Fiebre “swiftie”: las minuciosas reglas del acampe que 200 chicas armaron en la calle para esperar a Taylor Swift
Faltan seis meses para los conciertos y muchas fanáticas ya están haciendo fila; cómo se organizan y por qué se preparan con tanta anticipación
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Sobre la avenida Figueroa Alcorta, entre la cancha de River Plate y el Club Hípico Argentino, sorprende una hilera de cuatro carpas azules. Las entradas de cada una de estas carpas le dan la espalda a la calle y, a falta de una superficie blanda donde clavar estacas, sus toldos se sostienen con adoquines. En los alrededores de las carpas se ve una escoba, un paraguas y algunos cartones a modo de alfombra.
A unos metros de las carpas, sobre el cordón de la vereda, justo donde pega el sol, Sabrina Rodríguez, de 21 años, y Gisela, de 20, están sentadas charlando. Son fanáticas de Taylor Swift, la cantante estadounidense que en noviembre se presentará por primera vez en la Argentina con tres conciertos en el estadio de River.
Durante los dos días de venta de entradas, en los que participaron más de tres millones de personas, Taylor Swift agotó las tres fechas y estuvo en boca de todo el país por la fiebre que generaron sus shows.
Sabrina y Gisela forman parte del grupo de cerca de 200 jóvenes que están acampando en las inmediaciones de River desde que la cantante anunció los recitales. En realidad, nunca están las 200 juntas, sino que cada carpa agrupa a cerca de 50 chicas que se van rotando para que siempre haya alguien custodiando el lugar y “haciendo horas” que les garantizarán un lugar “en la valla”, la ubicación más deseada desde la cual vivir el show.
“La carpa te garantiza valla y eso tiene muchos privilegios. El más importante es el poder ver a Taylor de cerca sin que te aplasten como te aplastan en la mitad del campo. Si llegás solo 20 horas antes del show vas a quedar muy lejos”, dijo Gisela a LA NACION.
“Así como hay gente que usa su tiempo libre para ir a la cancha, nosotras usamos nuestro tiempo libre para estar en la carpa. Yo por ejemplo, estudio para tripulante de cabina y trabajo en una cadena de cafeterías, y vengo cuando tengo tiempo libre, como si fuese a merendar con amigas, pero elijo venir acá”, dijo Sabrina.
Ellas forman parte de la carpa 1, una de las cuatro que al día de hoy están armadas. Según explicaron, cada carpa maneja sus propias reglas de convivencia, de acceso al grupo y de contraprestación por las horas hechas. “En la carpa 1 nos vamos turnando. Hoy estoy yo, en un rato vienen otras amigas y así nos vamos rotando para estar en la carpa. Lo importante es que nunca quede sola. Tenemos una planilla de Excel donde tenemos todo organizado y anotado. Se registra quiénes vienen en cada momento y se cuentan las horas. Cuantas más horas estés acá, antes vas a pasar el día del recital”, dijo Sabrina.
En los días posteriores a la venta de entradas, se viralizó por redes sociales un mensaje de WhatsApp en donde se detallaban las condiciones de acampe. Entre los requisitos, se pedía “comer siempre afuera de la carpa para que no se llene de hormigas”, “no entrar con zapatillas a la carpa” y “controlar que todo esté limpio cuando empiece el turno”. Además, dentro del esquema establecido, se advertía a los participantes que se debía hacer un mínimo de 15 horas mensuales y pasar al menos una noche. “En caso de no poder cumplir, comunicarlo de antemano o se procederá a expulsar del grupo”, se leía en el chat.
Sin embargo, Sabrina aclara que cada carpa maneja sus propias reglas, que en el caso de la suya, no son esas. Desde la carpa 2, por ejemplo, no quieren hacer declaraciones y esa parece ser la norma de la carpa. Ante la consulta de este medio, desde el interior de la misma, una voz femenina dijo: “No queremos hablar con la prensa, gracias”.
De acuerdo a las “swifties”, apodo con el que se conoce a las fanáticas de Taylor Swift, la mayoría de quienes están acampando son mujeres de entre 20 y 30 años que trabajan y estudian y eligen invertir su tiempo de ocio en el campamento “swiftie”, tal como ya lo han hecho para el recital de Harry Styles el año pasado. Por entonces, la situación fue la misma: comenzaron el acampe en junio para el show que se realizó en diciembre.
