Grieta religiosa: declaró el arzobispo denunciado por las monjas de clausura en Salta
Mario Cargnello, uno los cuatro sacerdotes acusado por violencia de género, negó los cargos
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El arzobispo de Salta, Mario Cargnello, declaró hoy ante la jueza Carolina Cáceres Moreno, a cargo de la causa por supuesta violencia de género derivada de la denuncia de las monjas carmelitas descalzas del convento San Bernardo. La audiencia fue pospuesta hace dos semanas porque el religioso estaba en la asamblea anual de la Conferencia Episcopal Argentina. El sacerdote rechazó los cargos y negó que hayan existido hechos de violencia contra las monjas.
Cargnello ingresó al tribunal sorteando a los periodistas que esperaban novedades de la causa. Estuvo ante la jueza algo más de dos horas. En la oficina donde estuvo declarando bajaron las persianas para evitar miradas curiosas de quienes trabajan en el sector.
El miércoles pasado, la jueza tomó audiencia en el convento a las 18 monjas denunciantes a través de la priora, María Fátima del Espítitu Santo y, además, se realizaron las pericias psicológicas a Cargnello y a Lucio Ajaya, sacerdote ayudante en la Catedral. Además de ellos dos, fueron denunciados el obispo emérito y visitador del convento, Martín de Elizalde, y el vicario judicial y juez del Tribunal Eclesiástico de Salta, Loyola Sancristóval.
Hasta el momento, solo Cargnello declaró. Sancristóval fue el último en ser acusado después de haber ido a notificar al convento el documento emitido por el Vaticano respecto del conflicto entre las monjas y el Arzobispado. La tensión surgió por el respaldo de las religiosas a la devoción de la “Virgen del Cerro”, que no es reconocida por la Iglesia.
La denuncia ante la Justicia fue dos semanas después de que se conociera ese documento y, según los abogados de las religiosas, respondió a “las situaciones de hostilidad, que se dieron desde 1999″. “Las carmelitas descalzas necesitan vivir sin violencia, cuidar su integridad física, que respeten sus creencias y la autonomía del monasterio”, expresó Claudia Zerda Lamas, una de las abogadas de las religiosas.
La Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, de la que dependen las monjas de clausura, planteó en referencia a la devoción de la “Virgen del Cerro” que la orden “no debe en ningún modo involucrarse en actividades ligadas a la así conocida Obra Yo soy la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús y Yo soy el Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús y sostener esta actividad, que claramente tiene sus repercusiones entre los fieles”.
También les anunció que se nombrará un “auxiliar apostólico” –hecho que todavía no se concretó– y les pidió que no se involucren con la “vidente”, como llama a María Livia Galliano, la mujer que dice tener “apariciones” de la “Virgen del Cerro”.
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