La enfermedad de Lyme fue tema de conversación ayer después de que Justin Bieber reveló que su deterioro físico se debe a que la padece. Thalía, Avril Lavigne, Alec Baldwin y Richard Gere son otras celebridades que tuvieron esta enfermedad difícil de diagnosticar.
La enfermedad es causada por la bacteria borrelia burgdorferi (B burgdorferi) y se contrae por la picadura de una garrapata. No todas las especies de dicho arácnido portan la bacteria: solo aquellas denominadas ninfas que se alimentan de pequeños roedores, en estos casos infectados con B burgdorferi.
David Ostrovsky, argentino de 37 años, contrajo la enfermedad de Lyme en agosto de 2008 durante un viaje a Nueva Jersey. Cuenta a LA NACION que todos saben en Estados Unidos del cuidado que hay que tener cuando uno anda en las plazas y al aire libre. Pero en toda su estadía allá no vio carteles que señalizaran las zonas con garrapatas ni tampoco le advirtieron de las consecuencias que podía llegar a tener si contraía la enfermedad.
"Todos los días salía a correr por las plazas. Me pasaba horas recorriéndolas. Como cualquier turista. Muchas veces me habré sentado en el pasto sin problemas. Parecía que me la estaba buscando", cuenta David.
Al principio muchos observan una erupción en la piel. La lesión es circular y tiene la particularidad de presentarse con un anillo de color claro alrededor de la picadura. La bacteria empieza a esparcirse por el cuerpo y afecta a la piel, el corazón y al sistema nervioso.
Los primeros síntomas suelen ser el cansancio, malestar general, dolores musculares y articulares y fiebre. Pero muchos de estos son ignorados por los médicos y los terminan asociando con otros malestares. Eso mismo le pasó a David. De un día para el otro, empezó a sentirse cansado. Recuerda que esa primera noche durmió diez horas de corrido y cuando se levantó no podía moverse de la cama y tenía un sarpullido por todo el cuerpo.
La vuelta a la Argentina
David volvió a la Argentina y siguió estudiando Sistemas en la sede de Belgrano de la ORT. Continuaba con su trabajo en Kimberly-Clark, yendo al gimnasio y viéndose con amigos. "Al volver de ese viaje mi cansancio era desgarrador. Me quedaba dormido en el trabajo y tampoco podía estudiar", cuenta. Así se sintió durante meses. Pero las primeras visitas al médico fueron una pérdida de tiempo. Le dijeron que estaba anémico, otras veces que podía llegar a tener una infección en la sangre. Pero nada más.
De a poco fue largando todo. "Ya no tenía energía para lo que estaba haciendo", dice.
En marzo de 2009, después de siete meses de sufrir esos síntomas y sin tener una respuesta concreta de los médicos, después de rendir mal un examen colapsó.
"No sé si por mi nivel de estrés o qué, pero empecé a tartamudear. Las personas que estaban ahí conmigo no entendían qué me estaba pasando. Al día siguiente, noté una descoordinación de las manos mientras me bañaba", relata David.
En ese momento decidió tomarse un taxi e ir al centro médico Fleni. Durante un mes y medio quedó internado allí y le fueron haciendo distintos estudios. El tiempo pasaba, hablaba más lento y la parte derecha del cuerpo le respondía cada vez menos.
"Con lentitud, día por día anotaba en mi laptop cómo me sentía y qué medicaciones me iban dando. No pudieron definir qué era lo que tenía y me dieron el alta diciéndome que tenía un posible problema autoinmune. Pero no me dieron el nombre de la enfermedad", dice.
Sin diagnóstico
David comenzó a investigar por su cuenta y a descartar opciones. "Cuando me encuentro con la enfermedad de Lyme, era algo totalmente desconocido para mí. Pero la descripción de los síntomas se parecía a lo que yo tenía", dice.
Les llevó a médicos, de diferentes hospitales de Buenos Aires, lo que había hallado y se chocó con la noticia de que en el país no existía el test para poder comprobar que él tenía esa enfermedad. Una enfermedad desconocida para la mayoría de los argentinos, pero más bien popular en Estados Unidos.
Encontró un laboratorio en California y les escribió diciendo cuál era el test al que él se quería someter. "Una vez que me dio positivo traté de empezar el tratamiento en la Argentina, pero no hubo caso", cuenta. De 2009 a 2012 estuvo a la espera de una respuesta para comenzar a tratarse.
Ya para ese entonces, David se encontraba muy débil, en silla de ruedas y casi sin hablar. Seguía investigando en dónde era que podía conseguir un lugar para tratarse. Y ahí fue cuando encontró en Dallas un hospital especializado en enfermedades como Lyme. Volvió a trabajar para poder ahorrar un poco más de dinero y en sus vacaciones viajó para allá.
"Desde el tercer día empecé a mejorar. Tuve mejoras que por años no vi en mi país. Me daban suplementos, vitaminas y enzimas protiolíticas, además de todo el tratamiento físico-terapéutico", detalla. Desde 2012 hasta 2015, viajó una vez por año para tratarse. Pero cada vez que volvía a Buenos Aires, volvía a recaer.
Mudanza a Dallas
En 2015, los médicos le aconsejaron mudarse a Dallas para poder completar el tratamiento y no tener intervalos que lo perjudiquen. Ahí fue cuando surgió la campaña en Facebook de #AyudemosADavid y él consiguió llegar al programa de radio Perros de la Calle de Andy Kusnetzoff. "La ayuda ahí fue muy grande y pude viajar a fines de 2015", cuenta David. Al principio se mudó solo. Después viajó su mujer, Kate, a quien conoció durante su enfermedad.
Las mejoras llegaron rápido. Dejó la silla de ruedas, empezó a caminar sin ayuda y a tener conversaciones más fluidas. Después de los primeros años pudo volver a trabajar. Arrancó los sábados en una ONG, Literacy Instruction for Texas, donde les enseñan adultos y a personas de bajos recursos a leer y se les enseña inglés para rendir el secundario. Hoy va ahí todos los días. "Me encanta poder devolverle al mundo toda ayuda que yo recibí, es lo menos que puedo hacer".
Hoy vive a 40 minutos del centro de Dallas y va solo tres días por semana a rehabilitación. Solo toma medicamentos, ya no tiene que inyectarse, y la única secuela que sigue teniendo, pero que va mejorando, es el habla. Sin embargo, no es un problema para él: nota que mejora cada día un poco más.
Por ahora no tiene planes de volver a la Argentina. Su objetivo está en poder seguir el tratamiento y curarse por completo.
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