Habla la última persona que vio a María Cash
El rastro de María
se perdió en un paraje de camioneros en el norte del país. Ella misma pidió bajarse en ese lugar. Estaba cayendo la tarde. María mostraba signos de cansancio y estaba sedienta.
La última persona que la vio con vida a María Cash se llama Héctor Romero, oriundo de General Güemes. El mismo que gentilmente se ofreció a llevarla cuando la vio al costado de la ruta. Nadie mejor que él para recorrer la zona. Suele transitarla a diario distribuyendo mercadería por los departamentos Anta y Metán. Ese día iba a un pueblito llamado Joaquín V. González, ubicado a 250 kilómetros de la capital provincial. Una vez por semana, Romero baja comestibles en un local que alimenta a los habitantes del lugar.
Notó cierta angustia en su rostro y un extraño silencio que intentó romper en más de una oportunidad mientras compartían la cabina del camión. María olía mal. Era evidente que llevaba días sin asearse. Romero la transportó por espacio de veinte minutos pero le bastó para imaginar que su cara la recordaría por siempre. No se alertó ni pensó en ayudarla, en definitiva, la chica parecía perdida pero no evidenciaba ninguna señal que le indicara a este hombre salteño que esa chica porteña estaba en peligro. Con el tiempo y el andar los camioneros se acostumbran a las historia de vida que deambulan por los rincones del país.
Caía la tarde en Salta, siempre según el relato del camionero, la chica seguía muda. Sólo insistía con el agua. La sed que la invadía fue la única explicación para romper el silencio que la abrumaba. A poco de andar, se abrió sobre la ruta un manchón negro. A lo lejos se veía una procesión de vehículos parados a la vera del camino. María señaló el lugar con intriga. El camionero le explicó que era uno de los sitios más concurridos de la ruta porque muchos lo usaban como punto de encuentro. María insistió con las preguntas y Romero completó la información. Allí se levanta un santuario de la difunta Correa y los viajantes suelen detenerse para venerar a la mítica imagen pagana. El lugar estaba lleno de velas y comulgando de manera improvisada.
María Cash decidió bajarse. Caminó unos pasos tambaleándose. Se mezcló entre la gente que combatía el frío. Allí esperó la noche y con los fieles meditando su rastro se perdió.