¿Hay riesgo de DANA en la Argentina? La respuesta de los expertos despierta preocupación
Según meteorólogos y climatólogos, se trata de un fenómeno común y habitual en zonas de latitudes medias, como el centro de nuestro país; los factores que acrecientan su impacto
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Un fenómeno habitual que, al avanzar y desarrollarse, encontró condiciones meteorológicas, geográficas y sociales para convertirse en extraordinario y letal. Eso fue la DANA (acrónimo de depresión atmosférica a niveles altos) que golpeó con dureza la costa mediterránea española a la altura de Valencia el pasado martes 29 de octubre, con un saldo que hasta ahora asciende a 223 fallecidos y casi un centenar de personas desaparecidas, además de daños materiales todavía sin cuantificar. “La DANA, lo que en la Argentina llamamos habitualmente baja presión en altura o baja segregada, es un fenómeno que existió siempre y es común en todos los lugares de latitudes medias, como la zona central de nuestro país”, explicó la meteoróloga y comunicadora del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) Cindy Fernández.
Pese a ser eventos frecuentes, lo que varía es el impacto, que depende de muchos factores: desde lo geográfico hasta las propias condiciones meteorológicas. “En la DANA de Valencia se combinaron factores naturales y otros sociales que determinaron su gravedad”, señaló Fernández. Condiciones específicas de temperatura y humedad, la mala planificación urbana, la falta de coordinación entre organismos de control y prevención, el cambio climático (que vuelve estos eventos más frecuentes e intensos y recalentó el mar Mediterráneo de manera nunca vista) y la escasa o mala percepción del riesgo por parte de tomadores de decisión y pobladores se unieron para que este fenómeno se convirtiera en una de las tormentas más letales de la historia reciente en Europa.
En la Argentina, lo que los meteorólogos llaman “bajas segregadas” son comunes en toda la zona central del país. Como ocurrió en el Mediterráneo español, bajo condiciones excepcionales pueden convertirse en eventos extremos: un ejemplo es la inundación de la ciudad de La Plata del 3 de abril de 2013, cuando llovieron 400 milímetros en cuatro horas.
Así lo señaló Leandro Díaz, climatólogo e investigador del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) y del Conicet: “Estos fenómenos ocurren, no son raros, suelen armarse en el Pacífico o en la costa de Chile y, según su evolución, pueden tener un recorrido hacia nuestra zona. No escuchamos hablar de eso porque claramente es muy raro que termine como en Valencia”. Y agregó: “Uno de los fenómenos más extremos en la Argentina de los últimos años fue la inundación de La Plata de abril de 2013, que estuvo asociada a una baja segregada”.
Para Díaz, si bien existen sistemas de alertas, eventos como la DANA española son “muy raros”. “Y en este caso no era una población acostumbrada a esto, no tienen una cultura del riesgo como pasa en zona de huracanes. Fue una situación muy, muy extrema. Siempre se intenta tener mejores sistemas de evaluación, pero no son eventos fáciles de pronosticar porque su desarrollo depende de muchos factores y sus potenciales impactos máximos son muy locales, como ocurrió en La Plata”.
De lo común a lo extraordinario
¿Qué ocurrió para que esta DANA se convirtiera en extraordinaria? Primero: la temperatura del Mediterráneo está extremadamente caliente. “Ese mar se está calentando de forma pocas veces vista por efecto del cambio climático y entrega cada vez más calor y energía a la atmósfera, además de favorecer más el proceso de evaporación. Todo esto agrega mucha humedad a la atmósfera”, detalló Fernández.
Esa baja presión empezó a generar lluvias tal como estaba previsto, en el lugar que estaba previsto, que era la zona de las montañas del prelitoral valenciano. Esa geografía también hizo su parte, ya que ese flujo de aire húmedo se topó con ese relieve, ascendió, se condensó, y se formaron más nubosidad y precipitaciones. “El aire cálido con mucha humedad y las montañas generaron una situación de lluvias torrenciales sin desplazamiento y constante en esa zona, donde llovió entre 300 y 500 milímetros en menos de 24 horas, con valores de hasta 300 milímetros en menos de 12 horas”, describió la meteoróloga.
