Fervor albiceleste: festejos en todo el país por el pase de la selección a octavos de final
En la ciudad, la celebración se centró en el Obelisco; hubo muestras de apoyo al equipo de Scaloni en Mar del Plata, Rosario, y Bariloche, entre otros destinos
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Los hinchas argentinos en diferentes puntos del país no dudaron en salir de sus hogares y festejar el contundente triunfo de la selección conducida por Lionel Scaloni ante Polonia. El Obelisco en la Capital; el Monumento a la Bandera en Rosario; el Centro Cívico de Bariloche; y frente al mar, en la playa Las Toscas, de Mar del Plata, fueron algunas de las locaciones en las que los fanáticos del fútbol celebraron una victoria clave, que permitió el pase del equipo a octavos de final.
La avenida 9 de Julio se comenzó a llenar de vehículos luego del triunfo en el tercer partido del equipo de Lionel Messi. Con un 2 a 0, con goles de Alexis Mac Allister y Julián Álvarez en el segundo tiempo del partido, esta victoria consolidó la fortaleza del equipo argentino y sobrepasó el mal trago que dejó la derrota frente a Arabia Saudita. Los hinchas, aliviados, salieron a festejar con banderas, vuvuzelas, y gorros albicelestes.
Lo mismo sucedió en el Monumento Nacional a la Bandera, en la provincia de Santa Fe, que fue el centro de los festejos de los rosarinos ante la euforia de un éxito rotundo ante la selección polaca. Familias, amigos y parejas disfrutaron de un atardecer pintados con los colores de la bandera nacional.
En Mar del Plata, la lluvia no fue una excusa para la celebración. Con una pantalla gigante ubicada frente a la costa, cientos de personas gritaron con pasión bajo una llovizna los dos goles argentinos, y los festejos se extendieron en la playa de Las Toscas, en la que reposeras, banderas, sombrillas y paraguas fueron la postal de este clásico marplatense.
“Vine a ver el segundo partido el sábado pasado y, como ganamos, la cábala era volver hoy a pesar de que mañana rindo un final importante de mi carrera”, dijo Mariana Rojas, una estudiante de derecho. Y agregó: “Esto es felicidad, ver a la gente que aplaude, grita, alienta y felicita a los jugadores nos demuestra que somos un país unido y que lo apoyamos en las buenas y en las malas”.
Las ciudades rionegrinas de Viedma, San Carlos de Bariloche, Cipolletti y General Roca también fueron protagonistas de los festejos que lo hicieron a lo grande, con banderazos, caravanas y cánticos. En Viedma, una vez terminado el partido, las filas de vehículos se formaron en las principales avenidas, mientras que el punto de concentración fue en la clásica Fuente Pucará, en 25 de Mayo, a pocos metros de la costa del río Negro.
En Bariloche, en tanto, los hinchas se concentraron en el emblemático Centro Cívico, en un día cálido y despejado. El municipio había instalado pantallas para ver la partido de espaldas al lago Nahuel Huapi, junto a la plaza Expedicionarios del desierto. Desde allí, las personas se dirigieron a la plaza central para continuar celebrando.
“El que no salta es un inglés/ el que no salta es un inglés”, cantaron con puño en alto los miles de platenses que, apenas terminado el partido del seleccionado argentino, se concentraron en la esquina de 7 y 50, lugar tradicional de celebración de festejos futbolísticos y políticos.
La previa del partido
En plena jornada laboral y educativa, el tercer partido que jugó la selección argentina en el Mundial de Qatar 2022 fue en un horario que afectó el normal funcionamiento de la tarde. Con propuestas que fueron desde un retiro anticipado de alumnos, hasta el aprovechamiento del momento mundialista para recibir clientes ajenos al fútbol, los locales gastronómicos, confiterías y establecimientos educativos de la ciudad y del Gran Buenos Aires se organizaron para una jornada atípica en donde primó el pragmatismo: hacer lo posible para no perderse el partido y aprovechar el furor.
“Los alumnos podrán quedarse a ver el partido junto a sus compañeros o retirarse a las 15 con el padre, la madre o un adulto responsable”, fue la respuesta de las autoridades del colegio Islands International School, en Belgrano.
Si bien cada institución tiene la potestad de tomar las definiciones que mejor se adapten a su realidad, los colegios estuvieron abiertos y los alumnos pudieron ver el partido junto a sus compañeros y docentes y, en muchos casos, se les dio la opción de un egreso temprano.
La decisión de las escuelas fue en consonancia con lo dispuesto tanto por el gobierno nacional como por las jurisdicciones provinciales. De hecho, el ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, había alentado a que, “dada la extraordinaria magnitud que toma el Mundial en la Argentina”, los alumnos miren los partidos de la selección en las escuelas y que los establecimientos educativos le den contenido pedagógico al campeonato, aunque delegó las definiciones específicas a cada jurisdicción.
En la provincia de Buenos Aires, se dispuso que en los colegios se dicten clases con normalidad en el horario habitual durante todo el desarrollo de la Copa. Además, autorizó las transmisiones dentro de los establecimientos de los encuentros que dispute la selección así como el ingreso tardío o el retiro anticipado siempre que el evento ocurra en horario escolar.
En la ciudad de Buenos Aires, en tanto, la cartera educativa conducida por Soledad Acuña, precisó: “La visualización en las escuelas de los partidos de las elección argentina durante el Mundial de fútbol será una definición de cada institución y quedará a elección de cada equipo de conducción de acuerdo a su proyecto institucional”.
Una ciudad albiceleste
La Farola de Núñez, ubicada en la esquina de Cabildo y Congreso, se encontraba desde temprano adornada con banderines y carteles con la arenga “¡Vamos Argentina!”. Cecilia Herrera, encargada de la atención al público en el restaurante, comentó a LA NACIÓN que cuando hay partido se llena de personas que trabajan en los locales comerciales de la zona. “Vienen para ver el partido y a comer algo. El sábado pasado, cuando jugó la Argentina contra México, había una mesa enorme de más de 30 personas”, señaló.
Otros comerciantes, por su parte, prefirieron mantenerse al margen y aprovechar el momento mundialista para disfrutar de una clientela ajena al fútbol. “No hacemos nada especial porque la gente viene igual y aprovecha que no hay filas para hacer los pedidos. Te encontrás con un público distante de la Copa del Mundo, y es algo simpático”, señaló a LA NACION Fernando Iglesias, dueño de Öss Kafe. Y agregó: “El momento del café tiene que ser una ceremonia, que no tiene nada que ver con el fútbol”.
Marcelo, vendedor ambulante de camisetas de la selección argentina, no piensa lo mismo para su negocio. Él aprovechó la ocasión para hacer crecer sus ingresos. “Para el sábado pasado compré pocas camisetas porque no sabía cómo me iba a ir, pero terminé vendiendo todas”, sentenció el comerciante, que precisó que fueron aproximadamente 30 camisetas, a $3000 cada una.
Con información de Télam
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