Hace sesenta años se suicidaba Alfonsina Storni
La inminente edición de varios libros demuestra la vigencia de la gran poeta
En la madrugada del 25 de octubre de 1938, una mujer salió de la residencia donde se alojaba en Mar del Plata y caminó hacia el mar. Horas más tarde, dos jóvenes que paseaban por la playa La Perla encontraron su cuerpo flotando, sin vida.
Luego se supo que se trataba de Alfonsina Storni, una de las más importantes poetas hispanoamericanas del siglo.
Días antes de su muerte, había enviado a La Nación su último poema,"Me voy a dormir", que decía: "(...) si él llama nuevamente por teléfono/le dices que no insista, que he salido..." Sobre este poema se basaron Félix Luna y Ariel Ramírez para componer una canción, "Alfonsina y el mar".
Cuando escribió esos versos, su cuerpo enfermo distaba de ser el de la aguerrida defensora de los derechos civiles de la mujer que fue durante su juventud.
"Sus ideas fueron bastante intransigentes respecto del tema de la condición de la mujer en una sociedad conservadora. No recuerdo en otra escritora argentina el tono irónico con que comenzó a demoler los conceptos masculino y femenino", dijo a La Nación Marcelo Gagiulo, editor de Alfaguara, que próximamente publicará una compilación de artículos periodísticos de Storni.
Sus colaboraciones en los medios gráficos también serán incluidas en las "Obras completas", que la editorial Losada presentará el año próximo.
La escritora Delfina Muschietti, que reunió el material para la edición del libro, cree que hoy los jóvenes poetas leen a Storni porque ella "revirtió un canon muy fuerte para la época, ya que llegó a escribir con un registro totalmente distinto el poema de amor, que hasta entonces estaba muy estereotipado".
De la cocina a la enseñanza
Alfonsina Storni nació el 29 de mayo de 1892 en un cantón de la Suiza italiana y llegó a la Argentina cuatro años después. Su familia se estableció primero en San Juan y más tarde en Rosario.
Apenas entraba en la adolescencia cuando murió su padre, y para ganarse la vida trabajó como cocinera. También fue obrera de una fábrica y probó suerte con la actuación. Terminó por recibirse de maestra en la Escuela Normal Mixta de Coronda, en Santa Fe.
Mientras ejercía la docencia, en 1910, publicó sus primeros poemas: "El mundo rosarino" y "Monos y monadas". Dos años después nacía su hijo, Alejandro Alfonso, con el que se fue vivir a Buenos Aires.
Su primer libro de versos, "La inquietud del rosal", apareció en 1916. Siguieron "El dulce daño", "Languidez", "Ocre" -considerado por muchos críticos como su mejor obra poética-, "Mundo de siete pozos" y "Mascarilla y trébol".
En prosa publicó "Poemas de amor" y el ensayo "Desovillando la raíz porteña", entre otros textos.
"Su vida tiene que haber sido atroz, pero creo que logró superar los contratiempos con su poesía", dijo el poeta Héctor Yánover, dueño de la Librería Norte.
En los últimos tres años se editaron, en promedio, tres libros anuales relacionados con la obra de Alfonsina Storni, según datos de la Cámara Argentina del Libro.
De todas maneras, si bien las librerías ofrecen títulos variados, las ventas no son elevadas. Al parecer, el entusiasmo que Storni genera entre los aficionados a la poesía no alcanza el mismo nivel entre el público general.
Ana María Hernández, propietaria de la librería que lleva su apellido, sostuvo que ahora interesa otro tipo de poesía: "La de Storni, tradicional, le gusta a cierto tipo de lectores".
Según Noemí Bank, de la Librería Santa Fe, si bien Storni se cuenta entre los poetas que más piden los clientes, al igual que Alejandra Pizarnik y Olga Orozco, su obra tiene mucho menos salida que otro tipo de literatura. "Sigue estando en los programas de estudio de las escuelas, pero es tan clásica que es difícil que la lea el público joven", observó.
"Su lectura se acota al ámbito escolar. Nadie discute que se merezca el recuerdo, pero está un poco olvidada", dijo, por su parte, la periodista Judith Gociol, que escribió un libro sobre la obra de la recordada poeta.
Los últimos versos
"Dientes de flores, cofia de rocío,/manos de hierbas, tú, nodriza fina,/tenme prestas las sábanas terrosas/y el edredón de musgos escardados./Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame./ Ponme una lámpara a la cabecera;/una constelación; la que te guste;/todas son buenas; bájala un poquito./Déjame sola: oyes romper los brotes.../te acuna un pie celeste desde arriba/y un pájaro te traza unos compases/para que olvides... Gracias... Ah, un encargo:/si él llama nuevamente por teléfono/le dices que no insista, que he salido..."
(El original de este poema fue enviado por Alfonsina Storni a La Nación , desde Mar del Plata, el sábado 22 de octubre de 1938. Llegó a la Redacción el domingo en la noche y fue publicado al día siguiente de su muerte.)
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