¿Hay cada vez más enfermedades? Los tres complejos factores que desafían hoy a la salud y la advertencia de los expertos
La interrelación entre el cambio climático y la propagación de enfermedades infecciosas está emergiendo como uno de los retos más complejos para la salud global en el siglo XXI, pero no es el único
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La reaparición y propagación de diversas enfermedades, tanto en el ámbito nacional como internacional, plantea una amenaza constante y un desafío significativo para la ciencia. Es crucial analizar por qué algunas patologías resurgen con mayor intensidad, como la epidemia de dengue que afectó a la Argentina y otros países de la región el verano pasado. Además, hay virus que antes se limitaban a los animales y que ahora adquirieron la capacidad de infectar a los humanos e incluso propagarse de persona a persona, lo que podría desencadenar nuevas epidemias o pandemias. Pero, ¿por qué pasa esto? ¿Acaso hay una causa común?
Los expertos consultados por LA NACION señalan tres grandes factores que representan un enorme desafío para las autoridades sanitarias del planeta. En primer lugar, la interrelación entre el cambio climático y la propagación de enfermedades infecciosas está emergiendo como uno de los retos más complejos para la salud global en el siglo XXI. En segundo lugar, destacan que la resistencia a los antibióticos, exacerbada por el uso indebido de esos medicamentos durante la lucha contra del Covid-19, se convirtió en una crisis sanitaria significativa. Por último, subrayan que, sobre todo a raíz de la última pandemia, las tasas de vacunación, tanto en niños como en adultos, descendieron notablemente en el mundo.
Deforestación y tropicalización
Los cambios en el clima están alterando hábitats naturales y provocando adaptaciones en los vectores de enfermedades, como mosquitos y roedores, que son responsables de la transmisión de múltiples patógenos. Eduardo López, jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, enfatiza que la deforestación y el cambio climático hicieron que los mosquitos se adapten a la cotidianidad, lo que facilita la expansión de enfermedades como el dengue y el zika. Este fenómeno se evidencia con la migración de vectores a zonas urbanas.
López también observa que la deforestación ha tenido un impacto importante en la migración de roedores a áreas habitadas por humanos, lo que ha incrementado la incidencia de enfermedades transmitidas por estos animales. “La deforestación ha ayudado a que los roedores migren a las casas,” explica López.
Enfermedades como el hantavirus y la fiebre hemorrágica argentina han aumentado debido a estos cambios en el ecosistema. El especialista además menciona el caso del VIH y la viruela, dos virus que originalmente afectaban a los simios.
Jorge Geffner, miembro del Departamento de Microbiología, Parasitología e Inmunología de la UBA y del Conicet, destaca que la tropicalización de América del Sur ha contribuido a un aumento en los casos de enfermedades transmitidas por vectores. “La tropicalización, es decir, el aumento de las temperaturas promedio en América del Sur, hace que en los últimos años estemos viendo un aumento sostenido en cuanto al número de casos de personas infectadas,” señala Geffner.
La expansión del mosquito Aedes aegypti debido a temperaturas más cálidas ha permitido que estos vectores colonicen más áreas y durante períodos más prolongados del año. Esto, combinado con la posibilidad de segundas infecciones más severas, hace que enfrentar estas enfermedades sea cada vez más desafiante. “Si el año pasado tuvimos entre 300.000 y 400.000 casos de dengue detectados, podríamos enfrentar una mayor incidencia de cuadros severos este año”, advierte Geffner.
Resistencia bacteriana
Otro factor que agrava el panorama es la resistencia a los antibióticos. Alejandra Capozzo, investigadora principal del Conicet, destaca que en la pandemia se vio un aumento en el uso indebido de antibióticos, exacerbando la resistencia de los patógenos. “Un gran número de personas comenzaron a utilizar antibióticos como una panacea para el tratamiento de la infección por COVID-19, que no es de origen bacteriano sino viral,” agrega Capozzo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado esta resistencia antibacteriana como una crisis global, proyectando que más de 30 millones de personas podrían verse afectadas para 2030.
Capozzo menciona que el uso inadecuado de antibióticos no solo afecta la salud humana, sino también la salud animal y la producción animal, y resalta la importancia de mantener una investigación científica constante para estar preparados ante futuras amenazas de salud.
“Nunca tenemos que dejar de estudiar, de sostener una ciencia básica que vaya entendiendo la biología profunda, la inmunobiología, la epidemiología, la inmunopatología de todos estos patógenos. Es crucial tener un país con un sistema científico fuerte” asegura Capozzo.
Vacunación
En cuanto a la cobertura de los programas de vacunación, la pandemia también ha tenido un impacto significativo. Geffner señala que “durante la pandemia, disminuyó mucho la cobertura de los programas de vacunación,” y añade que esta disminución ha dejado a la población más vulnerable. La reducción en las tasas de vacunación, especialmente en la vacunación pediátrica, ha sido un problema crítico. Aunque ha habido una recuperación parcial, Geffner advierte que “las coberturas de vacunación siguen siendo insuficientes” y están por debajo de los niveles anteriores a la pandemia. “La falta de cobertura adecuada incrementa la susceptibilidad a brotes de enfermedades prevenibles”, sostiene el especialista.
El informe de la OMS y UNICEF sobre inmunizaciones muestra que la cobertura con vacunas infantiles se estancó en 2023 a nivel global, sin recuperar los niveles anteriores a la pandemia. Se proyecta que 2,7 millones de niños más no recibirán todas las vacunas necesarias en comparación con 2019. Entre las 14 enfermedades con vacunas afectadas están sarampión, meningitis, neumonía, hepatitis B, rubeola, polio, difteria, paperas, tos convulsa y VPH. El estancamiento en la cobertura mundial, que no ha vuelto a los niveles de 2019, refleja problemas persistentes como interrupciones en los servicios de salud, dificultades logísticas, dudas sobre las vacunas y desigualdades en el acceso a los servicios.
En el caso de la Argentina, la estimación indica que el año pasado cayeron las coberturas con respecto de 2022, aunque aclaran que podrían ser una subestimación dado que, según lo informado por el Ministerio de Salud de la Nación, se modificó la manera de registrar las aplicaciones y afectó la integridad de los informes.
Daniela Hozbor, directora de grupo en el Laboratorio VacSal de la Universidad Nacional de La Plata e investigadora principal del Conicet, repasa que en la última década, la vacunología ha avanzado significativamente con el desarrollo de la tecnología de “vacunología reversa” (utilizan partes del patógeno (como proteínas) para desarrollar una vacuna), la creación de vacunas innovadoras como las de ARN mensajero y las plataformas vectoriales para combatir la covid-19.
También se ha trabajado en la resistencia a antimicrobianos y en la creación de nuevas vacunas contra enfermedades como la malaria, el dengue, la fiebre amarilla, la rabia, y varias infecciones bacterianas como Shigella, Clostridium difficile, Escherichia coli invasiva, Salmonella, y Streptococcus pneumoniae tipo B, utilizando las últimas plataformas tecnológicas.
“La caída en las coberturas de vacunación post-covid-19, especialmente en la Argentina, ha resaltado la importancia de desarrollar vacunas combinadas que puedan proteger contra múltiples patógenos en una sola formulación, facilitando la logística de vacunación y aumentando la adhesión de la población. La pandemia demostró que el conocimiento científico acumulado puede ser rápidamente enfocado para responder a emergencias, pero es crucial mantener la infraestructura, las capacidades y los recursos humanos necesarios para garantizar respuestas oportunas y efectivas en el futuro, trabajando en coordinación con los entes reguladores”, concluye Hozbor.
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