En los asentamientos informales de la provincia de Buenos Aires, al igual que en las villas porteñas, los pasillos son estrechos y las construcciones crecen de manera irregular. Si se las ve de lejos, las cuadras parecen un gran bloque de casas apelmazadas que guardan en su interior una situación aún más apretada.
Lo común es que vivan varias generaciones de una familia dentro de una habitación de pocos metros cuadrados. Para atravesar una pandemia como la del coronavirus, este es el peor escenario posible. En estas condiciones, los lineamientos para evitar el contagio se convierten casi en un absurdo. A la compleja situación sanitaria, se le agrega, además, el impacto crudo que el aislamiento obligatorio, que se mantendrá hasta que termine Semana Santa, tiene en la economía de esta población, en su gran mayoría compuesta por trabajadores informales.
El gobierno de la provincia y la ciudad de Buenos Aires, los curas villeros y los movimientos sociales están trabajando en la etapa de prevención de contagios e intentando palear la compleja situación económica. En todos los casos, describen que, hasta ahora, el plan es habilitar camas en tantos lugares como sea posible, aunque aún no existe un plan de emergencia que se enfoque en contener al virus en caso de que empiecen los contagios en los barrios populares.
Según la Encuesta Anual de Hogares de la ciudad realizada en 2018, solo en las villas porteñas viven 231.811 personas. Actualmente se estima que la cifra rondaría las 300.000. En Brasil ya se registraron casos confirmados de coronavirus en algunas de las favelas de Rio de Janeiro, como, por ejemplo, en la conocida y populosa Ciudad de Dios.
Curas villeros
Juan Isasmendi es el cura de la parroquia de la villa 1.11.14. Él es uno de los curas villeros que la semana pasada se reunieron con el presidente, Alberto Fernández. Desde que empezó la crisis del coronavirus tuvo que habilitar un comedor de emergencia en donde sirve más de 4.000 raciones diarias.
"Estamos todos perplejos. La emergencia sanitaria ha empeorado una emergencia social que veníamos llevando como podíamos y ahora ha quedado en carne viva. El que hacía changas ya no las puede hacer, la señora que trabajaba en una casa de familia no está yendo a trabajar. Entonces no llega el mango a las casas", dice Isasmendi.
Sin embargo, el párroco asegura que hay un gran respeto por el virus y un muy buen acatamiento del aislamiento obligatorio. "La gente viene a buscar la comida con barbijos, en muchos casos de fabricación propia y manteniendo la distancia en las filas, se hace todo lo que se puede. Para nosotros el aislamiento es una experiencia comunitaria, la idea es salir lo menos posible del barrio para que el virus no entre".
La gente viene a buscar la comida con barbijos, en muchos casos de fabricación propia y manteniendo la distancia en las filas, se hace todo lo que se puede
En la villa 1.11.14, que enfrenta una de las situaciones más apremiantes en cuanto al consumo y venta de drogas, Isasmendi ya se encuentra alistando distintos salones y espacios de la parroquia para instalar camas. De ese modo, si algún vecino llega a tener los síntomas del Covid-19, se lo podrá aislar en esos lugares. A todos estos espacios, además, se le suma la gente en situación de calle y adictos sin hogar que buscan cumplir con el aislamiento.
"Creo que los pobres tienen un olfato comunitario para organizarse frente a estas situaciones. Estamos bien organizados y animados. Tenemos un equipo de voluntarios para ayudar a los adultos mayores. Vamos a enfrentar comunitariamente un drama que afecta al mundo entero", sostiene Isasmendi.
Lorenzo "Toto" De Vedia es otro de los curas villeros que se reunieron con Fernández. Los religiosos dicen que mantuvieron una charla profunda con el presidente y ambas partes se pusieron a disposición para colaborar. La parroquia de De Vedia queda en el barrio 21-24, en Barracas. Dice que un hipotético escenario en donde los contagios de coronavirus comiencen a replicarse en las villas es algo que está empezando a discutirse y los tiene muy preocupados.
"Si entra el virus habría que cambiar los sistemas para repartir los alimentos, entre tantas otras cosas. Se está trabajando con conciencia. La realidad es que es muy difícil cumplir con la cuarentena por múltiples motivos, pero aun así la gente la cumple y están todos muy alertas. Muchos han venido a aislarse a la parroquia. Aunque también hay una gran tensión por el aspecto económico", explica De Vedia. Ante esta situación, piden alimentos y camas, dos necesidades vitales para atravesar la crisis.
Previsión de los gobiernos
El gobierno porteño se encuentra trabajando en la prevención. Según María Migliore, ministra de Desarrollo Humano y Hábitat de la ciudad, han desarrollado campañas con mucha influencia territorial para concientizar sobre el coronavirus y el dengue. "Trabajamos mucho con los delegados de manzana para educar sobre estas enfermedades y nosotros también hacemos recorridas territoriales tres veces por semana. Hemos cambiado la operatoria de los comedores por un sistema de viandas y vamos a hacer mucho hincapié en las campañas de vacunación contra la gripe, para que en invierno no se llenen las camas de casos que no son de coronavirus", explica la ministra.
En cuanto a la provincia de Buenos Aires, fuentes del Ministerio de Salud indicaron que también se encuentran en la etapa de prevención. "Estamos dedicados a fortalecer el sistema con insumos, infraestructura y recursos humanos. Para la próxima etapa, y cuando esto circule por el conurbano, se tomarán otras medidas para facilitar el aislamiento de las personas que no lo puedan cumplir en su lugar de residencia".
Adolfo Rubinstein, médico sanitarista y ex secretario de salud de la Nación, advierte que la situación en las villas y asentamientos es muy compleja por los impedimentos que se presentan para reducir la contagiosidad del virus. "Es una mecha que se dispara y es difícil de frenar. Además, es un grupo poblacional que, muchas veces, tienen condiciones de salud inferiores a la población general".
El especialista cree que el Estado debería proveer sitios donde se asegure el agua corriente, elementos de limpieza, clínicas móviles y, sobre todo, testeos masivos para poder aislar rápidamente al que esté infectado. "De lo contrario, la velocidad de propagación podría ser demasiado rápida. A esto también se le suma una cuestión psicológica y social, y es que, frente a la difícil situación, cuando uno no pude avizorar un futuro, el presente pasa a valer menos".
Desde Barrios de Pie, uno de los movimientos sociales con más alcance en la ciudad y provincia de Buenos Aires, aseguran que aún no los han convocado a un comité de crisis para prever los pasos a seguir si el coronavirus entra a los barrios populares. "Estamos tratando de reorganizarnos, pero muchos de nuestros colaboradores están en situación de riesgo porque se están recuperando de la tuberculosis, son diabéticos o tienen otros problemas de salud", señala a Silvia Saravia, coordinadora nacional de Barrio de Pie.
La dirigente insiste en que las medidas que se tomen desde los ministerios deben ser coordinadas con los grupos sociales que trabajan en los territorios. "Nuestra previsión es que cuando esto llegue al barrio va a ser complejo. Si no se aborda de una manera integral y junto a todos los actores, creo que sería una falla importante. Aún no nos han convocado a un comité de crisis. La situación se complejiza, en los barrios hay muchos que no deben querer ni pensar en esto porque saben que no van a poder cumplir con lo que impone el aislamiento", concluyó Saravia.
- Edición audiovisual: Jesica Rizzo, Andrea Platon y Lucio Sepliarsky
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