“Fueron meses muy difíciles”: Tiene 13 años, le diagnosticaron una inmunodeficiencia en la cuarentena y hoy se vacunó
Sol Guatelli es una de las 900.000 adolescentes que necesitaban vacunarse por tener una condición de riesgo; ahora se ilusiona con volver a la escuela de forma presencial y a practicar deporte
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Hubo dos noticias que le llegaron casi en simultáneo: la de un nuevo virus que se esparcía sin freno por todo el mundo y el diagnóstico que le entregó su inmunóloga. Sol Guatelli, de 13 años, tiene una inmunodeficiencia que fue detectada el año pasado. Desde entonces, la presencia de un “enemigo invisible” la tuvo gran parte del tiempo dentro de las paredes de su casa y la obligó a bifurcar su rutina de la de sus compañeros, que de a poco fueron volviendo a la escuela y a sus actividades.
Pero hoy, asumir el riesgo de salir a la calle vale la pena. A solo 20 minutos de su casa, en una heladera en el vacunatorio ubicado en La Rural, a Guatelli la espera una vacuna que promete ser el escudo que le permitirá volver a clases, a hockey, a las meriendas.
“Al principio del año pasado estábamos todos encerrados. Entonces era lo mismo. Pero luego mis amigos empezaron a hacer actividades, mientras que yo solo pude verlos algunas veces que nos juntamos de a pocos al aire libre. Antes de la pandemia y del diagnóstico salía a la mañana de casa y volvía a la noche porque terminaba el colegio y me iba a jugar al hockey y después cenaba en el club, vivía afuera de mi casa”, cuenta Guatelli desde la puerta de su casa, en el barrio porteño de Belgrano.
Son las 7.20 y tiene turno a las 8 para vacunarse.
Hoy, en la ciudad de Buenos Aires y el resto de las provincias del país comenzó la vacunación de los adolescentes de entre 12 y 17 años con condiciones priorizadas, como diabetes, obesidad, enfermedades respiratorias crónicas, inmunodeficiencias, entre otras. Para esta primera jornada en el distrito porteño hay 10.000 turnos programados en las cuatro postas asignadas, que son La Rural, Parque Roca, el Club San Lorenzo y el Centro Vehicular Costa Salguero.
Se estima que en el país hay 900.000 chicos y chicas con condiciones de riesgo que deben ser vacunados, y ahora sus padres reclaman que luego le den prioridad a los hermanos de esos jóvenes para evitar un contagio intrafamiliar.
“Buenas, tenemos turno para las 8”, le indica Maia Guidi, de 46 años, que es la mamá de Guatelli, a los voluntarios que se encargan de ordenar el ingreso de la gente al vacunatorio. En una de sus manos tiene una carpeta con los estudios médicos que certifican que su hija debe estar entre los grupos priorizados, mientras que en la otra lleva el cartel de VacunaMe, la red de padres y madres que hace meses le reclaman a las autoridades sanitarias que permitan el ingreso de las vacunas autorizadas para su uso en los menores de edad.
“Estamos emocionadas. Fueron meses difíciles porque empezamos con todos los estudios en el verano del 2020, en marzo empezó el aislamiento y nos llegó el diagnóstico en plena pandemia. Como dice ella, el año pasado estábamos todos en la misma, era terrible para todos, no podíamos hacer otra cosa que estar en casa. Pero a fin de año sus compañeras volvieron a entrenar, se abrieron las escuelas y ahí ella empezó a sentir que estaba en una situación diferente al resto”, señala Guidi.
Ya es momento de ingresar. El personal del Gobierno las lleva hasta la puerta, les toman la temperatura, les higienizan las manos y van a los boxes donde les pedirán los datos.
El empadronamiento online para los menores de 18 años se habilitó (buenosaires.gob.ar/vacunacovid) el 29 de julio y continúa abierto. Al asistir al turno es necesario presentar una constancia que acredite la existencia de una condición priorizada y los chicos y chicas deberán estar acompañados por un mayor de 18 años. Los vacunatorios habilitados para recibirlos hoy están acondicionados de manera distinta, hay globos de colores pegados en las paredes y parte del personal sanitario que aplica las dosis usa pelucas violetas o naranjas. Para prevenir cualquier contratiempo, hay un equipo médico que cuenta con un especialista en pediatría para brindar asistencia inmediata en caso de que sea necesario. También destinaron un lugar totalmente en silencio para los chicos con autismo.
Una vez superados los trámites iniciales, Guatelli y su madre se unen a la fila, que avanza a paso lento pero casi nunca se detiene. Le indican el box, se sienta, se saca la campera y espera. Majo, la vacunadora, le trae la inyección de Moderna en una bandeja de plástico. Le higieniza el hombro izquierdo con un algodón humedecido con alcohol y hace que la aguja traspase la piel. La primera dosis, por fin, ya es un hecho.
“No dolió nada”, dice Guatelli. Solo le resta esperar 15 minutos fuera del vacunatorio para asegurarse que todo fluya correctamente. Esto recién empieza: dentro de 28 días le aplicarán la segunda dosis y recién tres semanas después podría retomar cierta normalidad.
Ella terminó séptimo grado durante el 2020 y este año arrancó la secundaria. La familia eligió que comience esa nueva etapa en la Escuela Técnica Ort Nº2, pero todavía no pudo ir ni a una clase de manera presencial por no estar vacunada.
“La profesora da la clase mientras la transmite en vivo por Zoom. Somos muy poquitos en el Zoom, siempre hay alguno que no fue al colegio ese día, pero en general somos muy pocos porque van todos de manera presencial desde febrero. Igual los chicos se acercan a la computadora y saludan a la cámara. Me sentía más acompañada cuando aislaron a toda la burbuja por un caso sospechoso y pasaron todos durante unos días a la virtualidad”, comenta, entre risas, Guatelli.
La decisión de avanzar con la inmunización de este nuevo grupo la tomó finalmente el Ministerio de Salud de la Nación y las autoridades sanitarias de las distintas jurisdicciones en la última reunión del Consejo Federal de Salud (COFESA) que tuvo lugar el martes pasado. Según lo acordado, en esta instancia se utilizarán las vacunas de Moderna que arribaron al país gracias a una donación de Estados Unidos.
Actualmente estas vacunas son las únicas de ARNm en el país, que, a su vez, son las que están autorizadas por los principales entes regulatorios del mundo para ser utilizadas en menores de edad, al igual que las vacunas desarrolladas por Pfizer. Sobre estas últimas, aún no llegó ni una sola vacuna a la Argentina, pero esperan que el primer cargamento del contrato de 20.000.000 que firmó el Gobierno llegue el mes que viene.
Los minutos pasan y Guatelli se siente bien. Ya es momento de ir hacia la salida del vacunatorio donde la espera su papá, Pablo, de 47 años, y su hermana, Pía, de 17, que todavía no fue vacunada. “Esperemos que ella en octubre pueda volver a clases presenciales. Y el pedido para las autoridades es que por favor vacunen a los hermanos de estos chicos, eso es fundamental para que no se contagien”, concluye Guidi.
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