Integra el equipo de investigación cuyo trabajo ayudó a que tres científicos recibieran el Nobel de Física en 2017; experta en ondas gravitacionales, "la dama que escucha el universo" se educó en Córdoba y de ahí saltó a la cima de la investigación
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Su nombre llegó a la cima de la vida científica global el año pasado: Gabriela Conzález es miembro del equipo LIGO (por Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser), que les permitió ganar el Premio Nobel de Física 2017 a los científicos Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne. Formada en la Universidad de Córdoba, desarrolló luego su vida académica en Siracusa y Pensilvania, en Estados Unidos, y en el MIT. Su especialización es un enigma, un misterio inextricable. Es bueno en el comienzo de la conversación intentar despejarlo.
P -¿Podés explicarnos a qué te dedicás?
R -Me dedico a construir detectores de ondas gravitacionales.
P -¿Cómo lo traducirías al español?
R -Somos un equipo muy grande de personas que construimos como telescopios, pero telescopios que miden no ondas de luz, que vienen del universo, sino ondas gravitacionales, que son difíciles de explicar, pero que predijo la teoría de Einstein y que son ondas de espacio-tiempo. Simplemente, masas que se mueven. La predicción era muy simple, pero la medición llevó mucho tiempo hasta poder construir los instrumentos necesarios para esto.
P -Han intentado definir tu trabajo diciendo que sos "la dama que escucha el universo". ¿Por qué?
R -Así nos gusta describirnos a nosotros también, porque estas ondas, a pesar de no ser de sonido, ondas de espacio-tiempo, que se mueven, son ondas que se producen en una frecuencia y que si uno las pone en un parlante producen un espectro auditivo. Entonces, hacemos eso: para pronosticar el ruido del momento, ponemos el ruido en los parlantes. Hemos tenido pocas señales y las ponemos en parlantes. Suenan lindísimo. A nosotros nos encantan: decimos que son "trinos" del universo.
P -¿Cómo fue tu camino?
R -Mi camino comenzó con una licenciatura, donde uno describe el mundo de la investigación y sus diversos campos. A mí me deslumbró la teoría de la relatividad, y uno así empieza a investigar algún tema chiquito con un profesor que es especialista. Y luego elige un doctorado: en mi caso, lo hice en Estados Unidos. Descubrí a un profesor que estaba trabajando en estos instrumentos para medir las ondas gravitacionales y eso me encantó. Mi tesis no tuvo que ver con las ondas gravitacionales, sino con medir el ruido que producía un péndulo, porque eso nos iba a ayudar a comprender el ruido que producen los instrumentos con los que se mide el espacio-tiempo. Es decir, uno está siempre trabajando en algo que se va a usar para algo. Y no siempre es el autor de un gran descubrimiento. Es un equipo el que hace un gran descubrimiento. Desde entonces estoy en eso: haciendo casos de física experimental, que ayudan a mejorar la sensibilidad de este aparato de espacio-tiempo.
P -¿Cómo es un día tuyo?
R -Doy clases, así que cuando doy clases son de física, no de ondas gravitacionales; preparo la clase, doy la clase. Pero la parte de investigación tiene que ver con trabajar con mis estudiantes de doctorado y mis posdocs. Por ejemplo, uno de los problemas con los que estamos trabajando tiene que ver con la luz de láser que utilizamos con estos instrumentos para medir distancias entre espejos. Hacemos modelos en computadoras, a ver qué experimentos deberíamos hacer para probar si esto es así o no. Toma semanas decidir un modelo, toma semanas hacer un experimento, a veces toma meses hacer un experimento. Y ese experimento nos dice: "Sí, esto anduvo", o "no, a lo mejor hay que hacer otra cosa".
P -¿Cuántas horas diarias estás dedicada a la investigación?
R -Normalmente, en promedio, unas 40 horas semanales. En principio, uno dedicaría 20 horas a la enseñanza y 20 a la investigación. A mí me parece que dedico 20 horas a la enseñanza y 30 a la investigación.
P -¿Por qué hacés lo que hacés?
R -Porque me apasiona. No tanto encontrar las respuestas, sino hacer las preguntas. Cada respuesta, cada cosa que entendemos mejor, hace que nos hagamos más preguntas y lleguen más desafíos.
P -El secreto para hallar la respuesta es primero hallar la pregunta correcta...
R -Exactamente, el secreto de la ciencia es hacer las preguntas correctas para hallar buenas respuestas.
P -¿Y para qué lo hacés?
