¿Fin de la repitencia? Un aquelarre de materias y promociones que solo iba a profundizar la crisis educativa
En menos de 24 horas, el gobierno de Axel Kicillof pasó de impulsar un nuevo régimen para el nivel secundario a postergar su discusión sin nueva fecha
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Seis meses después de haber anunciado su iniciativa para eliminar la repitencia del nivel secundario en la provincia, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, tuvo que retroceder en su propósito, y desaprovechó la última posibilidad que le quedaba. Al menos, durante este último año de gestión, le será complejo modificar el actual sistema del nivel secundario provincial para convertirlo en un aquelarre de materias y promociones que solo iban a profundizar la crisis educativa. Casi la mitad de los estudiantes que ingresan en el nivel medio en el país, y la provincia no es una excepción, abandonan la cursada y la otra mitad no concluye su formación en tiempo y forma; tienen severos problemas de comprensión de textos y graves dificultades para resolver cálculos matemáticos.
En ese panorama desolador que lleva años sin solución, quizá sin pensarlo, o con esa misma intención, Kicillof caminaba hasta hace pocas horas por el mismo desfiladero del presidente Alberto Fernández, quien descree de la meritocracia, del esfuerzo para obtener mejores resultados personales de la mano de la educación. Pero la marcha hacia el desguace del nivel medio bonaerense, acuciado por niveles de repitencia que ni siquiera tiene cifras oficiales fidedignas, se buscaba disimular detrás de un confuso sistema que se topó con un muro difícil de saltar en tiempos electorales: la crítica de los especialistas en educación y de las redes sociales y la cobertura de los medios de comunicación.
Aunque ayer el kirchnerismo bonaerense tenía sigilosamente la mayoría de los votos para torcer el ya deficiente sistema secundario para convertirlo en un opaco esquema universitario de aprobación de materias más allá de los años en los que se debían cursar, hoy prefirió retroceder. El cambio en menos de 24 horas no está relacionado con el repentino entendimiento de que había que revisar buena parte del esquema de aprobaciones y cursadas de las asignaturas, sino en que simplemente “es políticamente incorrecto” para las ambiciones de Kicillof y del Frente de Todos.
No hay que dejar pasar que la iniciativa había sido anunciada en agosto pasado y ya había despertado reacciones adversas entre los expertos y entre la opinión pública, madres y padres preocupados por el mal nivel, especialmente en escuelas de gestión pública, que hacen cada vez más esfuerzos por enviar a sus hijos a instituciones privadas.
La crisis educativa argentina comenzó a analizarse allá por 1984, en el Congreso Pedagógico Nacional impulsado por el entonces presidente Raúl Alfonsín. Hasta hoy, lo único concreto e indiscutible es que ya pasaron 39 años y la dirigencia política solo ha generado parches para remediar las falencias en las aulas. La historia sumará el proyecto de Kicillof entre los desvaríos que solo han sumado desguace intelectual al país.
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