Gustave Eiffel todavía vive en Córdoba
En diferentes puntos de la provincia, pueden encontrarse obras del ingeniero francés creador de la famosa torre; sin embargo, él nunca estuvo en la provincia sino que las envió desde París
CÓRDOBA.– Entre Francia y esta ciudad hubo un nexo: el ingeniero Carlos Cassafousth. Compañero de Gustave Eiffel en el Instituto Politécnico de París, los contactos y la admiración mutua siguieron a punto tal que algunas obras del autor del proyecto de la torre que lleva su nombre están en Córdoba, provincia a la que él nunca visitó.
Juana Bustamante, directora del Museo Histórico de la Universidad Nacional de Córdoba e investigadora de arquitectura moderna en la ciudad y de la intervención en el territorio en el siglo XIX, explica a LA NACION que el vínculo entre los dos ingenieros es la hipótesis "más fuerte" de por qué unas casas, una noria y unos molinos diseñados por Eiffel desembarcaron literalmente en esta ciudad.
"Eiffel elogió el dique San Roque, diseño de su compañero –dice Bustamente–. Eran épocas en que el trabajo no tenía la trascendencia debida, a pesar del ser el más grande de América del Sur."
El francés había manifestado: "Dos obras llaman la atención del mundo en este momento; mi torre y el dique de Córdoba; con la diferencia de que éste es productivo y mi torre, no".
La historia de Cassafousth es trágica. El dique se inauguró en 1890, después de tres años de trabajo. En 1892 la policía empezó a recorrer casas alertando "¡el dique se viene!". Hubo pánico. El gobernador de Córdoba, Manuel Pizarro, denunció al ingeniero y a Bialet Massé, dueño de la empresa constructora, por malversación de fondos públicos y por poner a la población en peligro. Ambos fueron a la cárcel.
Un año después fueron absueltos. El dique siguió en pie hasta que se dinamitó para construir uno nuevo, y uno de sus muros no se terminó de derrumbar. "Después de esa historia, Cassafousth siguió trabajando, y mantenía cierto prestigio, por lo que es probable que sus comentarios hayan influido en quienes le compraron trabajos a Eiffel", infiere Bustamante.
Dos casas prefabricadas en hierro son parte del legado del francés en esta provincia. Una está en el barrio San Vicente y la otra en Villa María. "No hay firma de Eiffel en ninguna parte, pero el estilo y el uso del hierro son su sello", aclara Bustamente, quien denomina chalets "ferrocarrileros" a las construcciones.
Se parecen a un vagón de tren. Llegaron desde Francia a mitad de la década del 20 y están montadas sobre rieles. Bustamante destaca que, por esa época, el prefabricado era innovador. Todo el sistema de ventilación es por ranuras en los techos y las paredes son planchas de hierro prensado con una cámara de aire interna. La carpintería de madera está atornillada a los muros y al techo de chapa de dos aguas.
La del barrio San Vicente está deshabitada. "Es un caso único en la ciudad, de avanzado diseño para su época y lugar, con una imagen arquitectónica de calidad", dice Bustamante. Según testimonios de la época, pertenecía a un multimillonario estadounidense.
El chalet, la noria y los dos molinos
Aunque originalmente fue a Tucumán, la vuelta al mundo de Eiffel –construida totalmente en hierro forjado– terminó en Córdoba. Tenía veinte cabinas con capacidad para seis personas cada una y dejó de funcionar en los 70. Se fue desarmando. Incluso robaron piezas. En 2003 se la recuperó como un ícono de la ciudad. Está emplazada en el parque Sarmiento.
Especialistas aseguran que en Tucumán la noria se armó bien, pero que al trasladarla hubo problemas. Esos inconvenientes en el montaje determinaron que los rayos, al funcionar, se fueran deformando y hubiera peligro en seguir usándola.
La Exposición Rural de Buenos Aires fue el motivo de que dos molinos de vientos diseñados por Eiffel llegaran al país. Los encargó la familia del ex gobernador cordobés Ambrosio Olmos para dar agua a sus estancias. Los distinguía la altura y sus tres pisos: sus 35 metros estaban por sobre la media de comienzos del siglo 20. En el del medio tenían un tanque de agua y un balcón.
Después de la muestra fueron trasladados a las propiedades de los Olmos, una muy cerca de Capilla del Monte y otra en Río Cuarto. Del primero queda la base sin las aspas. El de la estancia El Duraznillo fue demolido cuando se dejó de usar.
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