Nacieron los primeros coronials. Cómo son los partos durante el brote de coronavirus
Candela Sande tiene 30 años, y tuvo a su primer hijo el viernes pasado. Baltazar Perotti nació pocas horas después de que el gobierno nacional decretara la cuarentena obligatoria por el coronavirus.
Los papás de Candela, que son de Bahía Blanca, habían alquilado un departamento a pasos de donde vive su hija, en Belgrano, para estar lo más cerca posible durante el último tramo del embrazo y después del nacimiento de su nieto. Pero cuando Candela, su marido y Baltazar volvieron del hospital a casa, los abuelos tuvieron que conformarse con saludarlos desde la vereda de enfrente.
"Nos bajamos del taxi y ahí estaban ellos. La miré a mi mamá de lejos y se me hizo un nudo en la garganta. No lo podía creer. Tenía una felicidad inmensa con Balta en mis brazos y no podíamos abrazarnos", dice Candela, que cuenta que ese abrazo familiar que tanto había imaginado fue reemplazado por un beso volador a distancia, primero, y una videollamada después.
El distanciamiento social, obligatorio y preventivo que impuso el avance del coronavirus también cambió los hábitos de la maternidad y los nacimientos. En la Argentina, nacen al año unos 750.000 bebés, y dicen que con la pandemia llegó una nueva generación: los coronials. Otros los llaman los cuarentenials, como se discutía en Twitter el jueves pasado, mientras el presidente Alberto Fernández anunciaba las reglas del nuevo Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU).
Teleconsultas y presentaciones virtuales en familia
Embarazadas que hacen teleconsultas, nacimientos sin visitas en el hospital, presentaciones virtuales del recién nacido a los demás integrantes de la familia y controles extremos antes, durante y después del parto, impensados antes del confinamiento. Como la experiencia que comparte la familia Navarro Saravia, de Córdoba, que anteayer volvió del sanatorio a su casa con Justo, con apenas un día de vida.
"No dieron de alta rapidísimo. Llegamos a casa y mi hijo mayor, Santo, que tiene cinco años, estaba desesperado por conocer a su hermanito. Pero los médicos nos habían pedido por favor que antes de entrar a casa nos saquemos la ropa y los zapatos, que dejemos todo afuera y nos bañáramos. Y que también le cambiemos la ropa al bebé. Pero Santo vino corriendo apenas nos vio y quería abrazarnos a toda costa. Tuvimos que frenarlo. Se puso a llorar, no entendía nada", cuenta Ana Castillo Navarro, de 38 años, que creyó que con la llegada de su segundo hijo todo iba a resultar más fácil.
A su lado, Tomás Novillo Saravia, el papá de Justo, agrega: "Uno cree que está canchero porque ya pasó por esta experiencia, y de repente nos llega esto. Nos sentíamos perdidos. Cuando se decretó la cuarentena no sabíamos cómo iba a seguir todo. Ana estaba en la semana 39 de embarazo. Al último monitoreo no me dejaron acompañarla –dice el marido de Ana-. Cuando empezó el trabajo de parto y nos dijeron finalmente que fuéramos para el hospital, salimos de casa y en la calle no había nadie. La ciudad estaba vacía. La policía nos paró en el camino y cuando le explicamos porqué estábamos violando la cuarentena enseguida se puso a disposición por si necesitábamos algo. Parecía una película, como si estuviéramos en medio de una guerra y no te queda otra que ir al hospital porque tu hijo está en camino", confiesa el hombre, que asegura que la alegría de haber traído una nueva vida a este mundo, en medio de la pandemia del coronavirus, eclipsa cualquier otro sentimiento de temor, incertidumbre y angustia.
Con pocos datos disponibles
Hasta el momento, según afirma el doctor Mario Sebastiani, obstetra desde hace más de 40 años, la verdad es que aún no se sabe demasiado sobre cómo se comporta el nuevo coronavirus Covid-19 con la población de embarazadas. "Estamos haciendo camino al andar, y lo que se sabe es a partir de los reportes y las guías del Colegio Americano de Ginecología, del Colegio Real de Obstetricia y Ginecología de Gran Bretaña y de la Sociedad Española de Obstetricia y Ginecología", dice.