Fernández explicó que, si bien las lluvias de Valencia fueron lejos de las zonas pobladas, ocurrieron en lugares donde nacen los ríos que llegan hasta los centros urbanos. “Hemos construido pueblos y ciudades alrededor de cuerpos de agua en sectores que muchas veces son vulnerables. Falta planificación”, dijo.
Otro elemento a tener en cuenta es la falta de coordinación entre las alertas emitidas por el organismo meteorológico español (la Aemet), las autoridades locales y otros organismos, que demoraron en dar aviso. Fernández recordó que desde la Aemet las alertas comenzaron a emitirse varios días antes (el jueves 24 fue la primera) y que incluso el domingo 27, dos días antes del evento, hubo un informe especial advirtiendo sobre una situación extraordinaria que podía generar riadas e inundaciones. “Todo el lunes se pidió precaución y el martes a la mañana se elevó el alerta a rojo, el nivel máximo. Lo que llegó tarde fue un mensaje a los celulares que bloquea la pantalla y hace un chillido que se usa para emergencias grandes. Ese mensaje, que no emite la Aemet sino Protección Civil, recién llegó el martes a la noche, cuando varios pueblos ya habían sido arrasados por el agua”, continuó.
El efecto del cambio climático
Ya existen dos estudios rápidos de atribución que informan que el cambio climático hizo que la DANA española haya sido más intensa y más probable. Se trata de un primer estudio hecho por el World Weather Attribution (WWA) (https://www.worldweatherattribution.org/extreme-downpours-increasing-in-southern-spain-as-fossil-fuel-emissions-heat-the-climate/) publicado la semana pasada y otro trabajo de esta semana con autoría de ClimaMeter, un proyecto de la Unión Europea (https://www.climameter.org/20241029-south-east-spain-floods).
Según este último documento, las depresiones similares a la DANA son hasta un 15% más húmedas en la costa mediterránea de España en el clima actual que hace un siglo y medio. En tanto, el estudio rápido de atribución del WWA concluyó que el cambio climático generó una probabilidad del 12% de que la DANA fuera más intensa, así como duplicó las chances de que hubiera lluvias muy intensas.
“El contexto de cambio climático obliga a repensar y rediseñar los mecanismos de alerta temprana y acción anticipada. La ONU lanzó una iniciativa llamada ‘Alerta temprana para todos’ que busca universalizar esto. Si alguien recibe esa alerta y no hace nada, el alerta fracasó, porque debe poder generar una acción preventiva”, subrayó Virginia Laino, presidenta del Instituto Interamericano de Gestión de Riesgos y Emegencias (Iiarrd) y coordinadora regional de Programas y Operaciones de la Federación Internacional de Cruz Roja.
Prevención y alerta
Para Laino, si bien hay cada vez más sistemas de monitoreo sobre fenómenos hidrometeorológicos, quienes hacen eso “no necesariamente tienen la capacidad ni el poder de decisión para lanzar alertas tempranas a los ciudadanos para que accionen en su autocuidado”. Según la especialista, faltan mejores mecanismos de toma de decisiones sobre alertas tempranas y “mucha educación” sobre cómo deben leerse esas alertas. “Falta conciencia sobre la importancia de la acción anticipatoria a estos eventos. La crisis climática obliga a repensar todo, también los mecanismos de anticipación”, sostuvo la experta, quien cuestiona el concepto de “desastre natural” cuando se trata de mala planificación o previsión humana.
“Para mejorar los sistemas de alerta temprana hay que entender cómo las personas perciben el riesgo y trabajar eso para que la información llegue y sea bien entendida y procesada. Un fenómeno natural es eso. Se transforma en una amenaza cuando se encuentra con lo humano, con un centro habitado”, concluyó.
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