Guerra y pandemia, una combinación de riesgo para la reemergencia de una vieja enfermedad que estaba controlada
La aparición de brotes de polio en Europa, Asia y África en un contexto de emergencia sanitaria mundial por Covid y desplazamiento de refugiados por la invasión a Ucrania activa una alarma de salud pública
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La reaparición en Europa, Asia y África de casos de polio, una enfermedad altamente contagiosa que invade el sistema nervioso y en horas provoca parálisis, está activando una alarma sanitaria mundial en un contexto incierto de riesgo por la pandemia agravado, ahora, por la guerra en Ucrania. La incertidumbre que genera el virus de Covid-19 tras la aparición de ómicron se combina, ahora, con la necesidad de relajar controles en las fronteras para dar refugio a millones de personas, sobre todo chicos, mujeres y adultos mayores, que están pudiendo huir de los ataques en su país.
“La guerra causa las enfermedades producto de los daños bélicos, las amputaciones, las discapacidades y, también, las infecciones. Primero, provoca una disrupción del sistema sanitario en el lugar y, después, en la región. Los niños y los adultos que necesitan atención por problemas de salud no pueden acceder a los servicios que necesitan y empieza el exceso de la mortalidad”, enumera Roberto Debbag, miembro del directorio de la Sociedad Mundial de Enfermedades Infecciosas Pediátricas.
A la vez, una guerra interrumpe la vigilancia epidemiológica y los programas nacionales de vacunación. Ucrania había comenzado este año una puesta al día de la vacunación de su población pediátrica contra la polio, por ejemplo, por un brote reciente. La invasión rusa lo interrumpió. Lo mismo sucedió con la vacunación contra Covid: hay un 60% de la población de ese país que no puede completarla, según apunta Debbag.
“El conflicto bélico produce un descontrol de la manera de controlar las enfermedades infecciosas mediante la vigilancia y la vacunación”, advierte.
La OMS y sus oficinas regionales están instando a los países, sin importar la distancia del conflicto armado, a fortalecer sus sistemas de monitoreo epidemiológico y genómico para detectar y responder rápido a la aparición de brotes y nuevas variantes del virus de Covid, pero también de casos de sarampión y polio, entre otras infecciones bajo vigilancia. También se pide aumentar las coberturas con la vacunación de calendario que afectó la pandemia. ¿Cómo está preparada la Argentina?
En el país, el primer informe del Observatorio de la Infancia y la Adolescencia de UNICEF Argentina y la Sociedad Argentina de Pediatría revela que “las coberturas de vacunación se encuentran en descenso para todas las vacunas trazadoras analizadas, en todos los grupos etarios”. Se refieren a la quíntuple bacteriana (difteria, tétanos, coqueluche, Haemophilus influenzae b y hepatitis B) y la antipoliomielítica en menores de 1 año; la antineumocócica, la primera dosis de la triple viral (sarampión, rubéola y paperas) y la antigripal en los dos primeros años de vida; la segunda dosis de la triple viral al ingreso escolar y, por último, la segunda dosis del esquema contra el VPH a los 11 años en varones y mujeres y el refuerzo de la triple bacteriana a la misma edad.
“El grupo de menores de 1 año presenta el descenso más dramático en el tiempo y por ende de mayor riesgo”, indican los resultados.
Ambas organizaciones, ante estos datos, advierten que “se deben realizar los máximos esfuerzos para mejorar y mantener coberturas adecuadas y homogéneas”. Apuntan que los principales riesgos asociados a la baja en las coberturas son la reemergencia de viejas enfermedades eliminadas en la región (polio, tétanos neonatal, sarampión, rubéola y síndrome de rubéola congénita) y el aumento de casos de las enfermedades controladas como resultado de la vacunación masiva (hepatitis A, enfermedades invasivas por Hib, coqueluche, difteria, tétanos)”.
Esto toma ahora más relevancia para la preparación sanitaria tras el ofrecimiento formal de cuatro provincias para recibir refugiados de la guerra, dada la “importante comunidad de ciudadanos y descendientes” ucranianos en el país. El paquete de asistencia humanitaria que ofrecen la ciudad de Buenos Aires, Mendoza, Jujuy y Corrientes incluye la atención sanitaria.
El Ministerio de Salud de la Nación no respondió a la consulta de LA NACION sobre qué medidas evalúan implementar.
“La recepción de migrantes es absolutamente importante para paliar la crisis humanitaria por los desplazados, como la Argentina ya lo hizo en otras oportunidades. Evidentemente, en un contexto pandémico está la posibilidad de ser portadores y amplificadores de Covid-19 en esos desplazamientos, en los que muchos quedan en situaciones sin distanciamiento ni uso de barbijo y se mezclan personas de diferentes lugares porque, a la vez, pasan por distintos países limítrofes para ir llegando en etapas a otros que los pueden recibir”, dice Tomás Orduna, jefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero del Hospital Muñiz.
