Profesionales que se niegan a dejar el país y quieren mejorar sus ingresos ofrecen sus servicios a empresas de afuera para recibir sueldos en moneda extranjera; si se superan los US$12.000 anuales, es obligatorio pasar el monto a pesos; los rubros más beneficiados y los desafíos a futuro
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Un trabajo estable y que se pague en dólares es el sueño de cada vez más argentinos, que ven subir los números de la inflación con sueldos atrasados. Paralelamente, la demanda de talento local abunda, especialmente en rubros como diseño gráfico y web o programación. Oferta y demanda se sincronizan, pero hay un obstáculo difícil de sortear: la normativa para cobrar en dólares en el país.
Hoy, la única vía legal es a través de una transferencia bancaria internacional y con un tope de US$12.000 anuales, si la intención es cobrar en dólar billete. “Dentro de ese límite, podés recibir el dinero en tu cuenta bancaria en dólares, sin necesidad de cambiarlo por pesos. Pero, cuando superás el límite, estás obligado a cambiar los dólares al tipo de cambio oficial dentro de los 5 días de haber recibido el dinero”, explica Patricio Piaggio, contador público y asesor financiero matriculado.
A la cifra recibida de esta forma hay que restarle comisiones bancarias en dólares, el costo del mantenimiento de la cuenta, las retenciones de ingresos brutos y el monotributo para poder hacer la factura de exportación denominada E, entre otros gastos. A grandes rasgos, de un sueldo de US$1000, quedan en mano US$900.
La contadora Cecilia Kippes señala que los que más consultan para saber cómo cobrar por trabajos en el exterior son los jóvenes y que para muchos de ellos el límite de los US$12.000 por año calendario es muy bajo. “Se genera una economía informal”, advierte sobre las estrategias que aparecen ante este panorama.
Abrir una cuenta en Uruguay no es una alternativa: la normativa indica que si uno presenta factura E, los fondos deben depositarse en un plazo de 5 días en una entidad bancaria local. La legislación no contempla tener una cuenta en PayPal o Payoneer para facturar los trabajos realizados para clientes en el exterior.
“La factura E solo sirve para dinero que ingresará en la Argentina mediante transferencia bancaria. No sirve para recibir dinero vía criptomonedas tampoco, por ejemplo. No es lo que permite la ley. Si usás otras plataformas de cobro corrés el riesgo de que te cierren la cuenta”, precisa Piaggio.
Este escenario podría cambiar pronto. Días atrás, recibió media sanción en Diputados el proyecto del Monotributo Tech para profesionales que facturan sus servicios basados en el conocimiento y para quienes participen en competencias de e-sports (deportes electrónicos). El tope de facturación anual será de US$30.000 y tendrá cuatro escalas. Además, se prevé un régimen cambiario para pequeños contribuyentes tecnológicos, que los exceptuaría de la obligación de liquidar las divisas.
Mientras tanto, son muchos los que lidian con la complejidad de cobrar por su trabajo y no pocos los que apelan a alternativas que no están dentro del marco legal.
“Es muy buen dinero”
José es licenciado en comunicación social, trabaja de manera independiente desde hace 10 años y tuvo una mala experiencia debido a las trabas locales para poder cobrar en dólares. “Presupuesté un trabajo para México y a la empresa le costó mucho entender los trámites, se asustaron tanto, que consiguieron una agencia de Buenos Aires para pagarme a través de esa agencia, en pesos”, cuenta este profesional de 45 años.
Los malabares para recibir depósitos en moneda extranjera pueden desalentar a quienes pretenden prestan servicios en el exterior. “El valor de nuestro trabajo quedó muy rezagado con respecto a los precios de las cosas en la Argentina. Pero cobrar en dólares o euros tiene su complejidad y del otro lado cuesta entender la cantidad de trabas o lógicas locales”, afirma.
José tiene una caja de ahorro en dólares en un banco local, pero por cada transferencia en dólares que recibe tiene que pagar una comisión de alrededor de US$45 más IVA. A esto se suma tener que ir al banco y presentar la documentación de respaldo.
Exploró muchos caminos, desde billeteras digitales, como PayPal hasta una app llamada AirTM que recibe la transferencia y la convierte en una criptomoneda propia de la aplicación. “Después tenés que encontrar a alguien que quiera comprarte esa criptomoneda. Son 4 o 5 pasos para hacerse del dinero”, indica.
La experiencia de Nicolás Rodríguez es en el mundo cripto. Este joven de 33 años de zona norte cobra y paga sueldos en stablecoins. Se desempeña como director de comunicaciones de una fintech que le abona en dólares convertidos a criptomonedas. “Para ellos pagar sueldos de US$3000 o US$4000 para un puesto senior es barato y aquí es muy buen dinero”, opina.
