Hacen falta más políticas públicas de prevención
El concepto de obesidad cambió mucho. En los 70 se hacían estudios con gemelos porque se creía que era una enfermedad netamente vinculada la herencia genética. Cuando en los años 80 se dispararon los niveles mundiales de obesidad se vio que el problema era otro.
Actualmente se cree que un 80% del problema responde al medio ambiente y un 20%, a lo que dicta el ADN. ¿A qué llamamos medio ambiente? A cómo se planea una ciudad, su transporte público y la venta de comida. Y a la rentabilidad de los alimentos. El problema es que la comida poco saludable es más rentable.
Ante esto, se vuelve absolutamente necesario implementar políticas públicas. El Estado debe regular la industria alimentaria si quiere superar la obesidad. Si no se hace, cualquier chico que nazca hoy, en 30 años va a tener sobrepeso, independientemente de los padres que tenga. El medio ambiente lo va a empujar a eso.
La falta de políticas públicas no es un invento argentino, es un tema mundial. Aún no se aplican soluciones como imponer gravámenes sobre los productos menos saludables ni se fomenta a los que sí lo son.
No se ven publicidades de bananas, pero sí de alfajores. Los chicos comen helados y chicles, pero no frutillas. Si con el dinero de la publicidad oficial se fomentaran los alimentos saludables, se podrían salvar muchas vidas. Muchísimas.
No hacerlo es negarle el derecho al acceso a la salud alimentaria a la población menos favorecida.
Cuando en 2006 impulsamos la ley de obesidad, junto a mi padre y muchos otros, sufrimos el rechazo de la industria azucarera a etiquetar más claramente la cantidad de azúcar en los productos.
Sólo se cumple el artículo que regulaba el tratamiento de la enfermedad, mientras que los 15 sobre prevención, que es lo que más se necesita, no. Estamos esperando que la gente engorde para tratarla antes que cuidar que no lo haga.
El autor es médico
lanacionar