Formación vs. adoctrinamiento: cómo abordar la guerra entre Rusia y Ucrania en las escuelas argentinas
Docentes y expertos en educación coinciden en que el conflicto bélico tienen tal magnitud y presencia mediática que no puede ser ignorada en las aulas
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Sofía Ruiz está en séptimo grado y la semana pasada llegó a su casa con una consigna para sus padres. Tenía que preguntarles a los adultos qué era un país democrático. “Cada uno tiene que llevar información sobre distintas cosas —respondió Sofía a su mamá que quería saber para qué necesitaba esa respuesta—, porque mañana vamos a hablar sobre la guerra”.
La guerra en Europa que protagonizan Ucrania y Rusia lleva casi dos semanas y las noticias sobre el conflicto se leen en los diarios todos los días, se escuchan en la radio y se ven en la televisión. Es un asunto que no deja a nadie indiferente, difícil de soslayar cuando la pregunta, por ejemplo, hace eco en las aulas. ¿Cómo abordar entonces el tema de la guerra en la escuela?
“Episodios como el que actualmente ocurre en Ucrania tienen una magnitud y presencia mediática que no puede ser ignorada en la escuela —dice Irene Kit, presidenta de la Asociación Civil Educación para Todos—. El dramatismo de las imágenes y la cantidad de opiniones que circulan por las redes sociales hacen que sea un tema de inevitable interés para niños y jóvenes. Despiertan la curiosidad por nombres de países y ciudades hasta ahora desconocidos para muchos, y motorizan emociones de compasión, empatía o enojo ante situaciones dolorosas que todos rechazamos”.
Todo eso implica, según Kit, que el conflicto bélico en Europa tenga un enorme potencial pedagógico. Muchos chicos y chicas que están en la primaria y también en el nivel medio quieren entender qué sucede, por qué se desató la guerra. “Y la motivación es el principal factor del aprendizaje”, asegura la especialista en fracaso escolar.
La afirmación de Kit se traduce en la experiencia que por estos días comparten los alumnos del segundo ciclo del nivel primario de la Escuela N°4 Provincia de Córdoba, una institución a la que asisten unos 150 alumnos, en el barrio de Palermo. Marcela Voulgaris es la directora, y cuenta a LA NACION que, desde que se desató el conflicto y las noticias llegaron a los medios de comunicación, los chicos comenzaron a preguntar. A nadie dejó indiferente, dice la directora, que repasa las aristas centrales del proyecto que junto con el equipo docente diseñaron para trabajar en el aula sobre la guerra entre Ucrania y Rusia.
“En principio, para contextualizar el conflicto y ubicarlo geográficamente se trabaja con los alumnos en el mapa y se analiza ubicación, tamaño de cada uno de los países, población y recursos de ambos —explica Voulgaris—. Una de las primeras necesidades que surge es poder explicar el porqué de lo que está pasando. En este sentido, se intenta trabajar con una serie de recursos para conocer las raíces históricas y las causas de fondo del conflicto, con artículos y videos de YouTube que se adentran en la historia, pero en los que también se analizan los intereses económicos que esconde toda guerra. Y esta no es ninguna excepción”.
La coyuntura bélica, además, es una oportunidad que tienen las maestras, como ejemplifica Voulgaris, para recordar que más allá de Ucrania hay en el mundo unos 30 conflictos armados activos, y que “rara vez” atraen tanto la atención de los medios de comunicación occidentales.
¿Podemos hablar de guerra en la escuela?
“En la escuela también hablamos de guerra —dice María Laura Videla, coordinadora de educación combinada de la Universidad CAECE—. La enseñanza de las ciencias sociales nos interpela a revisar el conflicto abriendo camino a aprendizajes que no están en el mundo rosa que muchas veces se quiso presentar a niños y niñas. Utilizando este concepto le damos espacio a secuencias didácticas que permitan repasar los acontecimientos desde la información transformada en conocimiento, con actividades convertidas en habilidades de investigación, indagación, comunicación y pensamiento crítico”.
Videla propone una hoja de ruta para analizar a los actores estatales y no estatales, sus roles, sus compromisos y las consecuencias de sus acciones.
“También buscamos resolver dilemas éticos analizando estudios de caso y apelando al aprendizaje basado en problemas. Los niños y niñas, dependiendo de su edad, pueden encontrarse con transposiciones didácticas en una charla, en un debate, en la lectura de un cuento, en la búsqueda de fuentes primarias, la revisión de un mapa o en el análisis de una noticia”, refuerza Videla, que también es coordinadora y asesora pedagógica en instituciones educativas de nivel primario y secundario.
