Hallan datos culturales y genéticos claves para comprender la prehistoria de Europa
Un nuevo estudio identificó al menos tres nuevas migraciones que dieron que desempeñaron un papel fundamental en la evolución del hombre primitivo
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Estudios arqueogenéticos recientes demostraron que los movimientos humanos, como las migraciones y las expansiones, desempeñaron un papel importante en la difusión de las culturas y los genes en la Europa antigua. Sin embargo, solo ahora, con investigaciones regionales detalladas y muestreos densos, los expertos empiezan a comprender mejor la magnitud, el ritmo y las implicaciones sociales de estos cambios.
En un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances, un equipo internacional de investigadores de los Institutos Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (Jena) y de Antropología Evolutiva (Leipzig), en Alemania, junto con colegas del Instituto de Arqueología de la Academia Checa de Ciencias (Praga) y otros colaboradores, analizaron los genomas de 271 individuos que vivieron en Bohemia, en la actual República Checa, hace entre 7000 y 3500 años, e identificaron al menos otros tres acontecimientos migratorios que configuraron la prehistoria centroeuropea.
Situada en el centro de las rutas comerciales y estrechamente enclavada en torno a importantes vías fluviales como el río Elba, Bohemia atrajo a muchas culturas arqueológicas diferentes, lo que la convierte en una región clave para comprender la prehistoria de Europa.
Los perfiles genéticos de las personas asociadas a las culturas Funnelbeaker, o cultura de los vasos de embudo, y la de las ánforas globulares muestran evidencias de ser migrantes recientes a la región. Este hallazgo demuestra que el periodo entre la llegada de la agricultura y la ascendencia relacionada con la “estepa”, que hasta ahora se consideraba un periodo sin incidentes, fue más dinámico de lo que se pensaba.
El gran tamaño de la muestra del estudio, especialmente concentrado en el Neolítico Tardío y la Primera Edad del Bronce (hace unos 6000-3700 años), también permitió realizar nuevas aportaciones a los procesos sociales. Los individuos asociados a la cultura de la cerámica cordada se expandieron desde Europa del Este y luego asimilaron en su cultura a mujeres preferentemente centroeuropeas, dándoles el mismo ritual de enterramiento que a los miembros del grupo inmigrante.
“Por fin pudimos llenar lagunas temporales clave, especialmente en el periodo de transición de hace unos 5000 años, cuando vemos que el paisaje genético cambia drásticamente. Intrigantemente, en este horizonte temprano encontramos individuos con altas cantidades de ascendencia ‘esteparia’ junto a otros con poca o ninguna, todos enterrados según las mismas costumbres”, afirmó el investigador del Max Planck Wolfgang Haak, autor principal e investigador del estudio.
Una vez establecidos, los individuos de la cultura de la cerámica cordada (hace 4900-4400 años) cambiaron genéticamente a lo largo del tiempo. Una realidad importante parece haber sido la fuerte disminución de la diversidad del linaje del cromosoma Y. Aunque al principio eran portadores de cinco linajes Y diferentes, los varones posteriores son portadores casi exclusivamente de un solo linaje, descendiendo esencialmente del mismo hombre en el pasado reciente.
“Este patrón puede reflejar la aparición de una nueva estructura social o regulación del apareamiento en la que solo un subconjunto de hombres engendraba la mayoría de la descendencia”, dijo el primer autor Luka Papac, investigador del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana.
Esta estructura social parece haber sido aún más estricta en la siguiente sociedad de la cultura del vaso campaniforme (hace 4500-4200 años), en la que cada uno de los hombres muestreados pertenecía a un único linaje Y recién introducido. Sorprendentemente, este linaje Y nunca se había visto antes en Bohemia, lo que implica que un nuevo clan llegó a la región y casi inmediatamente sustituyó todos los linajes Y preexistentes, sin que se encontrara entre los varones de los vasos campaniformes ni un solo linaje de los de cerámica cordada o de sociedades anteriores.
Tradicionalmente se consideró que la cultura Unetice de la Edad de Bronce Temprana desciende de los individuos de la cultura del vaso campaniforme, con una aportación quizás limitada del sureste (cuenca de los Cárpatos). Sin embargo, los nuevos datos genéticos apoyan otro recambio genético procedente de regiones del noreste de Bohemia.
Sorprendentemente, también el 80 por ciento de los linajes Y tempranos de Unetice son nuevos en Bohemia, algunos de los cuales se encuentran previamente en individuos del noreste de Europa, proporcionando pistas sobre su origen.
“Este hallazgo nos sorprendió mucho a los arqueólogos, ya que no esperábamos ver patrones tan claros, a pesar de que la región desempeñó un papel fundamental, por ejemplo, en el incipiente comercio del ámbar del Báltico y se convirtió en un importante centro de comercio durante las Edades del Bronce y del Hierro”, añadió el coautor y co-investigador Michal Ernée, de la Academia Checa de Ciencias.
Los resultados muestran una imagen muy dinámica de la prehistoria de Europa central, con muchos y frecuentes cambios en la composición cultural, biológica y social de las sociedades, lo que pone de manifiesto el poder y el potencial de los estudios de alta resolución a escala regional. No obstante, según los investigadores, sigue siendo un reto comprender las razones y los mecanismos socioeconómicos, medioambientales y/o políticos que subyacen a estos cambios, lo que ofrece un amplio margen para futuros estudios interdisciplinares sobre la prehistoria de Europa.
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