Los ejemplares fueron rescatados entre febrero y abril pasados
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SAN CLEMENTE DEL TUYÚ.- Era una hermosa mañana de otoño, sin viento y con sol a pleno, la emoción y la ansiedad se sentía en el aire: el equipo de la Fundación Mundo Marino ponía a punto los últimos detalles para la reinserción de 18 pingüinos a su hábitat natural.
En el Centro de Rescate y Rehabilitación de la Fundación Mundo Marino en esta localidad balnearia, todos los meses atienden, dan cuidado veterinario y reintroducen a sus entornos naturales ejemplares de diversas especies de animales (principalmente lobos marinos, pingüinos y, en menor medida, tortugas marinas y aves). Con este grupo de pingüinos ya superaron los 10.000 animales atendidos desde sus inicios, hace más de 40 años.
Los pingüinos que se iban a reinsertar fueron rescatados entre mediados de febrero y la tercera semana de abril en distintas localidades del Partido de la Costa y en las ciudades de Pinamar, Valeria del Mar, Villa Gesell, Bahía Blanca y Berisso. En algunos casos, de los rescates participaron Prefectura Naval Argentina, la Estación de Rescate de Fauna Marina Guillermo “Indio” Fidalgo, de Bahía Blanca, y la Fundación Rescate Verdemar, de Villa Gesell. En total fueron 17 pingüinos magallánicos (Spheniscud magellanicus) y 1 pingüino de penacho amarillo (Eudyptes chrysocome).
El equipo liderado por el biólogo y responsable del Centro de Rescate de la Fundación Mundo Marino, Sergio Rodríguez Heredia, cuidó y rehabilitó durante meses a cada pingüino.
“Estas aves aparecieron varadas en la playa con un cuadro comúnmente conocido como el síndrome del pingüino varado. Son ejemplares juveniles y se encontraban desnutridos y deshidratados, con cuadros de hipotermia y alto grado de parasitismo. Al no encontrar alimento suficiente, pierden la capacidad de termorregular y salen famélicos a nuestras costas. En algunos casos, también la desnutrición se vio acompañada de problemas de muda de su plumaje”, explicó Rodríguez Heredia.
Para darles el alta médico veterinario e integrarlos al grupo de pingüinos a ser reinsertados, se les tomó una segunda muestra de sangre, se verificó la impermeabilidad de sus plumas, su condición corporal, y actitud comportamental, además de registrar sus medidas morfométricas. Por último se les colocó un chip subcutáneo de identificación que posee un número que, en caso de aparecer en otra geografía, permite identificar el centro de rescate donde estuvieron así como el tratamiento que se les brindó.
El operativo
Tras días de cuidados y supervisión, se trasladaron los 18 ejemplares desde el Centro de Rescate y Rehabilitación a la costa. Cada miembro del equipo tomó a un pingüino y lo colocó en una gran jaula sobre la parte trasera de una camioneta. El único que iba en una aparte era el pingüino de penacho amarillo porque es una especie más agresiva y puede lastimar a los demás.
Los otros se amontonaron y se acercaron mucho entre sí, como si al hacerlo se protegieran de esta experiencia desconocida.
Al llegar a la playa, se bajaron las jaulas y se las acercó cuidadosamente a la costa. Se demarcó con una soga el lugar donde supuestamente iban a transitar los pingüinos para que tuvieran el pase libre y nada los parara.
Participaron miembros de la Fundación Mundo Marino, y Gabriel Terny y Juan Pablo Manchiola, directores de Fauna Silvestre y de Biodiversidad respectivamente, del Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires.
De a poco fueron saliendo los pingüinos, a algunos hubo que ayudarlos. Miraron asombrados, y hasta dudaron. Como eran ejemplares juveniles no fueron directo hacia el mar. De modo que los miembros de la Fundación Mundo Marino debieron guiarlos. Trataron de que fueran todos juntos y que no se separaran porque si eso hubiera ocurrido, algunos pingüinos quedarían en la playa y al no estar en el grupo, no se podrían reinsertar.
Cuando tocaron con sus patas el agua, se expresó el instinto y se metieron rápidamente entre las olas, uno tras otro, en fila. Y se los perdió de vista.
El momento tan esperado llegó: los 18 pingüinos volvieron a su casa.
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