“Fue como si alguien se metiera en mi cerebro”: ¿El hisopado debe ser molesto para que sea preciso?
Los expertos recomiendan el test nasofaríngeo, que es el más efectivo
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NUEVA YORK (The New York Times).– Un canadiense dice haber sentido que le enterraban el hisopo hasta el cerebro. Un norteamericano escuchó crujidos dentro de su cabeza. A una mujer francesa se le desencadenó una hemorragia nasal imparable. Otros tuvieron dolor de cabeza, lloraron, o incluso quedaron en shock.
Todos ellos fueron testados para Covid-19 con un hisopado nasal profundo. Y aunque la mayoría de las personas no tiene quejas sobre esa experiencia, a muchos otros la técnica les despierta una aversión visceral, los hace retorcerse o hasta salir corriendo.
“Tuve la sensación de que alguien se metía hasta mi cerebro para apretar el botón de reiniciar”, dice Paul Chin, productor musical y DJ de Toronto. “Nunca sentí algo parecido.”
Desde que apareció el nuevo coronavirus, millones de hisopos fueron introducidos en millones de fosas nasales de todo el mundo para detectar la presencia del patógeno. Una de las formas de combatirlo, dicen las autoridades, es testear masivamente y con regularidad. Y para lograrlo, era imperativo que se tratara de un test que la gente estuviera dispuesta a realizarse repetidamente. Y el hisopado, por lo general, cumple con esa premisa.
En algunos lugares de Estados Unidos, el personal de salud le entrega el hisopo a cada persona para que lo introduzca ella misma, lo que garantiza cierto grado de comodidad personal. Pero en Sudáfrica, por ejemplo, el único test de Covid disponible es tan doloroso que hace ver las estrellas o provoca arcadas, ya que el hisopo nasal baja hasta la garganta.
Esas diferencias en el procedimiento suscitan varios interrogantes: ¿Cuál es la mejor forma de hacerlo? ¿A qué profundidad debe llegar el hisopo en la fosa nasal? ¿Cuánto tiempo hay que mantenerlo allí arriba? ¿Es necesario que el hisopado sea tan molesto para que arroje un resultado preciso? Injustamente o no, algunos países tienen fama de actuar a lo bruto.
Miedos
Pero para empezar, mejor una breve lección de anatomía: no, el hisopo no llega al cerebro.
Este elemento atraviesa un pasaje oscuro que conduce a la cavidad nasal, alojada dentro de un hueso recubierto por un tejido blando y extremadamente sensible. En la parte posterior de esta cavidad, más o menos en línea con el lóbulo de la oreja, se encuentra la nasofaringe, donde la parte posterior de la nariz se encuentra con la parte superior de la garganta. Ese es uno de los lugares donde el coronavirus se replica más activamente, y donde es más probable obtener una buena muestra del patógeno.
Los resquemores que despierta el hisopado pueden deberse a un hecho simple: la mayoría de la gente no aguanta que le metan algo tan hasta el fondo de la nariz. Además, el hisopado conjura algunos de nuestros miedos más profundos: el temor atávico a que algo trepe y se meta en nuestro cerebro a través de los orificios del cuerpo.
“Es una parte del cuerpo que no estamos acostumbrados a sentir”, dice el doctor Noah Kojima, médico residente de la Universidad de California en Los Ángeles y experto en enfermedades infecciosas, en referencia a los hisopos que tocan la nasofaringe.
Y el dolor se presenta cuando el hisopo se introduce en un ángulo incorrecto, dice la doctora Yuka Manabe, profesora de enfermedades infectocontagiosas de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.
“Si no echan la cabeza hacia atrás, no se llega a la garganta”, dice Manabe. “Y es ahí cuando el hisopo se choca contra el hueso.”
Métodos
Hay tres tipos de hisopados nasales para el Covid: nasofaríngeos (los más profundos), de cornete (profundidad media), y de narinas anteriores (la parte menos profunda de la nariz). Al comienzo de la pandemia, el más usado en adultos fue el primero, porque era el método que había funcionado para detectar la gripe y el SARS. Y aunque la ciencia está evolucionando, los expertos coinciden en que el hisopo más profundo es el más preciso.
Según una revisión de estudios publicada en julio en la revista científica PLOS One, los nasofaríngeos tienen una exactitud del 98%, los poco profundos tienen una eficacia del 82% al 88%, al igual que los hisopos de cornete medio.
En Corea del Sur, los hisopos nasofaríngeos siguen siendo el estándar de oro de los tests de Covid, dice Seung-ho Choi, subdirector de comunicación de la Agencia de Prevención y Control de Enfermedades de Corea del Sur (KDCA)
“Puede que duela o no, dependiendo de la habilidad del personal médico”, dice Choi, y aclara que “la prueba nasofaríngea es la más precisa, y por eso la seguimos usando”.
La Organización Mundial de la Salud ofrece pautas sobre la mejor forma de realizar la prueba, y las complicaciones derivadas de los hisopados han sido excepcionales. La recomendación de la autoridad sanitaria de Australia, por ejemplo, indica que el hisopo debe subir unos centímetros por las fosas nasales de los adultos. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos dicen que el hisopado de cornete medio generalmente debe insertarse menos de 2,5 cm, o hasta encontrar resistencia.
Las pautas de la KDCA le dan cierto margen de maniobra al personal de salud sobre cómo hacer el raspado nasofaríngeo para obtener la muestra, ya sea moviendo el hisopo, girándolo, o ambas cosas. Choi dice que la experiencia también depende de la marca del hisopo, del umbral de dolor de cada paciente, de la estructura anatómica de la cavidad nasal y de la habilidad de quien realiza el hisopado.
Por Livia Albeck-Ripka y John Yoon
(Traducción de Jaime Arrambide)
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