En la planificación local, según explica, debería participar la Cancillería, Migraciones, el Ministerio de Salud y las provincias receptoras. ¿Qué debe incluir? Una evaluación y una respuesta sanitaria pensando en las personas: atención inmediata en caso de enfermedad, alerta ante la aparición de potenciales patógenos de acuerdo con los esquemas de vacunación y una estrategia ante la posibilidad de no contar con un carnet de vacunación (por ejemplo, qué vacunas son imprescindibles para proteger a los migrantes y la población).
Orduna también cita la capacidad de darles alojamiento en condiciones de higiene individual y colectiva, a diferencia de los campamentos de refugiados, donde aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades de transmisión fecal-oral y respiratoria. “El arribo será por vía aérea, lo que permite planificar la distribución —señala—. La Dirección de Migraciones, la Cancillería y el Ministerio de Salud deben contar con un algoritmo de qué evaluar: un análisis de laboratorio, una placa de tórax y una evaluación médica para tratar de detectar algún problema de salud activo mediante una conversación con un intérprete para que sea lo más claro posible y poder advertir algún signo o síntoma, cómo es su historia de salud.”
Por la infraestructura sanitaria del país, Orduna opina que se podrá hacer una buena evaluación al ingreso y el seguimiento en las provincias. “La respuesta es dura, dos millones de refugiados son muchos y más van a seguir saliendo de Ucrania. La ventaja, a diferencia de otros conflictos, es que los refugiados están entrando a Europa y la respuesta puede ser más rápida y funcional”, evalúa.
Alto riesgo
La preocupación por la escalada de ataques contra objetivos civiles en Ucrania, como el hospital pediátrico y la maternidad de Mariupol, y el avance militar ruso sobre los corredores humanitarios abiertos se percibió en las respuestas de los funcionarios de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Coincidieron en que los países tienen que estar preparados para “actuar rápidamente ante el surgimiento de una nueva variante o brotes” de Covid en los grupos más vulnerables de la población.
“Ómicron todavía está entre nosotros y esta pandemia es imprevisible”, afirmó el miércoles Carissa Etienne. directora de la OPS, en conferencia de prensa, de la que participó LA NACION.
La información que reciben de sus pares de la oficina regional para Europa de la OMS prevé un nuevo escenario de alto riesgo de salud pública sin importar la distancia al conflicto armado. Las enfermedades nuevas o reemergentes pueden arribar a cualquier destino en menos de 24 horas, con millones de personas que por día cruzan fronteras por aire, tierra o mar. El desplazamiento de población por la guerra está provocando una crisis humanitaria sin precedente, también en la atención de la salud.
“En Ucrania, el sistema sanitario está siendo objeto de gran presión y, más allá de las fronteras, se está viendo una de las crisis de refugiados de mayor crecimiento en los últimos 75 años. Ucrania mantuvo su vigilancia para Covid-19 y su sistema de respuesta, con 731 muertes notificadas a la OMS la semana pasada”, agregó Etienne ante la consulta de los medios acreditados.
“Sabemos que esa cifra crecerá con esta situación y por la falta de oxígeno —continuó—. Esto afectará de manera desproporcionada a las personas de mayor edad porque no hay acceso a los servicios sanitarios. Es bajo el porcentaje de los que tienen más de 60 años que están protegidos con una tercera dosis. Más de 1,5 millones de personas dejaron el país desde mediados de febrero. Debemos asegurarnos que los países vecinos y aliados cuenten con la infraestructura para satisfacer las necesidades de estas personas.”
El trabajo, en estos días, se está concentrando en mantener un paso seguro para el envío de esos insumos, que incluyen equipos de protección para el personal sanitario (EPP), antisépticos, oxígeno y aparatos para la atención del trauma y el tratamiento inmediato.
Impacto mental y orfandad
Si en algo se están pareciendo la pandemia de Covid y la guerra en Ucrania es en el impacto mental y los huérfanos que están dejando.
Por Covid, Debbag recuerda que por lo menos 5,2 millones de chicos perdieron a uno o ambos padres, de acuerdo con una proyección de un equipo internacional publicada a finales del mes pasado en The Lancet Child and Adolescent Health.
La estimación para la Argentina, con 126.955 muertes atribuidas oficialmente a Covid, es de unos 30.300 menores de hasta 17 años; dos tercios perdieron al padre. Son, también, varones la mayoría de los muertos en los enfrentamientos entre Rusia y Ucrania.
“Esta guerra está dejando chicos muertos, huérfanos, que huyen y, también, los que van a sufrir por no poder acceder a la atención que necesitan”, agrega el especialista, que es presidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica. Anticipa que “será más grave” el impacto en la salud mental y emocional de los chicos en el actual contexto de guerra y pandemia.
Un estudio reciente de la OMS precisó que la pandemia aumentó un 25% las tasas de depresión y ansiedad en el mundo, “con una mayor incidencia en las mujeres y los jóvenes”, según apuntó Etienne.
“Todos deseamos que esta pandemia llegue a su fin, pero el optimismo solo no es suficiente para controlar el virus. Es demasiado temprano para bajar la guardia”, agregó la funcionaria. Sobre todo, cuando los estragos de la pandemia empezaron a convivir con los de una guerra.
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