“Hasta cinco veces más que lo permitido”. La práctica riesgosa que se volvió más habitual por la falta de insumos médicos
El aumento de la reesterilización para volver a usar los materiales preocupa tanto en el sector de la salud que será tema de un congreso en los próximos días
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Otro indicador de gravedad del faltante de insumos para la atención cotidiana de la población –sea el sector público, privado o las obras sociales– es un procedimiento que se intensificó en los últimos meses a la fuerza. Tanto preocupa ya el aumento de la reesterilización para reúso, sin garantía de calidad en todos los casos, que será tema en los próximos días en el Congreso Argentino de Farmacia Hospitalaria, en Paraná. Si bien se fue instalando progresivamente, profesionales en hospitales y sanatorios admiten por igual y en reserva que se volvió una necesidad cada vez más común.
“Ante la desesperación por la falta de insumos, los costos y las dificultades para la importación, se está haciendo”, confirmó una farmacéutica especializada en esterilización que trabaja en dos sanatorios porteños, que no autorizaron a difundir sus nombres ni el de la profesional, pero sí entrevistarla.
Aun cuando el Gobierno afirma públicamente que el sector de la salud tiene prioridad y no sufrirá ningún faltante, la escasez de insumos médicos sigue intacta. Es más, podría agravarse porque atraviesa una crisis que no se resuelve solo con buena voluntad, sino, en el corto plazo, con algo que no hay: dólares.
“Sí, [la esterilización más de una vez] se hace”, dijeron a LA NACIÓN en un sanatorio privado porteño. Y enseguida aclararon: “Pero nunca por fuera de la norma porque los estándares de calidad son estrictos”.
También coinciden en que se recurre a la reesterilización con insumos que antes se descartaban con un uso una pediatra de un hospital nacional y dos cirujanos –uno de tórax y otro especializado en traumatología– de dos centros privados de comunidad. También lo confirman directores y jefes de las áreas de esterilización, control de infecciones y seguridad del paciente.
En algunos, casos, la reesterilización se fuerza “hasta cinco veces más que lo permitido”, de acuerdo con los médicos que accedieron a hablar con este medio, aunque enseguida aclaran que es “bajo supervisión de especialistas y con procesos que garantizan la trazabilidad”. Pero imágenes muestran que no siempre se hace en las condiciones adecuadas, de acuerdo con dos especialistas que forman a profesionales en los criterios estandarizados en el mundo para el reúso de materiales y otros insumos.
La única norma vigente en la Argentina es la Resolución N° 255 de 1994 que reglamenta un decreto de 1985. Desde entonces, nunca se actualizó de acuerdo con avances en estándares internacionales o decisiones de autoridades regulatorias de otros países, como lo hizo la FDA de Estados Unidos hace dos décadas, con insumos y materiales a los que se les podría dar más de un uso. Ambas docentes coinciden en que esa resolución “es bastante limitada” en los permisos que otorga y está orientada a la hemodinamia.
Por un lado, el texto se refiere a tres listas de productos biomédicos: los que el productor registró ante la Anmat “para usar por única vez”, los de uso reiterado permitido y los que se pueden utilizar “hasta tres veces”, aun cuando sus fabricantes los recomienden para un solo uso. En este último grupo, que se detalla en un anexo de la resolución oficial, aparecen catéteres (por ejemplo, para coronariografía y arteriografía), guías metálicas, balones o cánulas.
“El principio fuera de toda discusión acá es que lo que no se puede limpiar no se puede reesterilizar. Hoy, hay muchos insumos que se pueden limpiar, pero debe haber un proceso validado con pruebas en el paso a paso para demostrar la esterilidad. Hay muchos dispositivos rotulados por el fabricante «para un único uso» y, en realidad, con esa indicación, salvo que la legislación vigente autorice, quien lo reesterilice está por fuera de la norma”, precisa Mariana Flichman, directora de la Diplomatura de Gestión de Riesgos en Salud y Seguridad en la Asistencia Sanitaria del Instituto de Salud Pública y Gestión Sanitaria (ISG).
¿Quién controla?
Coincide con otros profesionales al plantear la necesidad de que, al final del proceso de esterilización al que se están sometiendo materiales, exista la seguridad de que no queda contaminación alguna. “Pero eso, ¿quién lo está controlando?”, se pregunta.
Es que el riesgo de reúso incluye no solo las infecciones, sino también la toxicidad (si no se eliminan adecuadamente las sustancias químicas de la limpieza y la esterilización), el compromiso de la seguridad ocupacional para el personal (con la reutilización crece la exposición a fluidos corporales por encima del contacto promedio) y el deterioro del material (el material puede perder la rigidez original, romperse durante un procedimiento o el dispositivo puede perder su función). Los beneficios incluyen evitar descartar productos en condiciones de no usar y tirar.
Pero en un contexto de necesidad y desfinanciamiento, ¿cómo se garantiza la seguridad en todos los centros del país que estén reusando materiales? Para las agujas, por ejemplo, no hay cepillos que puedan ingresar al ojo para poder limpiarlo adecuadamente, según confía la profesional que trabaja en dos sanatorios porteños.