R -La ciencia que yo hago es para satisfacer la curiosidad humana. Construimos telescopios para entender mejor el universo. ¿Para qué sirve inmediatamente? Para nada. Pero la tecnología que se desarrolla a partir de estos conocimientos, que a veces toman años, luego se puede aplicar en algo. Puede llevar décadas, hasta cien años. Pero para todo eso ha servido la ciencia básica. Todo el progreso tecnológico humano, cuando se mira la historia, se reduce a descubrimientos básicos. Es decir, gente que se preguntaba cómo se genera la luz, qué es una partícula? Son cosas no inmediatas. Si a Einstein le hubieran preguntado para qué servía su teoría, hubiera dicho "para entender mejor el universo, ¿para qué más?". Y ahora, sin la teoría de la relatividad, el GPS no funcionaría.
P -A mí me gusta salir a correr. Y tengo el reloj con GPS. Y pensaba: llevo a Einstein en la pulsera.
R -Exactamente. El láser, cuando se inventó, fue como un experimento de óptica que parecía que no iba a servir para nada, y ahora no nos imaginamos vivir sin láser.
P -Hay algo que has dicho: "Nos pasamos la vida frente a la computadora". ¿Amás la rutina?
R -No. La verdad que no. A veces me gustaría tener una rutina. La única rutina que tengo es cuando enseño, dos o tres veces por semana a la misma hora. Pero aun así debo cambiar por viajes. Para mí, trabajar en computadoras no es rutinario, porque las usamos para manejar los algoritmos que manejan estos instrumentos, para calibrar datos y convertirlos en unidades de ondas gravitacionales. Es un instrumento que utilizamos para desarrollar la creatividad.
P -Sos parte de un proyecto que abarca a más de 1200 investigadores de 20 países, con más de 100 institutos involucrados. ¿Cómo es gestionar grupos tan complejos?
R -Es complicado, pero, a la vez, apasionante. Es algo que me encantó cuando empecé a hacer el doctorado en Estados Unidos. Encontrar compañeros de grupos de trabajo que venían de otros países, culturas, y cómo uno se fertiliza, porque la mente de uno se expande cuando habla con otra gente. Y esta es la ventaja de trabajar en grupos tan grandes. La colaboración científica es eso. Tenemos equipos de trabajo de cinco, de doscientas personas. Hay toda una estructura para organizarnos. Ese espíritu de trabajar en equipo, que hace tanta falta, te hace dar cuenta de que se progresa más rápido. Tener esta diversidad de personas es lo más importante: uno trae a la mesa ideas distintas.
P -¿Una cordobesa influye?
R -¡Sí!
P -La clave para encontrar soluciones, e incluso para idear las preguntas, es tener gente distinta...
R -Exactamente. Me apasiona y es un tema que me convoca: quisiera entender por qué hay tan pocas mujeres en la ciencia. Particularmente, en física. Dentro de la ciencia, la física es una de las que menos cantidad de mujeres tienen. Yo no soy socióloga, no estudio el tema, pero lo vivo: parece que venimos con un prejuicio de chicos, creemos que para hacer física hay que ser un genio, que hay que estar 24 horas en un laboratorio, que no se tiene familia ni amigos, y no es así. Somos apasionados, trabajamos duro, lo hacemos en equipo, trabajamos más o menos horas normales, y si trabajamos de noche dormimos de día. Tenemos hobbies, familias? Pero no es la imagen que se muestra en los medios, sobre todo en las películas.
P -¿Cómo es el estrés de una científica abocada a escuchar el universo?
R -He tenido diferentes tipos de estrés en diferentes estadios de mi carrera. Como pensar adónde iba a parar, adónde iba a ir con mi marido, que también es científico. Debimos pasar un tiempo viviendo en lugares separados hasta que encontráramos un lugar.
P -¿Estuvieron seis años así?
R -Sí, después de tres años casados, pasamos seis años viviendo en lugares distintos. Hasta que volvimos a trabajar en el mismo lugar. Y desde entonces hemos vivido juntos, viajando muchísimo.
P -¿Cuáles fueron las lecciones aprendidas del management, de gerenciar grupos diversos?
R -A pesar de que hay mucho estrés y conflictos, que se tiende a ver lo negativo de las interacciones, cuando uno se aleja y ve el fruto de estas relaciones advierte que es maravilloso. El resultado de esta colaboración ha sido el desarrollo de estos descubrimientos que luego aparecen en los medios. A nosotros nos emociona y nos llena de orgullo. Todo tiene su premio...
