Gira por África: el inesperado pedido al papa Francisco por tres chimpancés bebé secuestrados en la República del Congo
Desde el Instituto Jane Goodall solicitan la intervención del Pontífice para recuperar a los ejemplares robados de un santuario por traficantes
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Eran las 2 am del 9 de septiembre de 2022 en la localidad de Lubumbashi, Katanga septentrional, en la República Democrática del Congo, y en el teléfono de Roxane Coutenier entraron una seguidilla de mensajes en el que se escuchaban amenazantes voces, completamente desconocidas para ella. Su marido se encontraba en Bruselas y ella estaba sola junto a sus dos hijos en su casa. Encendió la luz sin comprender. En ese preciso momento, apareció en su pantalla de teléfono un video, en el que se veía a un pequeño chimpancé encadenado a una pared y a otros dos intentando ocultarse entre basura, asustados.
Reconoció inmediatamente a Hussein, César y Monga, tres bebés de esa especie, rescatados del tráfico ilegal y residentes en el santuario Jeunes Animaux Confisqués au Katanga (JACK), que ella y su esposo Franck Chantereau tienen desde 2006 en ese país del corazón de África, a pocos kilómetros de Lubumbashi, y ofrece refugio para 40 chimpancés y 64 monos de 14 especies. Allí los alimentan, cuidan e intentan sanar los traumas padecidos durante las matanzas de sus familias para el consumo de carne y el comercio de especies.
Roxane se vistió rápidamente y recorrió los pocos kilómetros que separan la vivienda familiar del santuario. La puerta del espacio donde residen los pequeños chimpancés estaba abierta y tres de ellos habían desaparecido. En los siguientes días, ya con Frank de vuelta, los raptores reclamaron la suma de 200.000 dólares, mostrando a uno de los pequeños con una tarjeta en la frente, amén de amenazar de muerte a toda la familia. Desde entonces, los secuestradores permanecen en silencio.
La noticia recorrió el mundo. Era la primera vez que sucedía algo así en uno de los 23 santuarios que existen en el continente africano para proteger a los animales de la caza furtiva y del tráfico ilegal, algo muy frecuente en esos países. “No pagamos el dinero; primero, porque no lo tenemos, pero además no podemos hacerlo pues sería el fin. El mes que viene serían otros y luego otros y otros”, aclara Franck en diálogo con LA NACION.
“Ahora, traemos a los bebés restantes a nuestra casa para que duerman con nosotros, porque estamos muy preocupados. Mi mujer tiene guardaespaldas y el gobierno finalmente puso guardias en el santuario”, agrega.
La República Democrática del Congo, adonde se encuentra hoy el papa Francisco en visita pastoral, es el único país de África donde existen los cuatro taxones de grandes simios: gorilas de montaña, gorilas de Grauer, chimpancés y bonobos, que son los más próximos al hombre.
En su discurso de bienvenida al Papa, el presidente del Congo, Felix Tshisekedi Tshilombo, se refirió al compromiso de proteger las especies y quitar las concesiones en áreas forestales, pensando en las consecuencias del cambio climático. Mientras que en el logo de la visita pastoral del Papa contiene la figura de un okapi, un animal endémico de esa república africana. En este contexto, desde el Instituto Jane Goodall especializado en primates fue enviada una misiva al nuncio en Kinshasa, monseñor Ettore Balestrero, con un inesperado pedido a Francisco.
La carta contiene una cita expresa de la encíclica Laudato Si´ sobre cómo la violencia del humano contra otras especies es preámbulo de la violencia sobre el prójimo, y pide expresamente por los tres bebés chimpancés. “Le pedimos respetuosamente que durante su visita pastoral a Kinshasa el Santo Padre pueda compartir con las más altas autoridades congoleñas su interés personal en el desarrollo positivo de este episodio con el regreso de los bebés al santuario para continuar su rehabilitación”, dice el mensaje.
Aunque existió una nota de interés de una treintena de científicos internacionales al presidente de Felix Tshisekedi Tshilombo, el pasado 16 de noviembre, hasta el presente no se produjeron novedades en la investigación donde deberían intervenir varias agencias. Se trata del primer caso de secuestro de grandes simios de un santuario. “Rogamos que esta práctica criminal no se haga extensiva a otros centros de África y otras regiones del mundo”, se lee también en la misiva al nuncio apostólico de Kinshasa, firmada por Tanya Perez, presidenta del Instituto Jane Goodall.
Mientras esperan y continúan su búsqueda, Franck y Roxane recuerdan el origen de cada uno de los pequenos raptados: “Monga es la mayor. Estaba en manos de un coronel en Kinshasha, atada a una moto con una cadena. Le pegaban, le daban de fumar droga. Logramos confiscarla y traerla. Hussein estaba a 200 kilómetros de Kynshasha en un ecolodge, en una jaula horrible para divertir a los turistas, y César vino del norte; masacraron a su familia para comérsela y una persona lo cuidó hasta que encontramos un avión. Todos tienen la misma historia. Algunos se escapan, los bebés se quedan agarrados a los pelos de su madre y la gente sabe que no valen mucho por los kilos para vender como carne. Los crían como animales domésticos, se divierten con ellos... A veces se mueren; otros sobreviven, pero se hacen agresivos, salvajes”, explican.
“Luego está el tráfico de los bebés chiquitos. Es un tráfico muy lucrativo, especialmente hacia China, Emirato Árabes, Rusia, Tailandia. Hay gente que está decidida a pagar miles de dólares para tener un bebé chimpancé para divertirse con él, pero obtener ese bebé es criminal, porque eres responsable de las matanzas. Todo el mundo piensa que eso se terminó, pero nunca fue tan fácil hacerlo. En África hay poco control, falsifican documentos y llegan a destino. Son todas mafias relacionadas con el tráfico de armas, de humanos, de drogas. Es la misma gente. Está todo mezclado y esto es lo que estamos intentando parar”, dicen, esperando la mediación del papa Francisco por los tres ejemplares secuestrados y que las palabras del Pontífice puedan aportar algo de luz al tráfico ilegal de especies.
Paralelamente, en la plataforma Change.org los Amigos del Santuario Jack abrieron hace cuatro días una petición con el mismo objetivo: que los chimpancés bebé regresen a casa.
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