Todo el proceso –lavado, esterilización y acondicionamiento–, de acuerdo con la tarea en áreas especializadas, transcurre en equipos sin que intervengan los operadores en los distintos pasos. Son autoclaves que procesan los insumos a vapor o un agente esterilizante. Así, un mango de retro bisturí, por ejemplo, se puede llegar a reusar 20 veces, pero un catéter no más de cuatro y, otros, no más de dos. Esa información surge de la práctica y se comparte entre los profesionales. “No hay un estándar único y definido”, agrega la profesional.
Pero también recuerda que el rótulo de “descartable” en un dispositivo o insumo de uso médico es patrimonio exclusivo del fabricante, de acuerdo con la legislación vigente. “Si se inscribe en Anmat un producto como descartable, así se debe usar –insiste–. Sería importante que se cree el marco regulatorio adecuado para no ser marginales.”
Importación restringida
Las restricciones a la importación afectan en realidad a la industria manufacturera y recrudecieron en las últimas semanas, razón por la cual la Secretaría de Comercio, como confirmó este medio, les pidió a las empresas que esperaran a que el subsecretario de Política y Gestión Comercial, Germán Cervantes, volviera a ocuparse de la gestión de las autorizaciones a los pedidos de importación o SIRA.
La oposición ya presentó cuatro pedidos de informe desde la Cámara de Diputados. Fuentes oficiales indicaron que está aprobado el 100% de los permisos de importaciones que se destinen a la atención de la salud. Pero el inconveniente que señalan los proveedores a LA NACIÓN es que esas autorizaciones no incluyen dólares sino reprogramaciones en los pagos, que van entre los 90 a los 360 días. Esto es lo que llevó a ocho cámaras de insumos implantables, equipos de diagnóstico in vitro y materiales para la fabricación a enviar una segunda carta al Ministerio de Salud de la Nación. Pidieron que, por lo menos, se les conteste.
“Dado que no hemos recibido respuesta a nuestra nota del 2 de octubre pasado, reiteramos la necesidad de una solución definitiva e inmediata a los graves inconvenientes que experimentan nuestros asociados en el momento de tramitar SIRA y acceder al mercado único libre de cambio (MULC) para el pago de importaciones a proveedores del exterior, tanto por productos terminados como por materias primas para elaboración local”, escribieron esta vez.
En la primera carta, atribuyeron a cuatro problemas la “preocupante disminución de los stocks” para la provisión a todo el sistema sanitario.
Múltiples insumos
Los inconvenientes alcanzan a múltiples productos, según detallan desde hospitales y sanatorios. Van desde electrocardiógrafos y monitores de valores críticos hasta catéteres, repuestos para robots en cirugía, dispositivos para tratar aneurismas, sondas para pediatría, reactivos para análisis clínicos, contrastes para estudios o guantes y ambos descartables.
Días atrás, la Mutualidad Argentina de Hipoacúsicos le envió una carta a los centros de salud que le derivaban pacientes que necesitan audífonos, dispositivos que no se fabrican en el país. Les informó que, debido al cepo a los dólares, no había disponibilidad. Hay unos 6000 pacientes en lista de espera.
Otro proveedor de insumos señaló a LA NACIÓN que “están faltando respiradores para recién nacidos”. La semana pasada, en un centro privado de la Ciudad de Buenos Aires, se utilizó en una cirugía cardíaca a un bebé prematuro un circuito anestésico (los elementos (tubos, válvulas y bolsas) para dormir al paciente correctamente) para un chico de cuatro años que no coincidía con el peso del recién nacido.
“Por un lado, vivimos situaciones extremas a diario en la atención. Trabajamos a golpe de teléfono para saber qué incendio apagamos hoy –señala una especialista que intervino en aquella operación–. Por el otro, las empresas proveedoras que, en muchos casos, también no quieren entregar la mercadería y obligan a que caigamos en la práctica de reúso. Esto también los perjudica porque una vez que aprendí a validar un proceso de esterilización, no volvería a comprar con la misma frecuencia una pinza, por ejemplo, que cuesta US$1500 si puedo reusarla 10 veces”.
El Sanatorio Otamendi hace tiempo que necesita incorporar una torre para endoscopía y no puede hacerlo. El equipo cuesta US$120.000 a valor oficial. El proveedor –la firma japonesa Olimpus– le informó que, en todo caso, podrían entregarlo a mediados del año que viene, una vez que ingrese el pago.
Hace unos días, Judith Palmas, clínica médica y especialista en nefrología de Formosa, envió una carta al Ministerio de Salud provincial con copia a la cartera sanitaria nacional para “alertarlo sobre la situación de los pacientes en diálisis”, que son 350 en la provincia. El texto advierte que el faltante de filtros de hemodiálisis “pone en peligro la continuidad de la práctica médica y eso perjudica a pacientes de cuyo tratamiento depende su vida”.
Su colega Nelson Junqueras, de Río Negro, alertó por nota al Ministerio de Salud provincial hace un mes: “Vemos con preocupación la concreta posibilidad de que no se puedan seguir brindando tratamientos a nuestros pacientes”.
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