca, en 1954. El éxito de esa publicación partidaria lo estimuló para extender su identidad a la información general de la revista Así, con cuyas tres ediciones llegó por primera vez a vender más de un millón de ejemplares semanales.
El diario Crónica fue la primera cumbre de su vertiginosa carrera. Bajo el lema "firme junto al pueblo", puso en marcha un medio que se apoyaba en el desarrollo de informaciones policiales, del espectáculo y del deporte. Cuando descubría el interés de los lectores por ciertos temas se dedicaba a seguirlos y explotarlos al máximo. Pasó en un mes de 5000 a 90.000 ejemplares gracias al tratamiento casi novelesco del crimen de la joven Norma Mirta Penjerek y la difusión de las respuestas de un famoso concurso auspiciado por una gaseosa.
Mientras extendía su emporio mediático con la compra de Radio Colonia, su audacia lo llevó a participar como fotógrafo, en 1966, del llamado Operativo Cóndor, el viaje y desembarco clandestino en las Malvinas de un grupo de jóvenes militantes políticos identificados con la izquierda peronista. Desde entonces sus medios siempre trataron de "piratas" a las fuerzas inglesas instaladas en las islas. Los títulos dedicados a las Malvinas y el gigantesco "Murió" el día de la muerte de Juan Domingo Perón fueron ejemplos de una fórmula con la que García impuso su sello y que siguió más tarde a través de las populares y risueñas placas rojas de Crónica TV.
Sus experiencias televisivas quedaron también marcadas por esa impronta. En sus tiempos de dueño de Teleonce (a comienzos de los años 70) y Teledós (a fines de la década del 80) impuso para ambas emisoras el mismo lema: "el canal de las noticias". Fortaleció al máximo sus espacios informativos, se rodeó siempre de figuras muy populares y apostó todo el tiempo a la innovación visual (fue el primer canal que puso en pantalla la hora y la temperatura) junto al fortalecimiento de los géneros clásicos: musical, humorístico, programas ómnibus y del espectáculo. Su fascinación constante por todas las facetas del mundo del espectáculo lo llevó también al teatro, donde cosechó éxitos como empresario.
Las revistas del Astros y los musicales del complejo Estrellas fueron otra muestra de su innata percepción del gusto popular. Una bomba que quiso impedir el estreno de un show de Nacha Guevara casi destruye el complejo Estrellas en 1975, poco después de que el gobierno de Isabel Perón interviniera los canales de TV privados e interrumpiera su experiencia en Teleonce. Ese complejo se convirtió dos décadas después en el cuartel general de Crónica TV, primer canal que transmitió "en vivo y en directo" (como le gustaba decir a García) las 24 horas y fue su último gran éxito periodístico.
Con pesar debió desprenderse de ese canal y empezar a tomar distancia definitiva de toda una vida dedicada al periodismo con el máximo compromiso personal, mientras libraba la más postrera de sus batallas contra la AFIP, que impulsó su procesamiento y una encarcelación domiciliaria por una presunta evasión fiscal. Dedicó casi todo el tramo final de La culpa la tuve yo a defenderse de esos cargos.
Sus restos serán inhumanos hoy en el Cementerio de la Chacarita, luego de un responso.