“Hay más de 100 variantes”: la infección que puede generar cuadros graves en los chicos y que un equipo investiga en profundidad
Dificultades respiratorias, aumento de la frecuencia cardíaca, tos, decaimiento, fiebre y falta de apetito son algunos de los síntomas de los casos de rinovirus; profesionales de la salud alertan sobre sus riesgos
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Dificultades respiratorias, problemas para conciliar el sueño y comer, decaimiento, tos o fiebre, son algunos de los síntomas de un infección que preocupa a los médicos, sobre todo en los chicos, la vinculada al rinovirus. Tras un aumento de casos de esta afección en los últimos años, se produjo un profundo interés en investigar la enfermedad que puede afectar de manera grave a niños en sus primeros meses de vida hasta los 10 años. La mayoría de esos casos presentan un diagnóstico de insuficiencia respiratoria aguda y complicaciones severas que requieren asistencia en terapia intensiva. El virus aparenta ser benigno y tiene consecuencias leves pero, según el estudio continuo de un grupo de infectólogos, no hay que subestimarlo. La patología puede presentarse de diferentes maneras: en combinación con otros virus (aquí es cuando es más probable que el paciente ingrese en unidades de cuidados críticos) o sin ella.
Precisamente, con el objetivo de evitar la superposición de virus y un mayor riesgo, Alejandro Ellis –jefe de Pediatría del sanatorio Mater Dei, infectólogo y miembro y coordinador de la actualización de vacunas del Comité Nacional de Infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP)– destacó la necesidad de vacunarse contra la gripe en los grupos de adultos mayores de 65, personal de salud y menores de dos años. También remarcó que las personas de dos a 64 años que presenten factores de riesgo como asma, “es indispensable” que se apliquen la dosis, por lo que “no hay excusa” para no hacerlo. La inmunización contra la gripe se encuentra dentro del calendario de vacunas y su aplicación es gratuita.
En cuanto al rinovirus, el equipo médico del Mater Dei que sigue la enfermedad infecciosa de cerca detalló que se trata de un virus habitual, que aún no hay vacuna o tratamiento específico, ya que “hay más de 100 variantes” y por eso es tan difícil el desarrollo de un suero.
“En 2022 la ocupación de camas en terapia intensiva fue muy, pero muy alta. Es una pena que habiendo tan pocas camas y tan pocos terapistas pediátricos en la Argentina tengamos pacientes internados con gripe grave y respirador, porque no se han vacunado. Sabiendo la importancia de vacunarse, podemos evitar eventualmente internaciones y que colapse el sistema de salud, sobre todo en los meses invernales”, detalló Ellis.
Refiriéndose a la pandemia del nuevo coronavirus, destacó que “no terminamos de aprender la gravedad” porque “seguimos repitiendo lo mismo” ya que hubo miles de muertos y muchas veces los padres traen a los niños con cuadros respiratorios sin barbijo. “La posibilidad de contagiar a otros es grande, y al personal de salud, también”.
Un caso
Tos repetida, dificultad respiratoria y debilidad corporal fueron algunos de los síntomas que presentó un paciente de 12 años que fue diagnosticado con rinovirus a fines del año pasado y atendido por el equipo del Mater Dei. A pesar de ser un chico sano y no presentar antecedentes de otras enfermedades, contrajo el virus del que poco se sabe y que continúa en investigación. “Nuestro hijo tuvo respirador, luego intubación y los resultados no eran los esperados. Fuimos pasando de un tratamiento al siguiente y eran cada vez más intensos”, contó su madre.
A los padres, que pidieron reserva de la identidad, se les entremezclaba el agradecimiento al cuerpo médico que asistió a su hijo y la profunda angustia que les generaba la situación. “Las noches eran duras, difíciles y eternas, y a la vez se nos escapaba el tiempo. Nuestro hijo debía reaccionar correctamente porque ya se encontraba en un coma inducido y debía guardar toda la energía para poder respirar por sí solo. A los días, pasamos a un tratamiento con mayor asistencia mecánica y ahí gracias a Dios empezó a reaccionar levemente, de a pequeños pasos”.
Unos días después, el paciente volvió caminando a su casa. Mantuvo los chequeos médicos y retomó la actividad física. “Al ser un chico que come sano y hace deporte, creemos que eso también ayudó. Fueron dos semanas muy difíciles que parecieron dos meses”, contó la madre.
Con respecto al equipo de médicos, enfermeras, kinesiólogos, farmacólogos, neumonólogos, cardiólogos y psicólogos del sanatorio, la madre enfatizó en que “fueron excelentes de principio a fin” y que “tomaron las decisiones a tiempo”. También, destacó que en cada paso le avisaban al pequeño paciente qué le iban a hacer y los preparaban a ellos de manera muy profesional y cálida para lo que venía: “Fue un equipo médico muy humano, algo primordial en estas situaciones tan difíciles, donde uno como padre no conoce ni la terminología, ni los aparatos, ni los tiempos. Han sido nuestro sostén. Fueron horas largas y les tocó pasar una situación difícil como personas y como médicos siendo esto [refiriéndose al rinovirus] algo bastante nuevo donde no hay vacunas y muy pocas estadísticas”.