En la escuela N°4, precisamente, las maestras del segundo ciclo les propusieron a los estudiantes que llevaran noticias para compartir con el resto de la clase, y de esa manera, explica Voulgaris, poder trabajar lo que acontece en el día a día del conflicto. “Después elegimos la noticia más significativa o la que más les haya impactado para compartir en la formación, y entre todos estamos armando afiches a modo de diario del conflicto, para tomar conciencia de la gravedad”, señala la docente.
“Aprovechar esta oportunidad implica resolver algunos desafíos curriculares y metodológicos. Saber algo de Ucrania nos lleva obviamente a la geografía y a la historia. Ubicarnos en una parte del mapa con países cuyos nombres son raramente escuchados y con una historia que muestra los conflictos como rasgos permanentes a lo largo de siglos. La curiosidad sobre la población de Ucrania, su economía, ciertos parecidos con la Argentina, sus características culturales, son todos aspectos de gran interés”, aporta Kit.
Para Sergio España, consultor en políticas educativas y especialización en educación rural, el conflicto también abre la puerta a conocer al otro actor de este drama: “Rusia, su historia, territorio actual, su economía y su rica cultura pueden ser exploradas. Obviamente, esto implica considerar las tensiones geopolíticas, los alineamientos y enfrentamientos que desembocan en esta invasión como un episodio más de un largo proceso de conflictos, cuyas consecuencias aún no se pueden entrever”.
España coincide con los expertos consultados al considerar que, en términos didácticos, abordar el tema de la guerra en la escuela supone un papel muy activo de los estudiantes. “Tendrán que buscar información y operar sobre ella, poniendo en juego habilidades cognitivas fundamentales: clasificarla, compararla, tomar notas, analizarla y sintetizarla. También involucra las competencias sociales y emocionales. Aspectos como la empatía, la solidaridad, el equilibrio para entender las diferentes posturas”.
Darío Álvarez Klar es especialista en gestión e innovación educativa y fundador de Red Educativa Itínere, y traza un paralelismo didáctico entre los incendios ocurridos hace algunas semanas en Corrientes con el tema de la guerra. “Vincular lo que ocurre en el mundo, en nuestro entorno y lo que aprendemos en el colegio no van por caminos opuestos. Partimos de la idea de que la puerta de entrada al diseño curricular es lo que ocurre en el mundo. Trabajamos con noticias de actualidad periódicamente. Por ejemplo: no nos mantenemos ajenos a los incendios ocurridos en Corrientes. Valoramos la actividad de brigadistas y bomberos y sensibilizamos a los estudiantes sobre las consecuencias del fuego en la vida de las personas y en el medio ambiente. Por otro lado, Corrientes y la división política de la Argentina están dentro del contenido académico, pero lo abordamos de una forma más significativa y sensible”.
De la misma manera, agrega Álvarez Klar, conceptos como la democracia, los derechos humanos, los conflictos bélicos y la resolución pacífica de los mismos a través del diálogo cobran otro valor cuando parten de situaciones reales a las que debemos dar lugar en el colegio. “Tratar la invasión de un país democrático es imprescindible. Por el valor humano que transmite, para construir un mundo mejor y también para contener a nuestros niños frente al temor que esto pueda suscitar en ellos. En este sentido, se trabaja formalmente en el segundo ciclo de la primaria y en el secundario; y nos mantenemos atentos a los comentarios que, en el marco de nuestro proyecto de información general, puedan aparecer en los más chicos”.
Consultados sobre la relevancia de incluir el conflicto bélico actual dentro de los contenidos priorizados, desde el Ministerio de Educación porteño y la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense afirmaron que “el análisis del mundo”, y la “resolución de los conflictos por la vía democrática” están presente en varias materias del diseño curricular, según el nivel. Pero, coincidieron, no es un tema específico que propongan abordar, ni cómo hacerlo.
Sin embargo, tanto Kit como España no solo sugieren que su tratamiento es de gran valor formativo, sino que desde esa perspectiva se plantean dos recomendaciones pedagógicas. “Que el proyecto sea incorporado en la planificación y valorado el trabajo de los estudiantes en sus calificaciones. Esto implica reprogramar la planificación original de cada asignatura, que debe ser apoyada por directivos y supervisores. Por otro lado, tratar de articular el trabajo de varios docentes. Tiene enorme valor que los estudiantes vean que sobre un mismo tema, incluso un mismo texto, se pueden tener diferentes miradas a partir de lo que cada ciencia aporta”.
Finalmente, concluye España, una reflexión fundamental: “Abordar este tema en la escuela como objeto de estudio, evitando los adultos la tentación de fijar posiciones a favor o en contra de los invasores o los invadidos. No se trata de justificar posicionamientos políticos, sino de brindar a los estudiantes una oportunidad de ponderar una situación compleja, real y actual. No es una oportunidad de adoctrinamiento sino de formación”.
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