La historia detrás del más grande contrabando de fósiles argentinos que incluye la margarita más antigua del mundo
Había también un esqueleto completo de dinosaurio y piezas de ámbar; hay un padre y un hijo involucrados en el hecho, dueños de un museo privado; habían declarado que el mayor se mudaba a España
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Unas 6400 piezas fósiles de incalculable valor patrimonial fueron llevadas el lunes al museo de Río Negro Bernardino Rivadavia luego de un operativo que llevó tres años y en el que agentes especializados de la Dirección General de Aduanas los rescataran cuando un reconocido vecino de Río Negro, dueño de un museo privado de paleontología, aseguraba que eran adornos de su propiedad y que los llevaba a España. En dos contenedores había despachado huevos de dinosaurio, un esqueleto completo y el invaluable fósil de la margarita más antigua del mundo, hallada por él mismo.
Si bien algunos de los elementos llegaron a salir del país, entre 2019 y 2020, gracias al operativo desplegado por la Aduana se pudo recuperar todo el material, dijeron fuentes de esa dependencia a LA NACION. Además, confirmaron que los involucrados en la operación serán por estos días procesados por contrabando.
La investigación comenzó en diciembre de 2019, luego de una advertencia hecha a las autoridades de Río Negro por vecinos de Pedro Rodolfo Corsolini, de hoy 67 años, y su hijo Julián Corsolini, de hoy 43, que habían notado movimientos extraños en un conocido museo que era de su propiedad.
El Museo del Lago Gutiérrez “Doctor Rosendo Pascual” de Geología y Paleontología en Villa Los Coihues, Bariloche, era un emprendimiento de la familia Corsolini que nació en 1995. Pedro Corsolini lo sostuvo por su cuenta durante algunos años hasta que lo tuvo que arancelar. En 2018 la Municipalidad de Bariloche le exigió que regularizara su situación y gestionara la habilitación comercial; la gestión del intendente Gustavo Gennuso lo intimó con la clausura.
“El municipio me pide habilitarlo como comercio, pero no entienden que es un museo. Antes de que me humillen, cierro. Mañana me van a pedir habilitarlo como zoológico”, sostuvo a principios de 2019 según se publicó en El Diario de Río Negro.
En febrero de ese año cerró sus puertas y en diciembre decidió mudarse a España, supuestamente por una invitación para realizar una muestra itinerante en Murcia y Málaga durante tres años.
Los operativos de la Aduana de Argentina y España se concretaron en septiembre de 2020 y el secretario de Cultura de Río Negro, Ariel Ávalos, relató entonces que las piezas habían sido sacadas de la ciudad en abril del 2020, en plena pandemia durante un fin de semana largo, de manera irregular. El hecho fue un escándalo en la provincia, debido a que Corsolini era una figura pública y debía dar explicaciones sobre lo ocurrido.
Cuando el aviso llegó a la Aduana, los bienes ya habían salido del país, por lo que esa dirección emitió una alerta internacional y solicitó a la Aduana de España la detención e inspección exhaustiva de los contenedores.
La aduana española envió al puerto de Valencia especialistas en bienes culturales, que comprobaron la presencia de más de 6400 piezas de restos fósiles.
Corsolini había declarado algunos bultos como “adorno de dino” cuando en realidad eran huesos de dinosaurio reales revestidos en yeso. Para esconderlos, aseguran desde Aduana, había utilizado fondos dobles, revestimientos de yeso y otros materiales, de manera que no fueran identificados los fósiles a simple vista.
Además, entre minerales, que habían sido declarados correctamente, estaba el esqueleto completo de un Hadrosaurio. Además, había una superficie con una tela que simulaba ser el soporte de piedras pero en realidad eran lajas con impresiones fósiles recubiertas con un paño.
La investigación
Luego del operativo de Aduana, Pedro Corsolini declaró que se estaba mudando a España y que en un contenedor llevaba elementos que le eran propios, que eran parte de una colección que había conformado como director del Museo de Lago Gutiérrez y que era dueño de la propiedad en la que éste se emplazaba.
Según consta en la causa a la que accedió LA NACION, Corsolini padre había indicado que él era el “descubridor de la flor compuesta más antigua del mundo y que según el artículo 17 de la Constitución Nacional todo lo que uno encuentra es de su propiedad por lo que no comprende por qué se la quieren sacar”.
Además, explicó que las piezas estaban envueltas en yeso para su traslado porque son muy frágiles y es lo que se suele hacer, incluso cuando llevaba esos elementos a las escuelas para dar clases. Aduana registró cómo estaban embalados los materiales y según puede verse algunos fueron pegados a telas y otros envueltos en papel pintado.
En tanto, su hijo Julián, quien lo ayudaba en el museo desde los 12 años hasta que empezó la carrera de biólogo, declaró que quien se mudaba era su padre y que él solo viajaba por trabajo a España, por lo que terminó firmando la partida del contenedor.
“Lo firmé yo lamentablemente, más allá de que el dueño es mi padre. Lamentablemente firmé yo y caí en la movida”, consta en su testimonial.