Todos los días era reunirse con los grupos en conflicto, o con los jefes de grupo, o una vez al año en conjunto para revisar los acuerdos, porque todos tenemos acuerdos, no financieros, o sea, no que recibamos dinero, sino damos y recibimos compromisos, que revisamos anualmente. Ese era mi trabajo. Una de las cosas de las que me siento muy orgullosa es que en 2010 dejamos de tomar datos con la generación inicial de ondas gravitacionales, que no habían detectado, y con los nuevos sabíamos que no íbamos a empezar a tomar datos inicialmente, sino hasta 2015. Después pensábamos que no íbamos a hacerlo hasta 2017, 2018. Y en 2015, cuando empezamos a probar estos instrumentos, que no tenían la sensibilidad que pretendíamos, nos sorprendió el universo con una detección. Yo me siento orgullosa porque en los años anteriores insistía en que nos debíamos preparar para descubrimientos, aun cuando pensáramos que iban a tardar mucho. Y teníamos todo un procedimiento: qué cosas debíamos revisar para entender que era una señal astrofísica y no una señal terrestre ni un error.
P -¿Qué ocurrió con el Premio Nobel de Física, antes y después?
R -Bueno, qué ocurrió con las deliberaciones para el Nobel, debés preguntárselo al comité. Ese era un tema con el que sabíamos que íbamos a tener que lidiar en algún momento, porque el descubrimiento de ondas gravitacionales podría llegar a aparecer como un Premio Nobel para alguien. Decidimos que ese no era nuestro objetivo ni una discusión que nos atañía a nosotros, pero que íbamos a festejar fuera por quien fuera. Y así fue: cuando se dio el Premio Nobel, el año pasado, por la primera detección de ondas gravitacionales, a estos tres pioneros de nuestro campo, Kip S. Thorne, Barry C. Barish y Rainer Weiss, uno de ellos mentor mío en el MIT, festejamos todos. Nosotros lo interpretamos como un premio a la colaboración, y ellos tres han dicho lo mismo, e incluso organizaron una fiesta grande en Estocolmo con muchos de los colaboradores.
P -¿Qué le dirías a un chico o chica de 15, 16, 17 años que evalúa seguir estos pasos?
R -Hacer preguntas y ser curiosos por las respuestas. Cada respuesta genera más preguntas. Si alguien cree que está interesado por la ciencia, hay que preguntar. Ahora hay tanta gente a la cual preguntar: no solo están los profesores de Matemática o Física en la escuela; también están en la universidad, pero también Internet, por correo, por las redes sociales. Esa curiosidad hace al científico.
P -¿Einstein era un distinto?
R -Realmente lo que hizo Einstein fue una revolución conceptual. Pero hubo varias de esas: Newton hizo lo mismo. Después hubo teorías de partículas. En la física ha habido revoluciones cada 20 o 30 años. Sabemos que la teoría de Einstein es incompleta, porque es incompatible con la mecánica cuántica. Hay cosas que todavía no tienen respuesta. Sabemos que las respuestas toman tiempo, y eso pasó con la teoría de Einstein.
P -¿Te imaginabas de chica que te ibas a dedicar al universo?
R -En realidad, de chica yo tenía muchas preguntas. Era muy curiosa. No sabía lo que era un científico. Mi papá era contador y mi mamá, profesora de matemática. No aspiraba a ser científica, pero sí aspiraba a entenderlo todo.
P -¿Cómo resumirías tu metodología de trabajo?
R -Trabajando duro, planificando el día, sabiendo los problemas que querés solucionar esta semana, o este mes. Reconocer cuál es la ayuda que necesitás, con qué gente necesitás colaborar, qué vas a hacer con cada estudiante, con cada posdoc. La rutina es un poco la organización; por supuesto, después la organización se va al diablo y uno termina haciendo lo que se puede.
Tres claves del método para investigar
1. Una curiosidad infinita
Encontrar las respuestas correctas, pero, antes que eso, y sobre todo, realizar las preguntas correctas. Si debe elegirse una herramienta esencial que impulse el avance en la investigación científica, esa es la curiosidad. Gabriela Conzález enseña que esa curiosidad debe traducirse en consultas permanentes y en el trabajo colaborativo.
2. El valor de la persistencia
Prueba y error, y otra prueba más. Samuel Beckett, el creador de Final de partida y Esperando a Godot, premio Nobel de Literatura 1969, lo sintetiza en esta frase: "Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor". La persistencia, aun en el error, es una llave maestra para la investigación científica.
3. El impacto de la diversidad
Investigación colaborativa: esa es la clave. Sentido de equipo. Generosidad para compartir conocimientos. González es parte de un grupo de trabajo que integran más de 1200 científicos de 20 países. Ese coro de voces produce frutos de una riqueza extraordinaria y que difícilmente se alcancen en el trabajo a solas. Por eso ella utiliza las palabra "fertilización" y "expansión" como síntesis de ese diálogo científico.
Las entrevistas del ciclo pueden verse los lunes, a las 23.30, y los martes, a las 2.30. DirecTV, 715/1715 HD Cablevisión Digital, 19/618 HD y Flow; TDA, 25.3 Telecentro Digital, 705
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