Según explica, el circuito de pagos y transferencias es a través de un exchange, un banco descentralizado donde se compran y venden criptomonedas. Él tiene una wallet o billetera digital donde le depositan los pagos en bitcoin, token, ethereum o USDT (1 USDT vale lo mismo que 1 dólar). Una vez recibido el dinero, Nicolás puede cambiarlo con la función P2P (peer to peer) y retirarlo en una cuenta bancaria o por Mercado Pago.
Nicolás asegura que hay una alta demanda de profesionales en su rubro y que los trabajos suelen llegar por recomendaciones directas o por LinkedIn.
“La incertidumbre dispara una búsqueda de caminos disruptivos. Es el punto de inflexión que genera movimientos para no perder el control total”, explica Sebastián Fonzo, especialista en economía del comportamiento, Master por la London School of Economics.
“Es mucho peor no saber qué va a pasar que un resultado negativo, porque ante el conocimiento de un efecto negativo uno puede prepararse para mitigar el impacto. Pero la incertidumbre nos lleva a no creer en la planificación o a pensar que es inútil”, advierte.
Esa desenfrenada búsqueda de certidumbre económica impulsa a las personas a explorar otras posibilidades como vender sus servicios al exterior o irse del país.
“No quiero dejar el país que amo”
El interés de Santiago Coroleu de trabajar para afuera surgió cuando viajó a Estados Unidos con un programa de “work and travel” (trabajo y turismo) y comprobó que una persona podía ganar US$3000 al mes por lavar platos.
“Desde entonces, tuve en mente seguir ganando en dólares, pero desde acá. No quiero dejar este país que amo”, asegura este especialista en marketing de 22 años. Afirma que, en su rubro, se puede ganar cuatro veces más.
Empezó a trabajar para un bróker canadiense, tenía una cuenta en Estados Unidos y le depositaban allí o en stablecoins. Prestó servicios también para una empresa de Dubai, donde ganaba alrededor de US$1300 más bonos a cambio de planear estrategias de marketing digital.
Recientemente, dio un paso más y creó su propia agencia de marketing digital, Adcenture, radicada en Estados Unidos como una LLC, para poder facturar en aquel país y recibir los fondos en su cuenta bancaria estadounidense de forma legal.
“Ya no hace falta irse del país para que a uno le vaya mejor. Es posible quedarse en el país con las personas que amamos y trabajar para afuera de forma remota”, concluye.
La lógica de Santiago se replica: se estima que hay cerca de 1 millón de profesionales argentinos que desarrollan tareas para empresas del mundo. La plataforma de empleo remoto Workana reportó un aumento del 42% en la cantidad de profesionales registrados durante la pandemia. Y la tendencia continuó. De hecho, la Argentina es el segundo país de América Latina con más freelancers, después de México. El 60% son hombres y el 40% son mujeres. Las principales búsquedas son en diseño gráfico, redacción de contenidos, desarrollo web y programación.
Según la información oficial que disponibiliza el Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (Indec), en 2022 las exportaciones de servicios basados en el conocimiento (SBC) alcanzaron el récord histórico de u$s7834 millones. El principal socio comercial es Estados Unidos y el mayor aumento se produjo en los “servicios empresariales, profesionales y técnicos”, con una suba del 22,5%. En segundo lugar, se ubicaron los servicios de informática, con un incremento del 17,9%.
Competir con sueldos en dólares
Un jugador afectado por la avidez de los argentinos por ganar en dólares es el mundo empresarial, especialmente el de las pymes. Retener a los talentos locales es una de las preocupaciones más relevantes de ciertos sectores que ven pasar a profesionales que eligen otros rumbos. Pero, ¿cómo competir con un sueldo en dólares?
“No pueden pagar en dólares porque no es legal, no existe como moneda de cambio aquí. Lo único que las empresas pueden hacer es pagar una parte del sueldo en una cuenta en el exterior, en dólares. Pero, para eso, las mismas empresas tienen que facturar en dólares afuera, porque tampoco es posible enviar dólares al exterior”, explica Cristina Oneto, especialista en evaluación de potencial y CEO de Talentum. Afirma que no es una práctica muy extendida, pero empieza a haber casos, sobre todo en el sector tecnológico. Implica una compleja logística de contrataciones para que todo sea prolijo.
Más allá de la crisis económica y de las dificultades de amplios sectores que buscan mejorar sus ingresos, Oneto destaca que hay otras estrategias para retener a los trabajadores. “El dinero no es el único móvil, la fidelización también tiene que ver con el propósito de la organización”, sostiene.
No todos los talentos emigran. Ninguno de los freelancers que asesoró Patricio Piaggio se fue del país. Son muchos los jóvenes profesionales como Nicolás o Santiago que eligen quedarse en la Argentina, a pesar de las trabas y las normativas vigentes. Aun cuando tienen que hacer malabares para cobrar por su trabajo.
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