"Hay pocos datos disponibles, pero en principio las embarazadas no parecen ser más susceptibles y no han presentado neumonías graves. Los nacimientos y los recién nacidos tuvieron evoluciones normales, y los cultivos de líquido amniótico han sido negativos", señala el especialista, y agrega: "Se cree que el Covid-19 no pasa la placenta, y que se puede mantener una lactancia natural, siempre con barbijo y frecuente higiene de manos en las infectadas".
De acuerdo con las recomendaciones actuales, desliza Sebastiani, "sería razonable no entrar en pánico", aunque el experto reconoce que pedirle eso a una mujer embarazada no es sencillo, porque al malestar y la angustia que despierta el avance de la pandemia en todo el mundo, se le suman los temores e incertidumbres que siempre genera una prueba positiva de embarazo.
"Por suerte, y a diferencia de lo que sucedió con la gripe A, este nuevo virus pareciera no tener predilección por las embarazadas. Además, se trata de un grupo poblacional que por su condición adopta rápidamente las recomendaciones de autocuidado –reconoce el doctor Lucas Otaño, jefe del servicio de Obstetricia del Hospital Italiano-. Nosotros todavía no tuvimos ningún caso. No hay registros locales de embarazadas ni de partos con pacientes infectadas, y en ese aspecto corremos con la ventaja de conocer la experiencia de los países que ya pasaron por esto. Estamos al tanto de las últimas guías y protocolos que llegan de los países del hemisferio Norte y nos allanan el camino".
Alejarse del bombardeo por WhatsApp
Monica Zucco es maestra jardinera y tiene 31 años. Vive con su pareja, Diego D’Onofrio, y cuenta que antes de que se declarara la cuarentena soñaba con poder quedarse en su casa para descansar, terminar de acomodar el cuarto de la beba y disfrutar de ese último tiempo en pareja antes de que llegue Felicitas, su primera hija. "Cuando comenzaron a conocerse las primeras noticias del virus lo veía como algo lejano. Nunca imaginé que llegaríamos a este momento. Y el día que declararon la cuarentena obligatoria tomé real conciencia de la gravedad de la situación –dice Mónica, que tiene fecha probable de parto para mitad de mayo-. Trato de no sugestionarme, de estar tranquila, pero escucho que el pico de contagios todavía no se dio y me pongo nerviosa. El embarazo viene bien, todo normal, pero no sé cómo puede evolucionar y me da un poco de ansiedad. Ya me perdí el curso de preparto porque se suspendió, a los próximos controles voy a tener que ir sola y cuando llegue el momento del nacimiento no sé en qué situación estará todo. A veces trato de alejarme del bombardeo de noticias y de no leer todo lo que mandan por WhatsApp, pero es difícil".
El obstetra Humberto Velázquez, jefe del servicio de Obstetricia del Hospital Británico, entiende que las embarazadas necesitan más contención que nunca. "Tenemos reuniones todos los días con el equipo para poder atender a nuestras pacientes de la mejor manera. Sabemos que todo esto les causa angustia. Y a medida que se acerca la fecha de parto hay controles que no se pueden hacer por videollamada. Por ahora hay más incógnitas que certezas, pero nos estamos preparando para atender los casos de embarazadas con resultado positivo de Covid-19 cuando llegue ese momento. Lo que más nos preocupa es el cuidado del bebé después del parto. Si tiene que quedar aislado durante 14 días, si se podrá o no prender al pecho de la madre. Es un desafío".
Situaciones impensadas. Todo el tiempo surgen nuevas respuestas para cuestiones que nunca antes habían sido planteadas. Como la que tomó por sorpresa al doctor Otaño hace unos días. "Tenía una paciente que había que sacarle los puntos de la cesárea, pero no quería venir al consultorio. El marido me dijo que él se animaba a sacarle los puntos si yo le decía cómo hacerlo, y finalmente hicimos un tutorial por teleconferencia", confiesa Otaño, y responde a la duda: "Salió todo perfecto".
Candela Sande, que mientras habla por teléfono mira cómo duerme Baltazar en su cuna, cree que los bebés que llegan en este momento al mundo son una imagen de esperanza entre tanta oscuridad. "No voy a negar que la pasé mal, que el avance del coronavirus lo excedió todo. Me sigue angustiando no saber cuándo nuestros papás van a poder tener a su nieto en brazos y darle un beso. Pero acá estamos los tres. Lo tenemos a Balta, y estamos felices".
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