Frontera congelada. Por qué más de 10.000 camiones esperan la reapertura de un paso estratégico a Chile
El cruce por Mendoza lleva más de dos meses de interrupciones prolongadas; el rubro de transporte ya perdió más de US$300 millones
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MENDOZA.- Es un deja vú que preocupa cada vez más, sobre todo porque no se encuentra, literalmente, la salida. Nuevamente, las inclemencias del tiempo en la alta montaña y la demora en habilitar la ruta, sobre todo del lado chileno, se convirtieron en un combo explosivo que altera los ánimos de los transportistas. En el medio, históricos reclamos por trámites más expeditivos, vinculados con la tecnología, y por una mejor infraestructura, de vanguardia. De hecho, hace años se llegó a pensar, sin éxito, en un tipo de “carretera inteligente”, como proyectan en Europa, que derrite la nieve. Es que el paso internacional a la vecina nación, en lo que va del año, lleva más de dos meses de interrupciones prolongadas, lo que complica a uno de los comercios terrestres fundamentales de la región: el transporte de carga que, en estos 60 días, ya perdió más de 300 millones de dólares, según estimaciones de las cámaras del sector. De hecho, hoy más de 10.000 camiones, a lo largo de la ruta 7 en todo el país, aguardan para poder atravesar la Cordillera de los Andes, con pocas posibilidades de que el cruce se abra al inicio de la semana próxima, producto de las intensas nevadas, pero también de algunos problemas de coordinación entre ambos gobiernos.
Mientras que las autoridades argentinas, con constantes trabajos viales que mantienen operativo el camino hasta la boca del túnel, cruzan los dedos para que Chile optimice sus tareas de despeje, los funcionarios trasandinos se mantienen más estrictos, apelando a la necesidad de reducir al máximo los riesgos y disponer de una “ruta totalmente segura”, teniendo en cuenta además, que allí hay un tramo peligroso, como son los famosos Caracoles.
Bajo este escenario, todo está supeditado a las condiciones climáticas, pero también a los esfuerzos que se realicen entre las coordinaciones de frontera, ya que en épocas estivales también suelen producirse demoras, principalmente, por falta de casillas y de personal en la atención. De hecho, son insistentes las quejas de los conductores para que se optimicen los sistemas de aprobación de documentación, por lo que solicitan apelar a la tecnología, por ejemplo, mediante chequeos con código QR.
Para el gobierno mendocino, en los últimos años se ha mejorado la prestación del servicio, con unificación de trámites, aunque reconocen que en fechas clave, el sistema llega a colapsar, con largas colas de vehículos aguardando horas para poder atravesar la montaña.
“Estamos desesperados”
Desde el 1° de septiembre el paso ya mantiene el horario de apertura durante las 24 horas del día, lo que agilizaría el tránsito, pero el clima no acompaña. “Aunque estamos en una época del año en que el paso no debería estar cerrado, lamentablemente nuestros pronósticos y los de nuestros hermanos chilenos nos están dando la imposibilidad de tenerlo habilitado”, expresó Daniel Galdeano, titular del Comité de Frontera, quien aseguró que le piden al vecino país ir descomprimiendo de manera progresiva, aunque entiende la férrea postura chilena frente a los riesgos de su ruta. “Estamos desesperados por que haya alguna ventana la semana próxima, pero no podemos generar falsas expectativas”, agregó el funcionario, quien espera que se regularice el flujo durante 4 o 5 días, en cuanto las condiciones meteorológicas lo permitan.
En cuanto al impacto económico del cierre para los transportistas, desde la Asociación de Propietarios de Camiones de Mendoza indicaron a LA NACIÓN que las pérdidas totales superan los US$300.000.000 sólo en la provincia. Para llegar a esa cifra, para los 60 días de espera, los empresarios se basan en una estimación puntual diaria: el camión tiene un costo de US$250 por jornada, que incluye el sueldo del conductor, viáticos, seguros, entre otros gastos, por lo que al multiplicarlo por un promedio de 3.500 camiones en cada uno de los tres cortes prolongados en lo que va del año en alta montaña a la espera de poder cruzar, se supera el número de US$50.000.000. En este sentido, aclaran que no se tiene en cuenta “el costo de oportunidad desvanecido por no poder mover las unidades atrapadas en los pulmones de Uspallata”. Por eso, si se suma a las cargas, con un costo aproximado de US$25.000 por transporte afectado, el golpe es aún mayor: más de US$260.000 millones de dólares en mercadería estancada, sin contar el impacto de lo que llegó a destiempo o fue reemplazado por otro proveedor.
“Esta temporada invernal atraviesa el tercer corte, de los cuales cada uno ha sido de más de 15 días sin tener en cuenta los días utilizados para descongestionar una vez habilitado.
Se va a tener en esta temporada 60 días de inactividad, si bien una parte ha sido por fenómenos naturales, la otra gran parte ha sido por debido a la ineficacia de quienes detentan el poder en el manejo del Paso Cristo Redentor”, expresó a LA NACIÓN Carlos Messina, dirigente de Aprocam. “En otros años, este paso ha tenido peores momentos de nieve y se ha trabajado mejor, con ventanas que permitían pasar. Entendemos que hay un problema importante de coordinación, del lado chileno, que no permite mejorar las condiciones de transitabilidad”, añadió el empresario, quien valoró el equipamiento en infraestructura vial que tiene la Argentina.
Sin embargo, desde la asociación reclaman mayor actualización en la realización de trámites, aplicando la tecnología. “Es importante que se trabaje de forma digital, lo que ahorraría los plazos y aceleraría todo; hay que dejar de lado tantos papeles. En otros lugares del mundo, como Canadá o Europa, con contingencias climáticas, se trabaja bien. Acá, se necesitan actualizaciones, en todo sentido. Si ambos países tomaran las medidas necesarias, el paso puede cambiar, pero desde hace 20 años no funciona como corresponde”, completó.
Sin dudas, esta última interrupción, se trata de un cierre histórico que lleva más de 20 días, con más de 10.000 camiones apostados en diversas zonas de la ruta 7, dentro y fuera de esta provincia, donde actualmente hay un promedio de 3.500 camiones esperando para cruzar en diferentes paradores de la montaña y del llano. Al efectuarse “alertas tempranas”, Mendoza cierra el ingreso de nuevos transportistas, por lo que se encuentran esperando en otras jurisdicciones del país.
Bajo este complejo contexto, las autoridades brindan asistencia continua a los conductores varados en alta montaña mendocina, junto a la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (Fadeeac) y Aprocam. Se les entrega agua y alimentos, con la colaboración de la Gendarmería Nacional en la cocina y el Sindicato de Choferes, para la distribución.
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