Como familia que transitaron una situación límite, remarcaron la importancia de acompañar al equipo médico del sanatorio a difundir este tipo de casos para que otros profesionales puedan conocerlo y así generar una colaboración entre ellos. “Queremos que se valore en nuestro país el enorme trabajo que hacen los médicos cada día. Dejan el alma y todo su tiempo. Es una vocación que debería estar mejor valorada. Ojalá la pandemia nos haya servido como sociedad y como aprendizaje. En esa época los aplaudíamos desde los balcones. No los valoremos solo cuando nos toca una situación cercana, hagámoslo todos los días. Estamos muy agradecidos de que nuestro hijo esté hoy con nosotros y llevando una vida normal. Uno muchas veces lo da por sentado”.
En la mira
El equipo de médicos del Mater Dei estudió el virus tomando una muestra de 217 pacientes entre 2020 y 2022. Durante este período, implementaron un panel respiratorio poco frecuente que tiene la capacidad de detectar 15 virus y cuatro bacterias con un simple hisopado de nariz.
Con este método, pudieron detectar que un 93% de los pacientes que se internaron con infección respiratoria durante esos dos años fue por algún virus. “Podíamos decirle a los padres el nombre y el apellido del virus y esto ayudó a bajar un poco la ansiedad. Les comunicamos que sus hijos iban a estar internados cinco, seis días con respirador. Es por esto que creemos que es tan importante el diagnóstico de los virus respiratorios en general”, afirmó.
Carolina Torregrosa Lastra, médica de planta de internación de Pediatría del equipo, remarcó que el método se utiliza “en pacientes que requieren terapia intensiva pediátrica” y que “justifica” realizarlo, ya que es caro y “no está al alcance de todo el mundo”. Los casos más comunes en que se implementa es en pacientes oncológicos, que presenten alguna insuficiencia respiratoria aguda grave, que requieran de terapia intensiva o que tengan ciertos antecedentes.
Con respecto a los padres de los pacientes, Doris Musa, jefa de Kinesiología Pediátrica del sanatorio, sostuvo que acuden “bastante asustados” a la zona de terapia intensiva pero que “se sienten aliviados” cuando entienden que están en el lugar indicado, en el que se les dará la mejor atención. Igualmente, recalcó que “es lógico” que tengan miedo: “Para cualquier padre, un hijo es lo más preciado que tienen. Se asustan cuando hay que sacarle sangre, ponerle una sonda para alimentarlo, una máscara o medicación para que esté tranquilo. A medida que pasan los días, los ven mejor y así también su respiración y descanso. Los números de frecuencia cardíaca disminuyen y aumenta la oxigenación. Es ahí cuando empiezan a confiar, que es lo más importante”, completó.
En cuanto a los contagios, el equipo de médicos afirmó que desde que volvió la presencialidad en las escuelas y la escolaridad es más temprana, el número incrementó. “Este virus es inocuo, inofensivo y el más común de las infecciones respiratorias. Es como un resfrío. Pero, ¿qué pasa? Un porcentaje de los pacientes presentan infecciones graves, que requieren internación. Tuvimos 16 en terapia intensiva. Dieciséis pacientes de 217 no parece mucho, pero, por otra parte, esos 16 fueron graves”, dijo Ellis.
Dentro de los 16 estudiados por el equipo durante dos años, se trataron chicos menores de 10 años (el promedio de edad fue de 11,5 meses). Uno de ellos quedó con una secuela permanente (estenosis subglótica adquirida) y una niña de un año y 11 meses falleció. El 100% de los pacientes requirieron oxígeno suplementario, el 68,7% eran de sexo masculino y solo el 33% estaba escolarizado.
En cuanto al momento del año, el otoño fue la época más afectada (56,25%), aunque el equipo médico enfatiza en que el virus está presente todo el año, sobre todo en primavera, otoño y verano.
En cuanto a antecedentes previos, un 56,25% (es decir 9 de 16 pacientes) presentaron asma, hiperreactividad bronquial, atopía y familiares con alergias respiratorias. En relación al promedio de días de internación, fue de seis días.
El equipo que llevó adelante el estudio está conformado por Soledad Estrella González, Carolina Torregrosa Lastra, María Inés Sormani, Carlos Vay, Roxana Cittadini, Andrea Eguren, Doris Musa, Matías Cattoni, Alejandro Ellis, María Fernanda Romé, Milagros Alvarado y Cristian García Roig y próximamente será publicado en una revista médica indexada.
Signos de alerta
“Si el chico tiene dificultades respiratorias, si no puede dormir, si no puede comer, se le hunden las costillas, respira mucho por la boca, está decaído, se le mueven rápidamente los músculos respiratorios, está con tos o fiebre, tiene un aumento de la frecuencia cardíaca, que los padres consulten precozmente y rápido”, recomendó Torregrosa Lastra.
En algunos casos, los niños desarrollan una enfermedad grave y no siempre teniendo antecedentes. “Cuanto más chiquitos son, peor es, porque tienen menos posibilidades de que sus músculos respondan bien. Si bien tienen fuerza para toser, la tos no es tan efectiva, entonces les cuesta más. Y, los que tienen una patología asociada, peor. Hay que estar mirándolos muy de cerca y consultar. Si podemos ayudar antes, mejor”, remarcó.
En el mismo sentido, Ellis agregó: “Es muy brusco y angustiante porque un chico que la semana pasada estaba jugando sano, de repente pasa a tener un respirador artificial. Los padres no entienden nada”.
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