Geraldine Vidal. La ambientalista que lucha para liberar animales en cautiverio
El zoológico de la ciudad de Luján, luego de años de polémicas, ha sido clausurado. La causa reside en el Juzgado N° 2 de Mercedes. Mientras tanto, más de trecientos animales esperan la suerte que nosotros, los hombres, decidiremos para ellos. Actualmente los animales integran la categoría de "cosas muebles", con lo cual no son sujetos de derecho a ser protegidos por la ley. En este caso, al haber una causa de por medio, los animales podrían tener que esperar la decisión del juez por años, como si fueran "cosas" y no seres vivientes. La muerte de Shamira, la elefanta, a los 25 años, ha dado testimonio de que cuando los humanos no nos ponemos de acuerdo, las víctimas son ellos, siempre. Y esto seguirá sucediendo si la causa contra el zoológico no se resuelve rápidamente en alguna dirección.
Mientras tanto, la sobrepoblación de tigres y leones es alarmante. Aproximadamente 130; y esta semana, nacieron tres pequeños tigres más. El dueño del zoológico, Jorge Semino, justicia y pandemia mediante, ha accedido a que muchos de ellos puedan ser trasladados a un santuario. Tarea nada fácil, más allá de la enorme cantidad de dinero que eso significa. Los tigres, son gatos. Y como tal, se reproducen tan fácilmente como ellos. Y aunque todavía exista la fantasía de que puedan ser criados como "pets", la realidad es bien diferente.
En noviembre de 2019, vivimos emocionados el traslado de diez osos pardos desde el ex zoológico de Mendoza hacia un santuario en Estados Unidos. La responsable de tal odisea fue la organización sin fines de lucro Enfoque animal, presidida por Geraldine Vidal, de tan solo 39 años, egresada de la carrera de Imagen y Sonido en la UBA, auxiliar veterinario, y con editora audiovisual propia. Como si eso fuera poco, es voluntaria en un refugio en Don Torcuato, que aloja a 400 animales, entre perros y gatos. "Mi vida oscila entre lo audiovisual y los animales. Nunca se para de rescatar animales indefensos. Mis primeros rescates de pequeña eran peces. Donde los veía agonizando en pequeños baldes junto a sus pescadores, los sacaba y los tiraba al río", dice riendo.
También recuerda cuando desde el jardín de infantes llamaron a su madre porque había dejado a la escuela sin leche. "Había entrado un gato de la calle, fui a la cocina, abrí todas las leches y se las di. Me valió un día de penitencia por parte de mi madre a pesar de que ellos me inculcaron el amor a los animales. Íbamos con ella al Zoológico de Buenos Aires, cargadas de comida para los que veíamos con hambre. Nunca pude sacar de mi mente a los osos, exhibidos individualmente en jaulas verticales. En cada una de ellas había una ducha por donde caía una gota de agua cada tres segundos y ellos esperaban abajo, con la lengua afuera, y la cabeza para arriba, para recibir esa gota. Desde ese momento, no paré de pensar en la manera de ayudarlos. Jamás pensé que iba a ser testigo de ver un oso saliendo de su jaula hacia la libertad", dice emocionada.
Defensores de animales
Geraldine, junto a los muchos miembros y voluntarios de Enfoque Animal, no solamente vio un oso, sino diez, salir de sus jaulas, luego del largo viaje desde el Zoológico de Mendoza hasta un santuario en Estados Unidos. Enfoque Animal está compuesto por un grupo de defensores de los animales. "Empezamos hace veinte años con rescates de crías huérfanas de pumas, adonde la madre había sido víctima de alguna persona. Son animales amenazados, la gente los caza. El puma siempre estuvo aquí y el ser humano fue invadiendo su territorio" asegura.
"También hicimos traslados de tigres, leones y osos que se encontraban en pequeños zoológicos, en muy malas condiciones. No solo en espacios mínimos, sino con falta de atención médica o sin casi ser alimentados por falta de ingresos. Los hemos trasladado a santuarios a Estados Unidos, que Enfoque Animal representa aquí como Keepers of the wild o Wild Cat Sanctuary de zoológicos como el actual Ecoparque de Mendoza, La Plata, Colón, el Ecoparque de Buenos Aires, y Olavarría. Los hemos acompañado en el proceso previo, el viaje por tierra y por avión, y su adaptación dentro del Santuario", señala.
"El proceso de traslado, como es de imaginar no es nada simple pues requiere no solo de mucha documentación nacional e internacional, sino de la preparación de cada animal que deberá estar en buen estado y adaptarse a la jaula en que será trasladado. A pesar de que existen diferentes técnicas de traslado de acuerdo a cada especie y animal, es imprescindible, que los animales viajen despiertos, pues lo contrario significaría un enorme riesgo para su salud. Cada vez que recuerdo algún traslado de animales exóticos a santuarios en el exterior, me es imposible contener las lágrimas. Es una mezcla de alegría, emoción y tristeza. Son días sin dormir, sin bañarnos", recuerda emocionada.
Los tiempos de adaptación para cada uno de ellos, una vez en el santuario, son diferentes, pues algunos salen enseguida (a un primer recinto contenido, siempre) y otros, tardan en animarse a dejar esa jaula en la que estuvieron durante años. De a poco los van acostumbrando a sentirse cómodos en grandes espacios, pues muchos de ellos no sabrían sobrevivir después de toda una vida de encierro. " La diferencia entre un santuario y un zoológico es como primera medida, los espacios, la libertad y la recuperación de aquellos que han sufrido el maltrato. De a poco recuperan su alma de oso, tigre o león. Y les darán una vida digna hasta el final. Un santuario jamás reproduce sus ejemplares, sino que recupera todos aquellos que han tenido una vida de infierno," agrega.
"En la Argentina todavía estamos lejos de poder tener un santuario, ya que todavía tenemos cientos de animales atrapados en pequeños zoológicos de los cuales ni siquiera tenemos la posibilidad de entrar, ni los conocemos. Hace pocos días presenciamos el descubrimiento de un caso en Balcarce, adonde se encontró un pequeño zoológico en una casa. Tenemos seis millones de perros y gatos sin hogar, vemos como mueren día a día en las calles, abandonados, enfermos, estamos intentando rescatar nuestros animales autóctonos como el puma, el aguará guazú, el huemul, el pecarí, el tapir, el yaguareté. ¿Estamos preparados para hacernos cargo de fauna exótica?", se pregunta Geraldine. Y concluye: "Los rescates y traslados no son nada fáciles, pero cada vez que recordás esos ojos que te miran una vez libres, con esa mirada de felicidad y agradecimiento, hace que todo valga la pena. Es indescriptible. Correrán la misma suerte muchos de los felinos y los osos, que viven hoy en el zoológico de Luján?".
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