Filtraron la lista de requisitos para estar en las capas que esperan a Taylor Swift
— ElBuni (@therealbuni) June 8, 2023
Ni para laburar te piden tanto 💀☠️☠️ pic.twitter.com/4BwofjZa73
“Nos vamos a organizar igual que como hicimos para el recital de Harry Styles el año pasado. Yo vine 500 horas en total”, dijo Sabrina, que vive en el microcentro.
Gisela, que vive en Lomas de Zamora, dice que el año pasado, cuando acampó para el show de Styles, sintió un poco de miedo durante los primeros días de pernocte, pero que ahora ya no. “Por lo menos en mi carpa ya venimos con experiencia del acampe de Harry. En ese momento sí me daba miedo dormir en la calle, pero al pasar los meses me fui acostumbrando. Este es un barrio seguro y la policía está pendiente”, dice.
Las chicas cuentan que por la noche hace frío, pero que traen sábanas, frazadas y mucha ropa. “Traemos comida de casa o compramos por la zona o pedimos delivery. Nos lavamos los dientes en la estación de servicio o el McDonald’s. No somos unas mugrientas”, dijo Sabrina.
El tiempo que pasan en el campamento fluye entre meriendas, charlas y, como se pudo ver por redes sociales, hasta pequeños partidos de vóley.
¿Qué las motiva a acampar durante seis meses? “Que la voy a ver de cerca después de 13 años de escucharla. Eso es lo único que me motiva para venir a acampar todos los días de acá a noviembre”, respondió Gisela.
Fanatismo mundial
El caso de Sabrina y Gisela no es aislado. La fiebre por Taylor Swift es mundial. Conseguir entradas para alguno de los espectáculos de su gira The Eras Tour, que recopila toda su discografía, se convirtió en un verdadero desafío para los fanáticos de todo el planeta. En la Argentina, el anuncio de su visita desató un estallido. El 5 de junio, al abrirse la preventa, y el 6 de junio, con la venta general, más de tres millones de personas hicieron la “fila virtual” en busca de algún ticket para los conciertos que serán el 9, 10 y 11 de noviembre.
“Yo la sigo hace 13 años, desde que tenía 7. Que ahora venga por primera vez a mi país es algo que no me imaginé nunca por lo caro que es traerla. Me tomó muy por sorpresa. La amo, ella es una de las razones por las que sigo. Viví muchas cosas y Taylor fue una gran ayuda en mi vida, poder verla va a ser muy lindo”, dijo Gisela.
Suzanne Garfinkle-Crowell, psiquiatra y directora de la Academia de Medicina y Humanidades en la Escuela de Medicina Icahn, en Nueva York, escribió un ensayo en The New York Times en el que relató cómo muchas de las pacientes que llegan a su consultorio son seguidoras de Taylor Swift. “Yo ya era un fan casual. Pero realmente no podía entender por qué esta artista y esta gira eran tan poderosas y disruptivas. Y entonces comencé a escuchar”, escribió. Y lo que escuchó fue a un números de chicas cada vez mayor que se sienten comprendidas no solo por las canciones de Swift sino por la cultura “swiftie” en sí misma.
“Una swiftie encuentra en la cantante una heroína real que entiende el momento que está atravesando, pero también le muestra el buen lugar al que puede llegar. Los adolescentes sufren por muchos motivos. Taylor les dice ‘tomen prestada mi fuerza, abracen su dolor y hagan algo hermoso con él’”, dijo Garfinkle-Crowell, quien terminó el texto agradeciendo por la existencia de Swift.
“Mis pacientes tienen a una profesional que las escucha durante 45 minutos a la semana, pero son pocas las adolescentes que tienen acceso a este tipo de apoyo. Me alegra que mis pacientes y toda la comunidad tengan a alguien tan generosa con quien hablar”, dijo.
“Taylor tiene una canción para cada ocasión de tu vida. Cuando estás pasando por algún momento especial, su música te ayuda”, dijo Sabrina.
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