Google pone a prueba una red de globos estratosféricos que brinda acceso a Internet
La experiencia piloto se realiza esta semana en Nueva Zelanda, pero el año próximo podría ser ejecutada en la Argentina
Christchurch y Canterbury. Esos son los nombres de los dos pueblos de Nueva Zelanda en los que se está poniendo a prueba una forma revolucionaria de brindar acceso a Internet, que de tener éxito podría dar respuesta a la falta o dificultad de acceso a Internet de dos tercios de la población mundial. El proyecto apodado Loon –"alocado", en inglés, pero también fragmento de la palabra globo: balloon – es un fruto más de Google [x], el hipersecreto laboratorio de Google del que han emergido, entre otros, las lentes Google Glass y los autos autónomos, capaces de distinguir obstáculos en el camino sin necesidad de que alguien se encuentre detrás del volante.
Loon es, literalmente, una sofisticada "red de globos en el cielo", de cuya interconexión surge la capacidad de dar acceso a Internet a regiones que carecen de la infraestructura necesaria, sean estas zonas rurales, aisladas geográficamente o, incluso, afectadas por catástrofes naturales. Cada uno de los globos de superpresión que conforman la red son colocados en la estratosfera –sí, allí a donde pretendía llevarnos un ex presidente–, desde donde establecen conexión con bases terrenas de Internet, lo que permite acceder a esa red mediante antenas especiales a personas que habitan regiones alejadas de dicha infraestructura.
"El foco principal del proyecto Loon es determinar si es posible brindar Internet a dos tercios de la población del mundo que no tiene acceso, utilizando globos estratosféricos. Para ello hemos diseñado un sistema de globos superpresurizados que combina ciertas características únicas que nos permiten proveer Internet", dijo a LA NACION Richard DeVaul, investigador de Google [x] y arquitecto técnico en jefe del proyecto Loon, en comunicación telefónica desde Nueva Zelanda.
Los globos, que inflados alcanzan los 15 metros de diámetro, están equipados con paneles solares que los nutren de un suministro energético renovable y no contaminante, y con la tecnología necesaria como para establecer conexión con las bases terrenas, con los otros globos y con las antenas de los potenciales usuarios. Dos son –cuando menos– los desafíos tecnológicos que los investigadores de Google [x] debieron sortear: primero, lograr que los globos permanezcan suspendidos en la estratosfera un tiempo promedio más extenso que el de los globos convencionales; segundo, desarrollar sistemas que permitan controlar en forma remota no ya el desplazamiento de un globo, sino de una flota de cientos de ellos.
"Descubrimos una forma en que podemos cambiar la altitud de nuestros globos, haciendo que suban o bajen para atrapar distintos vientos, utilizamos simplemente aire y luz –comentó DeVaul–. Y no solamente una o dos veces, sino en forma continua durante todo lo que dure el vuelo, permitiéndonos guiarlos a dónde hay estaciones terrena de Internet. Además, se trata de coreografiar el movimiento de toda una flota de globos. Uno no puede planificar sólo uno, sino que debe planificar toda la flota global de globos al mismo tiempo. Para resolver este problema tuvimos que desarrollar un nuevo sistema computacional y, por supuesto, utilizamos los recursos de Google."
Suspendida en la estratosfera, la futura flota de globos aerostáticos suprepresurizados hará uso de la energía que la reportarán los paneles solares para subir o bajar en busca de las corrientes de aire que los desplazarán –en el caso de la actual experiencia, por el paralelo sur 42°–, de forma tal de estar siempre interconectadas con las bases terrenas de Internet y con sus beneficiarios. En perpetuo movimiento, los globos (que poseen una autonomía de vuelo de 100 días, luego de los cuales pueden ser reciclados) se desplazarán a lo largo de un paralelo, ya que en la estratosfera los vientos tienden a soplar en dirección oeste-este, en forma paralela al Ecuador.
Es por eso que la experiencia que por estos días se lleva a cabo en Nueva Zelanda pronto abarcará a los otros países que se encuentran a largo de ese paralelo, incluida la Argentina. "Por ahora estamos sólo demostrando que el concepto básico del proyecto es factible, pero con el tiempo estaremos lanzando más globos aquí en nueva Zelanda y en otros lugares del paralelo 42° al sur –dijo a LA NACION DeVaul–. Eventualmente comenzaremos a ofrecer un servicio continuo de Internet mediante globos en distintas locaciones, por ejemplo, Nueva Zelanda, Chile, Argentina, Sudáfrica, Australia y Uruguay, todos países que están en esta latitud. Y si todo anda bien, comenzaremos luego a buscar áreas de cobertura en el norte."
En 2014, la experiencia piloto que por estos días tiene lugar en Nueza Zelanda podría ampliarse a Australia y a países del Cono Sur, incluida la Argentina.
Hoy, son 30 los globos que se desplazan a 20 kilómetros de altitud sobre los poblados de Christchurch y Canterbury y sus alrededores, en donde se han emplazado 50 antenas desde las que se evaluará el funcionamiento de este revolucionario sistema que actualmente se encuentra aún en fase experimental. "El lunes de esta semana proveímos de Internet a algunos de nuestros primeros testers aquí, en Nueva Zelanda, y esa fue la primera vez en que alguien que no fuera un ingeniero de Google tuvo Internet a partir de un globo de alta altitud", señaló DeVaul.
De aquí en más, agregó el investigador, de lo que se tratará es de establecer alianzas con proveedores locales de Internet. "Este momento es el de demostrar la factibilidad de el concepto; el resto es un desafío para la cooperación. El desafío es encontrar socios en todos esos lugares en los que queremos hacer llegar el servicio para conectarlos con los potenciales clientes, y así hacer que esta maravillosa experiencia funcione y que haya miles de globos en el futuro", concluyó DeVaul.
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