La investigación se encuentra en manos del Juzgado Federal de Bariloche y el juez subrogante es Gustavo Villanueva, de Neuquén.
Ahora el hijo, cuyo padre según la fiscalía habría contrabandeado parte de los elementos de otros países, podría recibir una pena de hasta 8 años de prisión por contrabando y por exportar piezas paleontológicas y arqueológicas de manera ilegal.
La denuncia de la fiscalía se basa en que este tipo de exportación requiere el aval del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia y del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL), respectivamente, establecidos como autoridades de aplicación por la Ley N°25.743.
Es que los elementos arqueológicos o paleontológicos son considerados bienes o patrimonios culturales del lugar en donde fueron hallados y de acuerdo con las leyes alguien puede ser poseedor, pero no propietario de los mismos. Se pueden sacar del país para una muestra, pero no de manera definitiva. Y es que por eso que la exportación definitiva de bienes arqueológicos y paleontológicos, como sería el caso de la mudanza de Corsolini, es un delito y está penada por ley.
Además, los bienes culturales en cuestión carecían de sus certificaciones, por lo cual la maniobra indebida constituye una transgresión a los artículos 610 y 954 del Código Aduanero, además de la Ley N°19.943, de Bienes Culturales. Por todo ello, en los términos del artículo 863 del Código Aduanero, Julián Corsolini y su padre podrían recibir una pena de hasta 8 años de prisión.
Bienes culturales invaluables y la historia de la margarita
Una vez que los bienes retornaron a la Argentina, el Museo Bernardino Rivadavia y el INAPL certificaron su autenticidad. Así, se constató que en la enorme colección de más de 6400 piezas hay ejemplares de destacadísimo valor histórico.
Es que además de huevos de dinosaurio, el esqueleto completo de un hadrosaurio, un amonite de más de 20 centímetros de diámetro y múltiples piezas de ámbar de millones de años con insectos preservados en su interior, como el que se ve en el film Jurassic Park, se destaca el fósil de la margarita más antiguo del mundo, de unos 47 millones de años.
El hallazgo de ese fósil fue noticia en 2010, cuando a 60 kilómetros de Bariloche, en los alrededores del río Pichileufú, Pedro Corsolini encontró en excelente estado de conservación el fósil de una flor y granos de polen, tal como publicó LA NACION por entonces.
Luego de varios estudios de laboratorio, un equipo de científicos de la Argentina y Suecia confirmó que era el primer registro encontrado en el mundo de un ejemplar de la familia de las margaritas, los girasoles y los crisantemos. Según publicó ese año la prestigiosa revista Science, esa flor fosilizada de Asteraceae o asteráceas -llamadas así porque la inflorescencia es en forma de estrella- demostraría que ese grupo de plantas surgió hace unos 50 millones de años en lo que hoy es el sur de nuestro país y de allí se diseminó a los demás continentes.
El equipo estaba integrado por un investigador de la Universidad de Estocolmo y nueve especialistas argentinos en geología, paleontología, palinología de polen actual, paleopalinología, biogeografía sistemática y filogenia del MACN, el Museo de La Plata, los institutos del Conicet en Bariloche y el Museo del Lago Gutiérrez.
Por otra parte, en agosto de 2007 fue Julián quien halló el esqueleto del dinosaurio hadrasaurio y que 10 años después de reconstruirlo con ayuda de su padre y especialistas era la joya del Museo del Lago Gutiérrez.
Los hadrasaurios eran animales herbívoros que presentaban distintos tipos de protuberancias y crestas óseas en la cabeza. Su rasgo distintivo era la manera en que se alargaba la parte anterior de la cara, formando un hocico ancho y aplanado, con un pico desprovisto de dientes que por su aspecto recuerda al de un pato.
La devolución de los bienes
El lunes se entregaron los bienes a la provincia de Río Negro en el Museo Bernardino Rivadavia. En un acto, donde se mostró parte de lo recuperado, Guillermo Michel, director general de Aduanas, afirmó: “Estamos ante el mayor secuestro de bienes culturales de la historia argentina y es un orgullo poder devolver nuestro patrimonio a su lugar de origen. Agradezco enormemente la colaboración del Museo, el INAPL y la aduana española, que han sido determinantes en la recuperación de las piezas”.
Por su parte, Luis Cappozzo, director del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, resaltó “el aporte, cuidado e investigación del equipo de científicos y científicas del Museo en la restitución de este material totalmente valioso” y destacó el trabajo de las diversas instituciones de Estado, al servicio de la sociedad.
“Es un ejemplo de la integración de los organismos involucrados, cada uno en cumplimiento de sus respectivas misiones, desde sus conocimientos y procedimientos”, dijo.
El acto también contó con la presencia de Natalia Villegas, subsecretaria de Patrimonio y Cooperación Cultural de Río Negro, y Leonor Acuña, directora del INAPL.
En el análisis y clasificación del material intervinieron la Dirección General de Aduanas, el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, el INAPL, el Departamento de Protección del Patrimonio Cultural de Interpol, la Gendarmería Argentina, la Dirección Nacional de Bienes y Sitios Culturales del Ministerio de Cultura y de la Nación y la Brigada de Control Ambiental del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
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